TEATRO › “LO MEJOR DEL TEATRO NEGRO DE PRAGA” PASARA POR BUENOS AIRES
Jiri Srnec, actor e hijo del fundador de la legendaria compañía checa, habla de la obra que se verá aquí este fin de semana.
› Por Cecilia Hopkins
Desde Santiago de Chile
Cinco años atrás, Jiri ingresó como intérprete en el Teatro Negro de Praga, la compañía que su padre Jiri Srnec fundó hace 45 años. Y desde hace dos, dirige a los elencos en gira, además de seguir actuando en los espectáculos. Es ésta la tarea que lo absorbe en los días que corren: en el marco de una tournée latinoamericana, Lo mejor del Teatro Negro de Praga está por llegar a Buenos Aires para ofrecer este viernes, sábado y domingo un compilado de 9 cuadros seleccionados de algunas de las 20 obras originales que cuenta la compañía checa en su haber. La bicicleta voladora, vista en 1980; Alicia en el País de las Maravillas, de 1991, y Peter Pan, de 1995, fueron los tres últimos montajes que pasaron por Buenos Aires. En esta oportunidad será el Teatro Coliseo (Marcelo T. de Alvear) el escenario que mostrará lo que en estos días se vio en las ciudades chilenas de Santiago, Concepción, Talca y Viña del mar.
El actor y titiritero de sólo 22 años afirma que recibió gran apoyo de su padre durante su formación y, más tarde, cuando ingresó a la compañía. Después de todo, de los tres hijos que tuvo, fue Jiri el único que decidió seguir sus pasos: “Ahora puedo percibir el pensamiento de mi padre en escena, puedo sentir lo que proyecta su imaginación en los ensayos”, detalla en una entrevista con Página/12, durante la hora de descanso entre las dos funciones del sábado pasado, en el teatro Teleton, de Santiago.
A pesar del medio siglo que separa a ambos, padre e hijo comparten el mismo criterio con relación al trabajo creativo del grupo. Aunque en realidad existe entre los dos alguna diferencia de enfoque: “Mi padre entiende mucho de arte, ama lo que hace y no le importa el éxito en términos de cantidad de espectadores; lo único que aspira es a ofrecer espectáculos de calidad. Por este motivo yo intento que, además de eso, el teatro pueda sobrevivir desde lo económico”, puntualiza. Porque si bien el Teatro Negro de Praga y la Linterna Mágica, de Joseph Svoboda, son los más renombrados referentes de la escena checa, el grupo de Srnec nunca contó con apoyo oficial: “Uno tendría que tener amigos en el gobierno y no es ése nuestro caso”, asegura Jiri. Desde hace unos años, la compañía mantiene por las suyas un pequeño teatro al que diariamente se acercan visitantes de todo el mundo para verlos actuar bien de cerca: “Igual, no alcanzan a ver cómo lo hacemos”, bromea el actor refiriéndose a la técnica artesanal que los caracteriza, originaria de la antigua China, utilizada también en los comienzos del cine. Dos luces de colores en los laterales determinan una angosta franja donde evolucionan los actores. De frente, una luz negra subraya la iridiscencia de los colores flúo del vestuario y la utilería. Y por detrás de ese límite se extiende la zona negra protegida por telones del mismo color, área de movimiento de los manipuladores de objetos que van encapotados para no ser vistos desde la platea. Así, actores y objetos se mueven en surreal concierto. Un impulso mágico parece animarlos en contra de las leyes de la gravedad. Las candorosas historias se suceden, recordando los códigos del dibujo animado, por su ritmo sostenido, los del mimo, por la gestualidad exacerbada y el ilusionismo de la magia, pero de la magia que no apela a efectos especiales.
–¿Cuáles son sus primeros recuerdos de la compañía?
–Cuando yo tenía tres años, hicimos una gira por Australia y yo veía actuar a mi madre, que era bailarina, sentado en una escalera al costado del escenario. Viéndolos a ella y a mi padre, yo ya estaba aprendiendo. Hoy abrimos Lo mejor del... con La lavandera, una de las escenas más antiguas que conservamos, de 1958. Recuerdo haberla visto interpretarla a muchos actores. Suele haber un recambio de intérpretes, especialmente para las giras. Este elenco es el más juvenil, sólo hay un actor que está desde hace muchos años con nosotros. Esto hace que un espectáculo como éste conserve su frescura. Normalmente contamos con diez integrantes en gira y otros tantos en Praga. Son actores, bailarines, titiriteros, mimos.
–¿Prefiere hablar de técnica o de estética para referirse al arte que caracteriza a la compañía?
–Es más que eso, para mí, porque intentamos trabajar sobre la imaginación. Buscamos hacer realidad el juego del chico que, mirando un objeto cualquiera, le descubre un sinfín de utilidades y hasta lo transforma en otra cosa totalmente diferente. Nuestro trabajo tiene que ver con las imágenes de los sueños.
–¿Cómo surgen las escenas?
–Las piensa mi padre previamente, al igual que la música. Luego, a los actores les presenta varias imágenes y les pide que improvisen con la idea de unirlas entre sí, en una misma historia. Después de darles esa libertad creativa, los actores ya no improvisan más.
–¿Han variado los temas que abordan los nuevos montajes?
–Ahora están cambiando mucho. Lo próximo que haremos serán versiones de cuentos de Kafka. Todavía no sabemos cuáles exactamente, pero creemos que La metamorfosis y En la colonia penitenciaria (un relato sobre la tortura) podrían ser los elegidos, por supuesto, para un público adulto. Con el tiempo también se fueron complejizando las puestas, con proyecciones o técnica de linterna mágica.
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