Miércoles, 4 de septiembre de 2013 | Hoy
TEATRO › EMPERATRIZ IV, PERFORMANCE PARA DOCE ESPECTADORES POR FUNCIóN EN EL CETC
Lautaro Caminovich y Lorenzo Anzoátegui son los creadores de esta “experiencia relacional” que permite un acercamiento total entre público y performers. “Es otro tipo de experiencia que plantea huecos que uno tiene que rellenar con la mente”, afirman.
Por Paula Sabatés
Cuando los límites y las definiciones del teatro ocupan el objeto de estudio de muchos académicos en todo el mundo, un par de artistas visuales decide hacer su propia investigación de forma práctica. Son Lolo y Lauti, (sobre)nombres artísticos de Lautaro Caminovich y Lorenzo Anzoátegui, dupla que trabaja de forma conjunta desde fines de 2010 con distintos elementos de performance, instalación y teatro. En esta oportunidad, y por encargo del Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC), presentan desde mañana Emperatriz IV, su nueva propuesta, a la que definen como “experiencia relacional” porque permite un acercamiento total entre público y performers. Se trata de un recorrido en el que se cuenta la historia de una viajera espacial con la misión de poblar un nuevo planeta. Las funciones duran 20 minutos cada una y hasta el domingo se harán diez por día (entre las 18 y las 23) en las distintas salas del CETC (Cerrito 828). “Es una continuación de nuestra investigación sobre los límites y la experiencia. Sobre cómo contar una historia, con performers y todo, pero de otra forma”, cuentan los realizadores a Página/12.
Emperatriz IV, que recibe ese nombre porque es la cuarta versión sobre este trabajo, se presentará para doce espectadores por función, que harán el recorrido acompañados por una acomodadora-performer que oficie de guía. “Tiene la dinámica del tren fantasma, por ser un recorrido acompañado y porque la historia que se cuenta se saca por contexto y por experiencia, y no porque esté mostrada de forma literal”, dice Lolo. Tanto para él como para Lauti, Emperatriz IV es un “ritual”. Esa definición tiene mucho que ver con la decisión de incluir a pocos espectadores, que no es una novedad en la obra del dúo artístico. “Nos interesa trabajar la noción de ritual con poco público para ver cómo una situación más íntima puede ser una experiencia tan distinta para él, que está acostumbrado a sentarse en masa y mirar para adelante”, afirma Lauti, que asegura que su trabajo no es “ni hipster ni esnob”, sólo complicado de entender, a veces incluso para ellos mismos.
De su discurso se devela rápidamente que no son fanáticos del teatro “tradicional”. Dicen de él, incluso, que es “aburrido” y que con su arte buscan hacer otra cosa “más lúdica y participativa”. Ambos estudiaron en la Universidad del Cine (aunque se conocieron luego), pero afirman que no les gusta hacer ni cine ni teatro. De todos modos, si bien utilizan elementos ajenos a ellos, la mayoría de sus trabajos incluyen una historia y un grupo de actores/performance. “Es cierto que transcurre en un teatro, que hay narrativa y seres humanos involucrados. Pero decir que es teatro sería una desilusión para la gente que vaya esperando una obra tradicional”, explica Lolo. Y Lauti completa: “Es una performance de artes escénicas. Está al límite con el teatro, pero es más una instalación, otro tipo de experiencia que plantea huecos que uno tiene que rellenar con la mente”.
La emperatriz del espectáculo es Florencia Vecino, actriz y una referente dentro de la danza contemporánea que se ha presentado en una gran cantidad de escenarios internacionales. Su investigación personal tiene mucho que ver con la del dúo: tiene como eje primordial al cuerpo y el intercambio de estudios y prácticas con otros artistas y disciplinas. Lolo y Lauti, que ya eran amigos de ella, cuentan que cuando se empezaron a imaginar una mujer que poblara un nuevo mundo, inmediatamente coincidieron en que debía ser ella. “Además de ser una artista maravillosa, trabajar con Florencia nos servía para jugar con el preconcepto de ir a verla al teatro. Por su trayectoria, la gente espera verla bailando o desnuda, y acá no será así. En esta oportunidad será como el Jesús del ritual de la misa”, sentencia Lolo.
Para cuando acaben las funciones de Emperatriz IV, Lolo y Lauti tendrán otra oportunidad de mostrar su arte: del 11 al 20 de septiembre se presentarán en la popular Galería Mite con una “adaptación relacional” de Juvenilia, la novela de recuerdos estudiantiles del escritor argentino Miguel Cané. En la muestra, la gente del público se anotará en grupo para jugar a la Mafia (también llamado El asesino o Poliladron), un juego de cartas inventado en una universidad de Psicología durante la Unión Soviética que consiste en descubrir quiénes son los ladrones en el juego y desenmascararlos a través de un debate entre los jugadores. Sus contrincantes serán ex alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires, institución donde ese era un divertimento frecuente. “En esa dinámica nos pareció que vivía mejor el espíritu del libro”, asegura el dúo que a través del uso de espacios no convencionales, el número reducido de espectadores y el empleo de diversos elementos expresivos se propone cuestionar los límites y las fronteras de las artes escénicas.
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