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Lunes, 3 de diciembre de 2007

TEATRO › “TODO VERDE Y UN ARBOL LILA”, DE JUAN CARLOS GENE

Cartas enviadas desde el horror

Las rupturas que generan el terror y la violencia, la fugacidad de la vida en un tiempo de persecución y muerte. Esos son los temas de esta obra que aborda el antisemitismo desde un lugar diferente, alejándose de un enfoque biográfico convencional.

 Por Hilda Cabrera

“... un árbol lila, porque lila era yo, así decían...” El enigma del árbol lila permanece, aun cuando la letra arromanzada que se canta al comienzo de la obra tira pistas al espectador intrigado por el título. En este espectáculo –nacido del hallazgo y traducción de sesenta cartas enviadas desde Alemania por una muchacha judía a su hermano, inmigrante en la Argentina de finales de la década del ’30–, la figura velada de la mujer que canta detrás de una transparencia expresa, acaso, el brillo y la fugacidad de la vida en un tiempo de persecución y muerte. La historia es narrada por el “personaje” Juan Carlos Gené, actor, director y autor de esta obra inspirada en la correspondencia real de una tía de la actriz Daniela Catz. Un trabajo que sacude y emociona al presentar la realidad de aquella mujer madura que canta; la de un padre y una madre indefensos y la de Lotte, autora de las cartas, la joven hermana, delicada y luminosa, que busca salidas ante el avance de una ideología devastadora.

Lotte y su familia padecen ese avasallamiento, expuesto aquí en escenas cortas, directas, significativas. No es el caso del joven emigrado Rudi Laser, el hermano hábil para las matemáticas y el fútbol, decidido a ganarse un lugar en una sociedad con instituciones y funcionarios que obstaculizan de mil maneras la obtención de visas. En este punto, la obra rebate el mito de la Argentina abierta a los necesitados del mundo. Son los años de la restricción de cupos y el rechazo institucional –aunque no declarado– de judíos.

Catz se representa a sí misma y a su tía Lotte, y Gené intercala textos propios, apuntes históricos y reflexiones en torno de los inmigrantes judíos. Así, entre fotos proyectadas sobre una pantalla, el autor redescubre asuntos de la historia argentina; el alcance de una “circular secreta” de 1938, discriminatoria para los emigrados judíos; y los hechos humillantes y crueles que se suceden en Europa y afectan a la familia Laser, donde el padre sastre sufre la quemadura de sus manos con alquitrán antes de ser apresado. Gené no olvida mencionar la Kristallnacht (“noche de cristal” o “la noche de los cristales rotos”), la del 9 al 10 de noviembre de 1938, cuando en toda Alemania estallaron ventanas, se derribaron puertas y se quemaron comercios, sinagogas y casas de judíos, a su vez maltratados y asesinados.

El candente antisemitismo hacía estragos, y en la Argentina el brote tuvo apoyo gubernamental. Se cerraba la entrada a los judíos a través de circulares que tuvieron el visto bueno de José Luis Cantilo, ministro de Relaciones Exteriores, y del presidente Agustín Pedro Justo (en ese cargo, entre 1932-1938), a quien sucedió Roberto M. Ortiz (entre 1938 y 1942), también años difíciles y exponentes del ciclo del fraude.

Estos y otros apuntes, introducidos a modo de acotaciones, señalan injusticias y dan cuenta de la desesperación de los que intentaban emigrar. Como si se tratara de una charla ilustrada, se proyecta en escena un mapa sobre la expansión de Alemania, apenas una línea para subrayar el sometimiento de Austria y Checoslovaquia y otra más para recordar las rutas del éxodo judío.

Gené elabora así un diálogo imaginario entre Rudi (cuyas cartas se perdieron en Alemania) y su hermana, y facilita la circulación entre los diferentes órdenes de la realidad de sus personajes y su mundo imaginario. Pero son los intérpretes de la familia Laser, todos destacables, los que transmiten con pasión contenida el desgarramiento que produce tanta ignominia y tanto arrebato del idioma propio y de la propia cultura. Este es otro aspecto fundamental de esta puesta que se caracteriza por su vitalidad e impulso poético. La originalidad la aportan las actrices y los actores al expresar –a veces con gestos mínimos– las profundas rupturas que generan el terror y la violencia. La obra escapa así del camino biográfico convencional, y a diferencia de lo habitual en el teatro, los personajes no se eclipsan unos a otros. El montaje devela de este modo –y sin golpes bajos– la totalidad de esas vidas, sus circunstancias y azares.

8-TODO VERDE Y UN ARBOL LILA

De Juan Carlos Gené

Intérpretes: Juan Carlos Gené, Daniela Catz, Esteban Pérez, Francisco Cocuzza, Livia Fernán y Mario Petrosini.

Escenografía y vestuario: Carlos Di Pasquo.

Música original: Luis María Serra.

Asesoramiento idiomático: Paula Ransenberg.

Producción TNC: Melina Ons.

Asistente de dirección: Mónica Quevedo.

Texto y dirección: Juan Carlos Gené.

Lugar: Sala Orestes Caviglia del Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815.

Funciones: jueves a sábado a las 20.30, y domingo a las 20. Duración: 80 minutos.

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Todo verde... puede verse de jueves a domingos en la sala Orestes Caviglia del teatro Cervantes.
 
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