“Los herederos de Beckett no lo pueden creer: ¡Buenos Aires es el único lugar del mundo en donde se realiza el Festival Beckett!”, dice Patricio Orozco a horas de que comience esta movida, creada y dirigida por él, que ya va por la novena edición. Por su singularidad ha sido reconocida por universidades de Inglaterra, Francia, España, Estados Unidos y Japón. Desde hoy y hasta el 13 de diciembre, el gigante irlandés será recordado con obras de compañías extranjeras y locales, jornadas académicas y la clásica entrega de premios Godot. Además, hay una propuesta que sobresale en la programación: una muestra de fotos del irlandés John Minihan, uno de los pocos que tuvo el privilegio de retratar al dramaturgo, novelista y poeta.

La exposición, que incluye retratos de la intimidad de Samuel Beckett, es el plato fuerte de esta edición. “La visita de Minihan es una rareza”, sostiene Orozco ante Página/12. “Es un tipo que lo conoció, que tiene anécdotas, que charló con él y logró lo que casi nadie: que Beckett posara en su intimidad para la cámara, con gusto. Otros fotógrafos lo lograron, pero Beckett estaba muy en contra de esto, era reacio para las fotos y las notas en la prensa. Así que Minihan tiene mil anécdotas para contar.” El hombre, que además les sacó fotos nada menos que a Hendrix, The Rolling Stones, Francis Bacon y The Who, dará una pequeña charla mañana a las 21 en el teatro El Tinglado (Mario Bravo 948). Fascinados con esta visita, los organizadores harán un documental de su paso por la Argentina para subirlo a Internet y “que todo el mundo lo vea”. La muestra se podrá visitar de 10 a 21, con entrada gratuita, en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525).

La tercera sede del festival es el Centro Cultural de la Cooperación (Avenida Corrientes 1543), donde se realizarán jornadas académicas el miércoles 10 y el jueves 11 a las 19, también con entrada libre. Actores y directores intercambiarán vivencias, experiencias y puntos de vista con la coordinación de Orozco y Jorge Dubatti. En tanto, los espectáculos ocurrirán en El Tinglado. Mañana a las 21.30 y el sábado a las 23 se presentarán Peça para voz e música (dirigida por María Coelho) y Ud. que sabe tanto (Gabriela Visintin), de Brasil y de Córdoba, respectivamente, desde las 21.30. El viernes 12 a las 21.30 se podrán ver A piece of monologue (de México y Colombia, con dirección de Elvia González) y Primer amor (Buenos Aires). “Las obras de este año abordan la última parte de lo que escribió Beckett”, cuenta Orozco. “Es una etapa muy visual, muy de caja negra, de cabezas que flotan en el aire. Una novedad es Primer amor, que es un cuentito; lo interpretará Eduardo Calvo y lo dirijo yo. Todas son obras cortas y no muy divulgadas. El festival tiene que darles una oportunidad a los que están trabajando estos textos. Nos pusimos de acuerdo para hacer, en la misma función, dos obras seguidas”, explica. Con la misma entrada, de 100 pesos, el público podrá ver dos espectáculos, uno nacional y uno extranjero.

Finalmente, los premios Godot reconocerán en esta oportunidad a Patricio Contreras, Lorenzo Quinteros y Minihan. “Estos premios existen desde 2010. Siempre me cargan: me dicen que nunca deberían llegar... son un homenaje a los artistas que ayudaron a la promoción de la obra de Beckett. En realidad, a todos los que han trabajado en ello, porque también hemos distinguido a investigadores. Es un mimo para los que pelearon por más centímetros para promocionar a este autor”, dice Orozco.

Fue en 2006 cuando a Orozco se le ocurrió inventar un festival para recordar al autor de Los días felices. Estaba en Europa, había asistido a una celebración por el centenario de su nacimiento. Se encontraba en Irlanda dirigiendo una obra. Cuando volvió a Buenos Aires notó que no había nada parecido, ningún evento que homenajeara a este escritor, y entonces se dirigió al teatro que lleva su nombre. Miguel Guerberof, director de la sala por entonces, se entusiasmó. “Era un fanático, entonces empezamos a hacer el festival con auspicio de la embajada y privados pusieron unos mangos para el programa de mano. Fue un festival meramente teatral. Cuando Miguel falleció, me quedó la idea de seguir haciéndolo todos los años en una sala distinta del off, para ir a buscar a los espectadores. El objetivo es que la mayor cantidad de gente se meta en el mundo beckettiano, dar un espacio para obras y para trabajos académicos”, relata el director.

La movida se hace muy a pulmón: no recibe subsidios ni de ProTeatro ni del Instituto Nacional. “Siempre recibimos muchas propuestas de obras para sumarse a la programación, sobre todo del extranjero. A algunos les cuesta venir; a veces las embajadas dan una mano. La economía no nos ayuda en este momento. Es imposible pagarle un pasaje a alguien. El festival es sin fines de lucro. No calificamos en ProTeatro pero lo hacemos igual: es parte de la mística”, sostiene.

–Casi siempre hay una obra de Beckett en la cartelera porteña. ¿A qué atribuye esto?

–Beckett tiene una mirada del mundo que tiene que ver mucho con nosotros. Como país joven estamos definiéndonos de alguna manera, y estamos muy cercanos al existencialismo, en el sentido de que nos hacemos las mismas preguntas que él se hace en Esperando a Godot: ¿qué estamos haciendo acá? Al tener tanta diversidad, al estar hecha de inmigrantes y de pueblos originarios, la Argentina todavía se está definiendo, y cada gobierno o persona propone una Argentina distinta. ¿Cuál sería nuestra identidad?, nos preguntamos. Y eso es lo que plantea Beckett en muchas de sus obras.