Domingo, 12 de abril de 2015 | Hoy
TEATRO › IVAN MOSCHER, FABIAN DIAZ Y LA OBRA LOS HOMBRES VUELVEN AL MONTE
La pieza escrita y dirigida por Díaz, e interpretada por Moscher, indaga en la relación de un padre que había participado de la guerra y un hijo que se hace muchas preguntas. La escena está situada en el monte, “un lugar de ausencia”, como define el autor.
Por Cecilia Hopkins
Aunque en décadas diferentes, el actor Iván Moscher y el director y dramaturgo Fabián Díaz realizaron un periplo similar: dejaron su provincia natal –Misiones y Chaco, respectivamente– para estudiar teatro en Buenos Aires, uno en el Conservatorio Nacional, el otro en el mismo lugar ya devenido IUNA. Del mismo modo, ambos siguen vinculados con su lugar de nacimiento: Moscher dirige proyectos teatrales y cinematográficos junto a actores misioneros, en tanto que Díaz, centrándose en la geografía chaqueña, volcó vivencias personales en Los hombres vuelven al monte, obra premiada y recientemente estrenada bajo su dirección, con Moscher a cargo de dos personajes, un padre ex combatiente de Malvinas y su hijo.
Moscher nació a 10 kilómetros de Puerto Piray, en medio del monte, lugar donde vivió hasta los 16 años. En la entrevista de Página/12 junto al director, cuenta que de noche solía escuchar los gritos de quienes vivían en taperas, refugios de gente solitaria que se hacía oír en medio de alguna borrachera. Aun cuando el monte chaqueño y el monte misionero son diferentes –uno seco e impenetrable, el otro, verde y húmedo– entre el actor y el director fueron construyendo un monte singular, lugar mítico que fue tomando forma con los aportes de Isabel Gual y David Seldes, escenógrafa e iluminador, respectivamente.
En esa geografía, “un lugar de ausencia”, como define el autor, busca refugio un ex combatiente que decide convertirse en una especie de bandido rural que asalta a los puesteros y faena sus animales. A pesar del solazo y la falta de víveres y agua, su hijo decide encontrarlo. Junto a los dos personajes, un conjunto de mujeres aparece sugerido en el monólogo. Se trata de “la perrera”, un grupo de madres y tías sojuzgadas por los hombres de la casa, de pocas palabras y muchos sacrificios.
–Llama la atención que un autor tan joven haya escrito una obra sobre Malvinas...
Fabián Díaz: –Soy hijo de un veterano. Malvinas es una guerra todavía reciente, una llaga abierta. Sobre esa temática quise escribir un relato poético y por eso elegí indagar en la relación de un padre que había participado de la guerra y un hijo que se hace muchas preguntas.
–En el caso de Moscher, ya abordó el tema en la puesta de Las islas, de Carlos Gamerro, con dirección de Alejandro Tantanian.
Iván Moscher: –Sí, pero allí había una lectura política de Malvinas y se parodiaban conductas desde una relación distante con los personajes. Acá es diferente porque la obra habla sobre las consecuencias que tuvieron para ese padre y su hijo haber estado en la guerra. Creo que el 2 de Abril es una efeméride como de Billiken, que ya se va pareciendo al 25 de Mayo, por lo distante. Y el tema Malvinas, lejos de estar resuelto, no está analizado desde el punto de vista de la generación de los que participaron ni desde la generación siguiente, la de sus hijos, que encuentran allí algo fantasmagórico en relación con sus padres.
F. D.: –Para mí, ese es el tema más profundo. Yo nací un año después de la guerra y siempre me pareció que había algo ausente en mi padre, que algo suyo había quedado retenido en las islas. Y me preguntaba qué cosas habría visto y vivido, qué habría pasado allí por fuera del relato histórico que se conoce. Esas preguntas fueron construyendo en mí algo fantasmagórico.
I. M.: –Conocí a muchos de los que fueron, porque yo, aunque no hice el servicio militar, soy de esa generación. Y, viéndolos así, cruzados por la tragedia, porque eso también lo porta el cuerpo, también me pregunté: ¿Dónde quedó esa parte de esos hombres que está ausente?
–¿Qué significa el monte en la obra?
F. D.: –El monte es un lugar de ausencia, un lugar para la liberación, la expansión y el escape. Luego de Malvinas, los ex combatientes (muchos provenían del noreste argentino) debieron soportar el rótulo de veteranos de guerra: la sociedad parecía decirles “por favor, compórtense y no pierdan el eje, aun si mataron o vieron morir”.
I. M.: –Por eso el monte aparece como un lugar para purgar esa tragedia que vivieron. Y el hijo, más que a buscarlo, sale a esperar a que aparezca, mientras va soltando al aire las preguntas que necesita responderse.
* Los hombres vuelven al monte, Apacheta Sala Estudio (Pasco 623), viernes a las 21.30.
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