Lunes, 3 de diciembre de 2007 | Hoy
MUSICA › HOY EMPIEZA EL FESTIVAL DE TANGO DEL TASSO
Con la excusa del encuentro musical que hoy empieza y se desarrollará durante todo diciembre, glorias tangueras y exponentes de la nueva generación se reunieron para hablar del momento actual del género. Todo condimentado con un jugoso anecdotario.
Por Karina Micheletto
Si sus protagonistas las recordaran todas, las anécdotas aquí reunidas alcanzarían para editar El Libro Gordo del Tango, en varias ediciones. El Festival de Tango del Tasso, que comienza hoy y se extiende durante todo el mes, logró reunir un seleccionado de grandes glorias del tango, junto a lo mejor de la nueva guardia que hoy por hoy compone, dirige, arregla e interpreta, todos programados en un mes de lujo (ver aparte). Leopoldo Federico, Mariano Mores, Ernesto Baffa, Julio Pane, Rubén Juárez, Susana Rinaldi, Adriana Varela, Horacio Molina, Rodolfo Mederos, Víctor Lavallén, María Graña, Néstor Marconi, Mario Abramovich, Eduardo Walckzak, son algunos de los maestros que pasarán por este festival. Compartirán escenario con la generación que continúa el legado del género: Pablo Agri, Nicolás Ledesma, Lidia Borda, Dolores Solá, Soledad Villamil, Ariel Ardit, grupos como El Yotivenco, La Petitera o Astillero, entre otros.
La presentación del festival, contados los protagonistas reunidos para la foto en el boliche de San Telmo, regaló postales tangueras históricas. Leopoldo Federico le cuenta a Mariano Mores la forma en que se integró a su orquesta, cuando el autor de “Uno” dirigía la formación estable de Radio Belgrano. Ernesto Baffa –un número uno, integrante de orquestas como las de Troilo o Salgán– saluda la llegada de Federico: “¡Epa! ¡Hay que hacer la venia cuando entra este señor!” Mores alaba las piernas de Dolores Solá y Horacio Molina, siempre tan caballero, se divierte capturando las jugosas charlas que generan los encuentros. “¡Señorita, usted debe estar pensado que acá hay un olor a geriátrico bárbaro!”, se carga a sí mismo Federico, sentado junto a Mores. “¡Si entre los dos hay 170 años!”
Página/12 reunió a algunos de los representantes de la nueva guardia del tango, compositores, arregladores y directores de orquesta: el pianista Nicolás Ledesma, el violinista Pablo Agri, el bandoneonista Horacio Romo, y a una de las voces de esta generación ya asentada en el tango, Dolores Solá, junto a los maestros que les pasaron la posta: Ernesto Baffa, Leopoldo Federico y Mariano Mores. Entre tanta excitación por los encuentros y reencuentros cruzados, el tema aparece como una suerte de oposición de los mundos de la música y de la danza, donde parece verificarse en forma exclusiva el momento de bonanza de género, con las puertas abiertas hacia un mundo que paga en euros, dólares o yenes. ¿Es ésta efectivamente una buena etapa para el tango?
Ernesto Baffa: –Pregúntele a la juventud. ¡Yo ya hice mi viaje, crucé el Pacífico y el Atlántico!
–Por eso mismo, puede evaluar al tango hoy...
E.B.: –La verdad, trabajo hay muy poco. Con estos monstruos que tengo acá al lado (señala a sus compañeros de mesa) no se ve la continuidad de trabajo que tendría que haber. Con la Selección de Tango, por ejemplo, hacemos un trabajo y quizá pasan meses hasta que vuelven a llamarnos.
Pablo Agri: –Convengamos que él viene de otra etapa. La época de gloria, donde en cualquier boliche había una o dos orquestas en vivo, y los músicos tenían cuatro o cinco funciones por noche, no vuelve más.
Dolores Solá: –Por supuesto que si lo comparamos con lo que pasó de los ’70 en adelante, el tango vive un buen momento. Durante muchísimo tiempo el tango pasó a ser una música del pasado, rechazada por una gran mayoría de la gente. Eso cambió. Ahora, también es una realidad que la oferta en Buenos Aires es enorme, y el público de tango sigue siendo reducido. En la Argentina, el tango vende poco. Es más una marca internacional, con mucho glamour, que una presencia musical, con toda la dignidad que merece el género.
Nicolás Ledesma: –Como música, el tango sigue teniendo éxito. Lo que ya no existe es el soporte que tenía en otra época: se grababan discos que vendían mucho, había programas de radio y televisión muy populares, los medios estaban muy comprometidos con la música nacional. Hoy el tango vive más en la fuerza que podemos poner los músicos que lo amamos.
