Mar 07.06.2016
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TEATRO › VALERIA AMBROSIO Y FLOR BENíTEZ HABLAN DE TAQUICARDIA. UN LATIR DIFERENTE

“En lo ecléctico está la riqueza”

La directora y la cantante y actriz dan cuenta de un unipersonal que busca explorar terrenos poco transitados. En la frenética puesta, que tiene música en vivo de Matías Chapiro, conviven creaciones de Händel, Lou Reed, Bob Marley y Nino Bravo.

› Por Candela Gomes Diez

En algún lugar, una mujer despierta dentro de un piano de cola, rodeado de lo que parecen ser los vestigios de un estallido. El presagio del fin del mundo se cumplió y ella es la única sobreviviente. A partir de ese momento, en el que la protagonista descubra su nueva realidad, se desatará una lucha contra sí misma y contra el tiempo. Con esa idea madre como punto de partida, la directora Valeria Ambrosio parió Taquicardia. Un latir diferente, su nueva puesta teatral. Y vale la metáfora del alumbramiento, porque durante el proceso creativo ella sintió que “estaba pariendo un hijo”.

El unipersonal busca explorar terrenos poco transitados del arte escénico, y es la cantante y actriz Flor Benítez quien se zambulle de lleno en esa búsqueda. Acompañada en escena con la música en vivo de Matías Chapiro, Benítez se embarca en una interpretación frenética, en la que sólo se vale de su gestualidad corporal y de su voz de soprano lírica que conmueve e inunda todos los rincones de la sala.

Ambrosio y Benítez se conocieron trabajando en el musical Priscilla, la reina del desierto, y allí supieron que iban a encontrarse en otro proyecto. “Tenemos que hacer algo”, dijeron. Y la oportunidad llegó. “Taquicardia surgió de las ganas de contar algo, no desde el lugar del espectáculo teatral, sino desde el de una experiencia artística-escénica, porque con Flor queríamos caminar otros lugares de búsqueda y poner en juego otras cosas”, cuenta la autora y directora. “El hecho anecdótico es que yo estaba dirigiendo el Teatro Argentino, de La Plata, y me sentía encorsetada porque estaba dentro de un género que tiene muchas reglas, entonces ahí empezó la pulsión de no olvidar que yo podía hacer otras cosas. Hubo una suma de sensaciones, entre la realidad de lo que estaba ocurriendo y la necesidad de salir de eso, y ahí comencé a hacer dibujos de la puesta y se los enviaba a Flor a través del celular”, agrega.

De nutrida trayectoria como directora teatral, Ambrosio conserva la necesidad de seguir creando. A cargo de puestas como Mina…che cosa sei?, Ella y Boccato di cardinale , que integran una trilogía de homenajes a las cantantes italianas Mina Mazzini, Raffaella Carrà y Rita Pavone, y acostumbrada a trabajar con elencos no muy numerosos, en esta ocasión apostó al formato del unipersonal. “El hecho de que el actor esté solo frente a todo suma a la hora de contar que se terminó el mundo y que una persona se quedó sola y no tiene a nadie con quien espejarse más que a sí misma. Era impensable contar esta historia de soledad de otra manera.”

Y contar esa historia significó para Flor Benítez todo un desafío. La actriz y cantante lírica, quien dio sus primeros pasos en el teatro musical, actualmente integra los elencos de las obras Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores y Rufianes, al mismo tiempo que se enfrenta en Taquicardia a su primera experiencia como figura de un unipersonal. “Me di cuenta de que estaba sola en el escenario cuando estábamos por estrenar. Esta es una de las propuestas más interesantes que hice, y eso es lo que me generó una sensación de búsqueda, investigación, frustración y encuentro. Al mismo tiempo, aprendí a contar de maneras diferentes, a entenderme con Vale y a desentenderme por momentos, y rompí con estructuras mías. Me fueron cayendo fichas de a poco, como un efecto dominó, y hoy tengo una idea mucho más clara de todo lo que sucedió, y fue un proceso fantástico porque me obligó a ponerme al hombro toda una historia que depende plenamente de mí.” Benítez domina el escenario, e interpreta con una voz descomunal piezas musicales de todos los tiempos, géneros y registros. “Con Taquicardia siempre es algo nuevo, y es como surfear, porque si pierdo la ola, no me subo más. Lo vivo intensamente, con ‘taquicardia’, y cuando termina la función agradezco haber podido terminarla, porque es uno de los trabajos más difíciles que hice desde que trabajo de esto”, revela la actriz.

En escena, el texto es reemplazado por un repertorio variado, integrado por canciones populares y otras menos conocidas. “El texto hablado no me interesa, porque no tengo la facilidad de contar con las palabras, pero sí con las imágenes, y en todo caso con las palabras que traen las canciones, que también aportan información, y me parece que para estar en ese espacio más poético, la palabra no suma en este caso –asegura Ambrosio–. Está bueno que el espectador no tenga tanta data, que mire, sienta, piense qué le pasa con eso, y construya su propio guión. Por eso digo que Taquicardia es más una experiencia que una obra de teatro; es una instalación escénica.”

La selección de canciones nació de la inspiración de su doble rol de creadora-directora, aunque fue consensuada con la protagonista y el músico Matías Chapiro. El resultado es una sucesión musical inusitada en la que conviven creaciones de Georg Händel (aria “Scherza infida”); Lou Reed (“Perfect day”); Bob Marley (“Redemption song”) y Nino Bravo (“Un beso y una flor”), entre otros compositores e intérpretes. Al respecto, Ambrosio justifica el porqué de la arriesgada elección: “Son canciones que me acompañaron en la vida, pero más allá de eso la selección tiene que ver con lo que pienso del arte. Me encanta que haya estilos y géneros, pero también me interesa hacer una mezcla de todo eso. Justamente lo interesante de elegir a Flor es que con su calidad vocal ella podía transitar lo popular, lo clásico y lo barroco. Para mí tiene tanto valor una canción de Nino Bravo como una de Händel, porque el momento creativo de los dos es idéntico. Le conté a Flor que el otro día fui a ver un recital de Pimpinela, en el Luna Park, y es una bomba de energía. Es innegable que algo pasa ahí. No te vas a poner a juzgar el nivel de composición musical, porque no pasa por ahí, sino por el hecho creativo. Están movilizando a un montón de gente. Para mí está bueno valorizar eso, lo mismo que a Puccini, del cual sigo aprendiendo. Por ahí, aprendo más de unos que de otros, pero el valor lo tienen todos por igual. En lo ecléctico está la riqueza.”

* Taquicardia. Un latir diferente se presenta en el teatro Border (Godoy Cruz 1838), los martes a las 21.

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