Lun 12.10.2015
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TEATRO › VILLANUEVA COSSE HABLA DE LA NUEVA VERSIóN DE COMPAñERO DEL ALMA

“Transformé el escenario en un taller”

La obra escrita por Cosse y Adriana Genta tuvo una primera versión en 1987, pero el director dice que de aquel montaje quedó muy poco. “Los actores se enamoraron de Miguel Hernández, aunque la poesía está por fuera del circuito de búsqueda de los jóvenes.”

› Por Cecilia Hopkins

Dedicado a la figura del poeta y soldado Miguel Hernández, Compañero del alma es un espectáculo escrito entre Villanueva Cosse y Adriana Genta estrenado en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543, sábado a las 19.30 y domingo a las 20). En realidad, se trata de una nueva versión del montaje que subió a escena 28 años atrás, en el antiguo Teatro de La Campana, hoy Teatro del Pueblo. En su momento, Genta viajó a España para realizar un trabajo de investigación sobre la vida de Hernández, nacido en el pueblo de Orihuela, un hombre que pasó de pastar cabras a convertirse en uno de los poetas referentes de la generación del 27. De ese acercamiento a la vida del miliciano de la Guerra Civil Española, Genta sumó a la dramaturgia el resultado de entrevistas con vecinos y allegados a Hernández. Los poemas fueron musicalizados por Jorge Valcarcel, los arreglos y el trabajo coral son obra de Mariano Cossa.

“La poesía de Miguel Hernández tiene esa condición de unir lo aéreo y lo lindante con el sentir metafísico”, afirma Villanueva Cosse en la entrevista con Página/12. Poner en escena la vida y la obra del autor de “Elegía a Ramón Sijé” y “Nanas de la cebolla” fue, para el director, un desafío semejante a brindarle entidad material a una cualidad poética. Sin darle una continuidad espacial o temporal, la obra da cuenta de la adolescencia del poeta, de su acercamiento a los cenáculos literarios madrileños, de sus amores, su compromiso político, su enfermedad en prisión y su muerte, ocurrida a los 31 años. El elenco está integrado por Lola Banfi, Gustavo Bassani, Juan Manuel Correa, Verónica Cosse, Pablo Di Croce, Diana Kamen, Jorge Lozada, Mario Petrosini, Julieta Puleo, Nilda Raggi y Gabriel Schapiro.

–¿En qué circunstancias conoció la poesía de Miguel Hernández?

–En México, como en Argentina y en Uruguay, hemos recibido mucha inmigración producto de la Guerra Civil Española. Así que yo, a los 19 años, apenas llegado a El Galpón de Montevideo, tuve la oportunidad de conocer muchas anécdotas de ese tiempo. Allí conocí la poesía elevada que había escrito este pastor de cabras. Metafóricamente, podría decir que en esos años fumé el habano de la Guerra Civil, que emanaba un humo que luego las canciones de Serrat encendieron para otra generación.

–Hacia fines de los 70, el disco de Serrat volvió popular el nombre de Miguel Hernández.

–Y cuando en 1987 estrenamos Compañero del alma, la obra significó un nuevo acercamiento al poeta. Hoy vienen personas que la vieron y vienen con sus hijos. Es muy emocionante.

–¿Cómo es la nueva versión?

–Sucede en un vacío espacial: seis banquetas, una cama, el cuerpo y la voz del actor para este desafío, esta invitación para viajar en el tiempo y en el espacio. Las escenas siguen planteadas desde el juego físico, ahora con la asistencia de Carolina Pujal. De la puesta anterior quedó un 20 por ciento, porque no queríamos imitarnos a nosotros mismos tantos años después. Permanece, sí, lo testimonial y los aspectos narrativos. Lo que esta obra pide es destilación y fermentación, pero hay que cuidarse porque esta mezcla puede resultar explosiva.

–¿Qué pasa con los espectadores jóvenes?

–Después del “que se vayan todos”, me parece que una nueva juventud está buscando insertarse en la política. Es muy fuerte ver a los jóvenes emocionarse en la platea.

–También el elenco es muy joven...

–Sí, y se enamoraron de Miguel Hernández, aunque la poesía está por fuera del circuito de búsqueda de los jóvenes. Me dicen que ahora que conocen a este autor entienden lo que es la poesía porque la sienten íntimamente ligada a la vida.

–¿Hubo dificultades con la expresión del texto?

–El teatro es imagen, es ritmo, es espacio y tiempo. Pero también es texto. Y cuando un actor descree de la palabra por considerarla una especie de cárcel, ahí es cuando descuida su dicción. Los actores jóvenes están educados en la audacia y en la búsqueda, y eso es muy bueno. Tienen convicción pero no tienen técnicas para proyectar un texto hasta las últimas filas de una sala.

–¿Cómo hizo para dirigirlos?

–-Transformé el escenario en un taller y les dije a los actores: si esto no sirve para lo que estamos haciendo, seguro que les va a servir para el próximo espectáculo que hagan. Y seguimos ensayando a pesar de haber estrenado.

–¿Por dónde se establece una relación entre esta historia de vida y el presente?

–Compañero... hace pensar en cuántos desaparecidos pudieron haber sido poetas. O en cuantos artistas no pudieron darse a conocer por haber vivido en la pobreza.

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