Viernes, 3 de octubre de 2014 | Hoy
TEATRO › OPINION
Por Carlos Gorostiza *
Tenía 17 años y escribía poemas. Enterado de que un gran poeta para niños, argentino, Alvaro Yunque –que a la vez era un ferviente militante comunista– recibía material de los jóvenes y contestaba dando su opinión, le envié algunos poemas. Y él me contestó con un libro que aún tengo, que se llama España 1936, que es sobre la guerra española, y una dedicatoria que siempre recuerdo, en la que aceptaba mis poemas y me auguraba 50 años o medio siglo de lucha. Conservo ese libro con mucho cariño. Más de diez años después estrené mi primera obra, El puente, y apareció un hombre grande, enorme, canoso, en el interior del teatro, abriendo los brazos, entusiasmado por lo que había visto. Y me dijo: “¿Dónde está el autor?” Me dio mucho pudor, pero tuve que reconocer que era yo. Aún recuerdo los fuertes abrazos de Yunque, su cariño. No de esa noche solamente sino de toda su vida.
* Dramaturgo.
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