Horacio Romo: –A diferencia de lo que vivió Baffa, hoy nosotros estamos en diez grupos diferentes, nos movemos para generar nuestras fuentes de trabajo.
–Eso tendrá sus pros y contras...
N.L.: –De alguna manera el proyecto artístico se va deteriorando, porque no tenés toda la energía puesta en una idea. Antes se podían lograr varios estilos de orquesta porque los músicos tenían una conducta de trabajo y una continuidad. Por eso por momentos sentimos que hemos tocado con mucha gente, y ahora tenemos que hacernos más lugar para nuestros propios proyectos.
P.A.: –Antes vos entrabas a la orquesta de Federico y no salías más. Cuando un músico de una orquesta tocaba en otra, se hablaban los directores para dar el permiso, para “el pase”. ¡Era Boca-River! Nosotros hicimos el camino de otra manera, pero también es valedero. A lo mejor en aquella época no tenían la suerte de tocar con gente tan distinta, era el pianista de tal o el violinista de tal y te quedabas encasillado ahí. Nosotros tenemos otro estímulo.
N.L.: –Ahora tocamos en todos los equipos. ¡Se globalizaron los pases!
–¿En este sentido notan un avance del género en los últimos años?
P.A.: –Sí, con respecto a cinco o seis años atrás hay más movimiento, por ejemplo hay festivales de tango no sólo en Buenos Aires, también en el interior del país, los de Córdoba y San Luis son importantes y con gran movida.
N.L.: –Es una plataforma que vamos a disfrutar dentro de unos años. Lo importante es que gane fuerza esta agenda tanguera en todo el país.
D.S.: –Lástima que todavía hay un gran porcentaje de tango que hace covers, algo que existe en todos los géneros menos en éste. La mayoría de los músicos y cantantes hacen temas tradicionales antiguos, eso está bien, pero lo que mantiene un género vivo es el presente que se nutre de esas fuentes. En la evolución de otras músicas tradicionales como el fado o el flamenco, se ve que hay una cuota de tradicionalismo lógica, pero lo que lleva adelante a esos géneros es lo que se hace en el presente. Eso acá recién está empezando a ocurrir.
–Esos covers tangueros apuntan por lo general a la danza del tango, que es el circuito que mueve más dinero. ¿Cómo la evalúan?
H.R.: –Me parece bárbaro que la danza mueva dinero, pero yo me quedo con la música. Los bailarines siguen bailando con las orquestas del ‘40, no evolucionaron. Hay un auge del baile que viene de Europa, y es importante, pero se quedaron en el tiempo.
N.L.: –El tango también es una moda, mucho de lo que se vende como tango no es tango. También del tango tradicional se fueron al electrónico. En los boliches para el turismo todos los espectáculos son iguales: se baila lo que funciona, lo que es muy conocido. El tango pasó a ser una moda o una especie de reliquia, tipo estatua. Se perdió eso de hacer música original para un espectáculo, y hacerla con seriedad. Para la obra El patio de la morocha, por ejemplo, Troilo escribió nada menos que “Patio mío”, un tango monumental.
E.B.: –¡Sí, claro, si yo estaba ahí! Si estuve casi quince años con Pichuco, me acuerdo de la obra ésa...
–Entonces la música y la danza del tango funcionan en forma bastante separada, son dos ambientes que no se cruzan.
N.L.: –Sí, y evidentemente es más difícil llevar adelante lo nuevo, hay que remar más. Los bailarines van a “La yumba”, van a lo seguro. Nosotros tenemos que arriesgar. Son ambientes diferenciados, y no debería ser así: deberían coincidir mucho más.
D.S.: –Ocurre que, más allá de lo precioso que es ver bailar tango, la danza es más fácil que la música. La música, sobre todo cuando son temas nuevos, y poéticas nuevas, exige otra disposición del público, otro nivel de profundidad. Por eso el auge del tango electrónico, que no exige nada de su público, solamente una presencia en ese momento. Es una música muy digerible, para el que le gusta, claro, para que el no le gusta es indigerible. Digamos la verdad: nosotros cantamos o tocamos y tenemos un grupo de gente que nos sigue, pero la gran masa escucha tango electrónico, que es más fácil. Es verdad, tenemos más posibilidades que hace quince años, y existe una noche porteña de la que participamos, pero, por otro lado, lo que más se ve es la frivolidad de la moda del tango. Los publicistas que usan al tango para un aviso de vino no ponen a Troilo, ponen tango electrónico. Eso es lo que muchos entienden por tango hoy.
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