Miércoles, 5 de marzo de 2014 | Hoy
TEATRO › ESTADO DE ALERTA ANTE EL POSIBLE CIERRE DE LA LEGENDARIA SALA IFT
El mítico Idisher Folks Teater de Boulogne Sur Mer 549, fundado en 1932,está en crisis y su Comisión Directiva piensa rescatar a la institución con un estacionamiento subterráneo. Pero por ahora no hay espectáculos sino despidos.
Por María Daniela Yaccar
A fines de la semana pasada, un fantasma recorrió las redes sociales: un técnico y un director de teatro denunciaron que el Idisher Folks Teater (IFT) había cerrado sus puertas. La Comisión Directiva del teatro negó este hecho. No obstante, aclaró que es cierto que el personal fue despedido y que se construirá un estacionamiento en el subsuelo, pero que ello no afectaría el funcionamiento del teatro de Boulogne Sur Mer 549. Hoy a las 18 habrá una conferencia de prensa en la que un grupo de socios explicará el complejo panorama y los planes a futuro, en compañía de artistas, entre ellos Arturo Bonín, Manuel Callau y Manuel Iedvabni.
Desde el viernes están circulando dos versiones contrapuestas que, finalmente, se encuentran en algunos puntos. Ese día, el actor y director Daniel Loisi convocó a una movilización para hoy a las 20 con el fin de “evitar el cierre” del teatro fundado en 1932. Tenía previsto inaugurar una tercera temporada de El señor Galíndez en el IFT y de pronto no le atendían el teléfono. Supo que habían sido despedidos los empleados y dio a conocer la noticia de que el teatro había cerrado. Ayer, la Comisión Directiva informó que brindaría una conferencia de prensa a las 18 para explicar la situación, antes del encuentro planeado por Loisi. “Es un acto de mala fe, buscan disolver la movilización”, se quejó el director.
El viernes, un comunicado de la Comisión Directiva del IFT no ayudó a aclarar el panorama. Si bien allí se explicaba que el cierre del teatro no sucedería, ni siquiera se mencionaba el tema de los despidos. Aparecían intenciones de “remodelar” y “reacondicionar” las instalaciones y los problemas económicos que vienen ahogando al teatro, pero no había especificaciones sobre las modificaciones edilicias. Todo esto desató una enorme confusión que, recién ahora, comienza a despejarse. La movilización convocada por Loisi tenía por fin obtener información que, hasta ayer –cuando la entidad difundió un segundo comunicado–, realmente escaseaba.
“Habrá una refundación del teatro”, anticipó Marcelo Horestein, en diálogo con Página/12. El hombre aclaró dos cosas: que sí, que efectivamente el personal del teatro fundado en 1932 fue despedido. Y también dijo que los ex trabajadores pueden cobrar su indemnización. Por otro lado, confirmó que se proyecta construir un estacionamiento en el subsuelo de la sala, pero aclaró que ello no afectaría en el futuro el funcionamiento del teatro y que, menos que menos, significa su cierre.
Era eso o la quiebra, sugirió. “El teatro afronta una situación insostenible económicamente. Las distintas gestiones hicieron lo que pudieron. Se llegó a un pasivo enorme, y el teatro no puede generar recursos para hacer frente a gastos fijos y deudas”, explicó. La deuda (con la AFIP, bancos, sindicatos, obras sociales, privados, Argentores, personal y prestamistas) asciende a dos millones de pesos. “Tenemos un problema: nuestra sala es cara y siempre está vacía. Las instalaciones, con tantos años de pobreza económica en la recaudación, están deterioradas. No tenemos un teatro acorde con las exigencias de hoy. Necesitamos salir de esto”, contó.
Marcelo Tosi, un iluminador que perdió el trabajo, había anticipado esto el viernes en su Facebook, con el título de “Cierra (cerró) el Teatro IFT”. El título no era exacto, pero sí algunos puntos del texto. Había comunicado que en el subsuelo se construiría una cochera. Y en el subsuelo hay salas: son dos. También hay camarines. “Son salas que no se usan porque tienen mucho olor a humedad y que ahora se podrían regenerar. Vamos a mantener la cantidad de espectadores: 660. Pero por el momento no sabemos qué pasara con las salas”, sostuvo Horestein. El iluminador dijo otra cosa. Dijo que esas salas, las del subsuelo, sí se usan. “La 4, la más chica en cantidad de público, se usó todo el año, aunque poco. Y la 3 es más difícil de usar porque está debajo de la principal, pero se solía alquilar para ensayos. Me gustaría saber dónde las pondrán. Quizá tengan que trasladarlas.”
El IFT no tiene calefacción, aire acondicionado ni baños adecuados. “La programación y las actividades del teatro han sido insuficientes para lograr un posicionamiento. Esto, sumado a las deudas y a que su ubicación geográfica está afuera del circuito comercial, ha puesto en jaque su continuidad”, dice el último comunicado de la comisión. En asamblea, un grupo de cien socios determinó que la salida a este conflicto era la construcción de una cochera. “No va a afectar el volumen actual del teatro, habrá solamente un aggiornamiento interno”, dijo Horestein. La cochera será vendida, con el objetivo de que el teatro “vuelva a funcionar con cero deuda”. “No estamos haciendo una especulación. Esta es una institución sin fines de lucro. Somos directivos ad honorem, no hay empresarios entre nosotros. Queremos a la cultura”, destacó.
Según indicó, los talleres del IFT –que es una escuela desde 1942– comenzarán en marzo. El comunicado avisa que, durante la reforma, Sholem Buenos Aires habilitará los ámbitos para que sean trasladados. Horestein explicó: “Si llega a haber algún espectáculo en estos meses de transición, se va a contratar personal para que se realicen en condiciones dignas”. Y dijo otra de las cosas que había dicho Tosi: “Hay una posibilidad de que se negocie en el futuro el espacio aéreo, sin tocar el volumen del teatro”. Por el momento, ingenieros y arquitectos diseñan el plan de remodelación para la cochera. Después, habrá que ver qué dice la municipalidad respecto de los planos”.
A Tosi nada lo convence. Para él, el IFT ya no será lo que era. Dice que será difícil que esas salas cambien de sitio en el teatro porque no hay lugar. Los trabajadores en blanco despedidos fueron tres. Sólo quedó uno que hoy está cumpliendo la labor de sereno. Y después, según dijo, “tres que están en negro también fueron despedidos”. Según Horestein, tuvieron que acudir a un préstamo para poder indemnizar a los trabajadores.
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