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Martes, 24 de mayo de 2016

TEATRO › HUGO ALVAREZ Y SU PUESTA DE TARTUFO, EN LA SALA CORRIENTES AZUL

Respuestas desde el escenario

El director señala que esta obra de Molière, más que otras del autor, tiene especial resonancia con el momento sociopolítico actual. “Tartufo es un encantador de serpientes y algunos se dejan engañar y no reaccionan”, dice.

 Por Cecilia Hopkins

A diez años de su primera puesta de Tartufo, de Molière, el actor y director Hugo Alvarez vuelve con otra versión de la misma obra, esta vez con dramaturgia de Julio Millares, en Corrientes Azul, sala que él mismo dirige en el barrio de Chacarita. “Pocas obras de este autor son tan vigentes como ésta”, asegura en la entrevista con Página/12, junto a Luis Margani (el protagonista de Mundo Grúa, de Pablo Trapero, ver aparte) a cargo del personaje de Orgón, el acaudalado comerciante que intenta propiciar un cambio moral en su familia trayendo a su casa al hombre devoto y recto que finalmente resulta un simulador que sólo busca quedarse con los bienes del ingenuo paterfamilias. El elenco está integrado por Santiago Ceresetto, Judith Schmorak, Vanina Szlatyner, Diego Gallardo, Luis Marangon, Ignacio Sánchez, Pablo Faletti, Tina Octaviano y el mismo Margani.

“La idea de la puesta”, explica el director, “es recrear la comedia popular, la Comedia del Arte. De allí que hemos trabajado en diferentes técnicas teatrales para encontrar una forma de transitar las claves, códigos y juegos que propone la obra”. Otro rasgo singular de la puesta, según detalla Alvarez, es el denso maquillaje que cubre el rostro de los personajes y otros “agregados” que se suman a la caracterización de los actores: “Las grandes orejas que tienen algunos personajes están en relación a su necesidad de escuchar las adulaciones de Tartufo”, explica el director.

Alvarez se mantiene reacio a los mensajes explícitos en el teatro: “los que hacemos un espectáculo no somos carteros”, considera. Sin embargo advierte que “hoy resulta fácil identificar a los personajes de la obra, tanto en el espectro político como en el plano social”. Es por esto que, a pesar de su rechazo a restringir una puesta a una sola lectura, el director se explaya acerca de la significación que para él asume esta nueva versión del clásico: “La familia disfuncional que tiene Orgón representa, para mí, a la Argentina de hoy en manos de un adulador que los embauca y despoja de todos sus bienes”, describe. “Tartufo es un encantador de serpientes y esta obra habla de aquellos que se dejan engañar y que no reaccionan ante lo que les está sucediendo”, define el director.

–¿Hubo cambios en el texto original con la idea de acercarlo al momento actual?

–La puesta acentúa lo que Moliére señala en la obra. Afirma sus valores. También se ve la actualidad de la obra en cuanto a la opinión negativa que se tenía en aquel tiempo de la mujer. Pero Moliére pone en Dorina, la sirvienta de la casa, toda la determinación y fuerza de una mujer libre y dueña de sí misma. Hoy hay muchas Dorinas, con estudios y profesiones diversas.

–Otras obras de Moliére también muestran a personajes muy actuales…

–Sí, pero creo que Tartufo es de todas la más vigente en el momento de extrema gravedad que estamos viviendo. Esta obra hace una crítica al poder, a la hipocresía, a la doble moral. Y habla de personajes acomodaticios y de la humillación a que es sometida la gente. En una época como la de hoy, el teatro tiene que dar una respuesta. Este es nuestro aporte para hacer que la gente reaccione. Este es un país de creyentes –y no me estoy refiriendo a la religión–, de creyentes que esperan con los brazos cruzados.

–Organizaciones que nuclean a teatros independientes y centros culturales realizaron el este sábado un minuto de apagón simbólico “para encender la emergencia cultural”. ¿Está de acuerdo con la medida?

–Sí, pero que haya un paro simbólico de los teatros, un “apagón cultural”, al gobierno no le va a importar para nada. Hay teatros que ya cerraron y otros que lo harán más adelante. Y tampoco esto es tenido en cuenta. Pero como ya hay muchos arrepentidos, habría que hacer un paro simbólico de todas las actividades para que se haga evidente que hay muchos que se hacen cargo del error de haber creído en el cambio que se les prometió.

* Tartufo, de Molière. Sala Corrientes Azul (Av.Corrientes 5965) sábados a las 21.

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“Hay teatros que ya cerraron y otros que lo harán más adelante. Y esto no es tenido en cuenta.”
Imagen: Sandra Cartasso
 
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