Viernes, 14 de agosto de 2015 | Hoy
TEATRO › EL GRUPO TEATRAL CIERTAS PETUNIAS FESTEJA SU DECIMO ANIVERSARIO
En su nuevo espectáculo, Qué hermosa kermesse, el quinteto de mujeres participa de un concurso de talentos en un pueblo. “Nos reímos de nosotras mismas y tratamos de llevarlo a escena”, dicen sobre la propuesta, que tiene al humor y a la música como ejes.
Los diez años de un grupo pueden pensarse como una especie de mayoría de edad, de madurez artística. Por eso, Ciertas Petunias armó el festejo de su décimo aniversario en una kermesse de pueblo, donde el quinteto de mujeres participa de un concurso de talentos. En cada ronda deben interpretar ante el jurado un abanico de ritmos musicales y coreografías para alzarse con la preciosa cucarda de oro. Y la ganan, claro, luego de desplegar un repertorio de bolero, rock, swing, rap, salsa, chararera y un aria, además de los gags y monólogos humorísticos, que funcionan como un “detrás de escena” del concurso. “Nos gustaba la idea del universo de los pueblos”, explican a Página/12 las Petunias Lucía Braude y Jessica Dinzelbacher, “porque en algunos nos cambiamos y maquillamos las cinco juntas en un baño de dos por dos, y en otro estábamos en un hotel con pileta, o un día compartíamos un sandwich entre todas, y al otro nos sentábamos en una mesa enorme, comiendo en varios platos...”, recuerdan a dúo.
El tercer espectáculo del grupo (que se completa con Camila Campodónico, Magdalena Barla, Natalia Guevara y Tania Calsecchi como Petunia comodín) se hizo esperar: cuatro de las cinco Petunias fueron madres desde Flor de viaje, que estrenaron en 2010. Sin embargo, nunca dejaron de trabajar en nuevas ideas, aun cuando no las presentaran sobre el escenario. De hecho, en este espectáculo la mayoría de las canciones son de su cosecha. Por eso, Braude apuesta a que este espectáculo exprese la pasión que tienen por el arte. “La vida cotidiana nos atraviesa y queda plasmado en los encuentros con canciones, relatos, historias. Es un grupo de mujeres artistas estables. Eso es re-difícil de lograr. Hay que conservarlo”, asegura, porque para ellas “es parte de una necesidad de decir, de contar. Nosotras hablamos cantando a cinco voces”, afirma convencida.
La dificultad de encasillar al grupo tiene que ver con las distintas vertientes artísticas que tienen las cinco y que sostiene su trabajo “autogestionado e independiente”, aunque algo es seguro: la música y el humor son la columna vertebral. “Ciertas Petunias es una necesidad artística. No podríamos no hacerlo. Queremos dejar una huella. Pero Ciertas Petunias no es solemne: armamos una kermesse para decir lo que queremos decir”, plantea Dinzelbacher, y Braude dice que hay un compromiso artístico que se construye día a día entre todas, porque “ser Petunia es una forma de militancia”. “Somos cinco minas acompañadas de un montón de personas, para cantar, para volcar nuestras experiencias, nuestra vida, y crear algo con eso”, concuerdan, y Braude desafía: “No está en Petunias dar un mensaje, no tenemos un mensaje combativo, pero decimos lo que queremos decir. En cada espectáculo vamos tirando algunas cositas”.
Un salto importante en la historia del grupo fue su participación en la Expo Les Luthiers de 2007, donde conocieron a Jorge Maronna, y comenzaron a trabajar con él para armar Flor de viaje: les ofreció canciones que había escrito para una novela colombiana, y tras algunas adaptaciones, colaboraron en el armado del show. Eso, aseguran, las ayudó a construir “un código” que comparten con el público. Braude reconoce que “Les Luthiers es una influencia para todas. El hecho de que aparezca el humor en las canciones es un código con el que el público se identifica”, razona.
–¿Qué es lo que más les sirvió de trabajar con Maronna?
Jessica Dinzelbacher: –Una que nos tiró muy buena es la cuestión del timing en el humor. Hay momentos. El humor es quiebre; antes o después ya no funciona. Es ahí. Es encontrar dónde, y eso es lo más difícil. Nosotras no estamos pensando en el chiste. El humor sale, pasa por la identificación más que por el chiste. Laburamos desde las cosas que nos causan gracia a nosotras, que tienen que ver con nuestra realidad y con nuestra vida. Todo el tiempo nos estamos topando con cosas absurdas de la vida. Y estamos atentas a eso. Nos reímos de nosotras mismas y tratamos de llevarlo a escena.
Lucía Braude: –Cuando me paro al lado de Magdalena no es un chiste. ¡Soy así! No llego a la alacena en mi casa, en el subte a veces me agarro del brazo de alguien que llega al pasamanos.
J. D.: –¡Por lo menos son únicas! Cuando yo voy a un casting, hay diez parecidas a mí... (risas).
–En estos diez años, ¿en qué creció Ciertas Petunias?
J. D.: –En el trabajo grupal, y cómo crecimos, tuvimos hijos... ¡No somos las mismas que hace diez años! (Risas.) Y supimos acompañarnos en ese cambio. El amor al arte nos ayuda a mantenernos unidas.
L. B.: –Sin grupo y sin vínculo sano no hay arte. Nosotras somos un grupo independiente, autogestivo, y si rompemos el vínculo que construimos entre todas no queda nada.
–Son cinco mujeres sobre el escenario, más Gaby Goldberg en la dirección. ¿Es teatro para mujeres, o teatro hecho por mujeres?
J. D.: –Son espectáculos hechos por mujeres súper rodeadas de varones, niños, niñas, mujeres más grandes...
L. B.: –Es para toda la familia, y cada uno puede disfrutarlo desde el lugar que lo puede percibir.
J. D.: –De hecho, no hablamos de temáticas femeninas ni feministas, sino de cosas universales, cosas que nos pasan a todos. No hablamos de problemáticas específicas de la mujer. ¡Ni de la maternidad, ni del ciclo menstrual! (Risas) No vamos a hablar de los derechos de la mujer, porque los estamos ejerciendo. Está a la vista. ¿Cómo hacen, si no, cinco minas para subirse al escenario todas las semanas? Lo ejercemos, no hablamos de eso. En este espectáculo ni siquiera hablamos del amor...
El porqué del nombre del grupo que nació en el altillo de la casa de Magdalena Barla después de un asado tiene dos versiones: la de la inspiración repentina y la racional. “Surgió un tiempo después de que arrancamos, cuando ya teníamos algo así como un espectáculo para mostrar, y teníamos que ponernos un nombre”, cuenta Dinzelbacher. “Camila, que en ese momento iba a la facultad, dijo que había estado garabateando en clase en un cuaderno y había anotado Ciertas Petunias. Y nos gustó a todas”, recuerda. Pero inmediatamente agrega: “Una explicación más racional es que la mayoría somos de Floresta, que la petunia es una flor barata, muy linda, que está en cualquier jardín o maceta, vive en invierno y en verano... Pero son ciertas petunias”, aclara Dinzelbacher, enfatizando el ciertas, y concluye entre risas: “¡No son cualquiera!”
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