Mié 14.10.2015
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TEATRO › ADRIáN STOPPPELMAN HABLA DE SU NUEVO ESPECTáCULO, CON SUMO HUMOR

“La actualidad se filtra todo el tiempo”

En su nuevo espectáculo, el humorista que acompaña a Víctor Hugo en La mañana pone el acento en la fiebre consumista que lleva a “una catarata de porquerías que nadie usa, que llenan bauleras”. Pero también deja abierto el show a lo que suceda sobre el escenario.

› Por María Daniela Yaccar

“Todos en algún momento compramos algo que no necesitábamos o que en el momento nos pareció que nos iba a dar mucha felicidad y a los cinco minutos nos dimos cuenta de que no era así. Por una causa difícil de entender, terminás llamando ya. Y te comprás la manguera que se enrolla sola. Todo el mundo fantasea con eso”, sugiere Adrián Stoppelman, la voz que aporta una cuota de humor a La mañana, el programa de Víctor Hugo Morales que se emite por Continental. El año pasado, el comediante y autor teatral presentó su primer unipersonal, que se llamó Pasan cosas raras. La experiencia lo atrapó y optó por repetirla este año. Todos los sábados de octubre ofrece Con Sumo Humor, un espectáculo que, como su título lo indica, alude a la fiebre consumista tan evidente en estos tiempos, a través de distintos monólogos.

El teatro fue el primer amor de Stoppelman, que tiene una larga trayectoria en televisión y en radio. Dio sus primeros pasos en el off, a mediados de los ochenta, como actor. “Pero esto de subirme solo al escenario con un micrófono es nuevo para mí”, dice. “Puedo decir cosas que tengo ganas de decir haciendo reír a la gente. Me gusta mucho el estilo de humor en el que te reís y te reís y después, cuando salís, te preguntás de qué te reíste. Y me gusta que la gente se vea reflejada en las conductas que planteo. Porque no es que soy ajeno. Todos vivimos inmersos en el mundo consumista. No me siento especial. Soy uno más, pero tengo la posibilidad y las ganas de decir lo que me pasa frente al tema”, reflexiona. Las entradas para Con Sumo Humor se consiguen a través de su página web, www.pasancosasraras.com. “Armamos un carrito de compras que evita el recargo que cobran las ticketeras. Se puede pagar con tarjeta. O sea: ¡pueden consumir tranquilamente! Si no, un rato antes de la función, con rabioso cash, se puede consumir también con tranquilidad”, bromea. Las funciones son a las 21 en La Kermesse Teatro Bar (Anchorena 1347).

–¿Recuerda cuál fue la compra más inútil que hizo?

–Uh... ¡muchas! Por ejemplo, había un producto que se llamaba “stepper”. Supuestamente caminás sobre eso y hacés ejercicio. ¡Media vez lo usé! Fue a parar para trabar una puerta o quedó abajo de la cama. No me acuerdo en qué año, en 2003 o 2004, viajé a Nueva York. Estuve diez días, y durante nueve me sentí un idiota porque era el único que no tenía el iPod. En el subte, por la calle y en los bares todos estaban con eso. Me dije “no puedo ser tan tarado, me lo voy a comprar”. Ese día también me compré mi primera cámara digital. En el momento en que salí del negocio me pregunté para qué había comprado eso. Por supuesto que después uno le encuentra un uso. Pero mi sensación era que había sido llevado a comprarlo. Como cuando vas al supermercado: los tipos saben, la ingeniería social es gigantesca. Todos somos víctimas de esa ingeniería. Por eso el tema es interesante, porque nos podemos ver reflejados. No digo que no hay que consumir. El consumo tiene un lado positivo. Mucha gente puede acceder a cosas que en otras épocas eran inimaginables, que te mejoran la vida. Pero, a su vez, hay una catarata de porquerías que nadie usa, que después llenan bauleras, desvanes y piezas del fondo de todo el mundo.

–En el espectáculo habla de vacío existencial. ¿Es la causa por la cual compramos?

–El consumo viene un poco a hacernos creer que con eso vamos a llenar un vacío existencial y ser felices. Coca-Cola no te vende Coca-Cola, sino “destapá felicidad”. McDonald’s te vende la Cajita Feliz. No te están vendiendo una hamburguesa, sino otra cosa: una idea de bienestar que probablemente no sea tal y, de última, es súper pasajero. Trato esto con humor porque si no la gente se incomoda. La idea es que te rías de vos mismo, después recapacites y hagas lo que quieras. Me gusta el tipo de humor en que digo algo de la vida, del mundo. El humor que no habla de nada no me va. Linkeo el tema con otros, como el sexo; con conceptos que andan dando vueltas por nuestras cabezas.

–¿Cuál es su método de trabajo a la hora de subirse al escenario?

–Depende. Para este espectáculo me puse a estudiar bastante. Leí mucho y vi muchos documentales. Me llevó más tiempo. Quería tener una base sólida sobre lo que iba a hablar. Después no se ve reflejado, porque ésta no es una conferencia TED. Estuve viendo distintos puntos de vista. Y después uní lo teórico con la realidad práctica de ir al Coto o al chino.

–¿El teatro se le presenta como un respiro ante la vorágine mediática?

–Es una experiencia totalmente distinta, por el feedback con el público presente. Es otro medio, otra forma de expresión. Utilizo otras herramientas. Pero no por eso dejo la actualidad: se filtra todo el tiempo. Este sábado no digo lo mismo que el otro. Ahora tengo funciones el Día de la Lealtad, en la víspera de las elecciones, en Halloween... siempre pongo algo de lo que va a pasar. De repente se me ocurre decir algo en el momento; a veces sale bien, a veces regular, a veces no tan bien. Hay una comunión con el público que me viene a ver. Sabe de lo que voy a hablar. La magia del teatro es que por más que tengas algo escrito, se te ocurren cosas arriba del escenario y suceden otras en el intercambio con la gente. Además, tengo una libertad mayor con el lenguaje y cada gesto es importante, juego mucho con eso. En un medio, en el horario en que estoy con Víctor Hugo, hay palabras que no se me ocurre usar. Por mí, por Víctor Hugo y por el público. El teatro en general rompe un poco más con las cosas. Para eso está.

–¿Qué se siente al estar parado solo arriba del escenario?

–Felicidad. Sobre todo cuando se ríen, es un placer infinito. Si fuese por mí haría un show todos los días, uno nuevo cada tres meses. Pero no hay público para eso. A diferencia de muchos de mis colegas, a mí no me pasa que no se me ocurre qué decir. Al contrario: tengo una superproducción, mi problema es descartar.

–En Pasas cosas raras utilizaba elementos multimedia, en a no. ¿Por qué?

–La hemos abandonado. Además, no canto, para beneficio de la gente. Era complicada la multimedia, muy cara, difícil de llevar por los caminos. Me encantó hacerlo, me saqué el gusto. Pero no lo haría nunca más. A menos que tuviera una producción acorde. Cuando querés ir a algún lado, somos muchas personas, autos, hay que cargar... y no todos los lugares están preparados. Ahora me acostumbré a estar sin las pantallas. Antes me apoyaba un poco en eso y me daba seguridad. Ahora puedo estar un rato largo parado, hablando, y como lo disfruto no me canso... no necesito nada más. Por suerte la comunicación con la gente es muy buena.

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