Viernes, 4 de abril de 2008 | Hoy
TEATRO › RUBEN SABADINI Y SU PUESTA DE ESCUELA NOCTURNA EN EL TEATRO DEL VIEJO PALERMO
El director adaptó una obra pensada para la radio: “Traté de poner la lupa en el mecanismo de la mentira y de la verdad”.
Por Cecilia Hopkins
Lacónicos, reticentes, los personajes de las obras de Harold Pinter (1930) se permiten largos silencios. Y son muchas veces estas pausas las que revelan sus verdaderas motivaciones. De modo que aquello que los personajes no dicen, el subtexto, se vuelve un componente central en el lenguaje subterráneo y perturbador que se va creando a lo largo de cada obra. Escrita en 1960 por el autor de El amante y Viejos tiempos y en principio concebida para radio, Escuela nocturna es un texto que no había sido estrenado en el país. Dirigida por Rubén Sabadini, con traducción de Rafael Spregelburg, la obra acaba de subir a escena en el Teatro del Viejo Palermo (Cabrera 5567). El elenco está integrado por Liliana Teruel, Haydee Aristizabal, Carola Picasso, Favio Rizzotti, Eduardo Peralta y Gabriel Melzi. En la pieza hay una historia explícita y otra que permanece escondida en lo que los personajes no dicen u ocultan. La acción comienza cuando Walter, que acaba de salir de la cárcel, vuelve a la casa de sus tías y encuentra que su habitación fue ocupada por una mujer que trabaja como maestra de escuela. O al menos eso es lo que ella afirma. Pinter diseña una serie de personajes que “mienten para sobrevivir, para manipular y ocultar deseos abyectos y para tener poder sobre otro y dominarlo”, según expresa el director en conversación con Página/12. Para Sabadini, esta obra de Pinter permanece vigente a pesar de haber sido escrita hace casi medio siglo.
–A pesar del laconismo que caracterizan sus textos, ¿por qué cree que Pinter –al igual que Beckett– escribió para radio?
–Creo que tanto Beckett como Pinter utilizan el lenguaje de la radio para denunciar la fragilidad y la inoperancia de la palabra hablada. Aunque con procedimientos dramatúrgicos diferentes, muestran en sus trabajos para ser “oídos” la ineficacia del lenguaje cotidiano.
–¿Cuál es el modo particular que encuentra cada uno para mostrar esa ineficacia?
–Beckett lo hace fragmentando el texto y utilizando cataratas de frases y palabras y Pinter lo hace a través del vacío que provoca la conversación cotidiana. En Beckett, la palabra hablada es el último intento de comunicación. En Pinter la palabra hablada es el último recurso para no decir algo que nunca va a ser dicho. Cierta vez le preguntaron a Pinter cuál era el género de su obra, a lo que Pinter contestó: Es realismo pero no es realismo. En esta ambigüedad estalla y se expresa su obra. Por eso puede ser vista como también escuchada.
–¿Qué forma de elocuencia asume un texto cuando hay que imaginar a quienes lo producen?
–Con la obra traté de construir una nueva singularidad de sentido con lo que quiero como director y con lo que la obra y el autor ya poseen como lenguaje. Pinter da pautas para determinar cuáles son los elementos de lenguaje propuestos: la pausa, lo dicho y lo no dicho, las mentiras, la dominación, etc. El trabajo es llevarlo a la escena y configurar los signos adecuados.
–¿Por qué poner en escena una pieza concebida para ser oída?
–Que la obra haya sido concebida para ser oída o para ser vista es exactamente lo mismo para mí. Traté de poner la lupa en el mecanismo de la mentira y de la verdad, de la ambigüedad de sentido y, principalmente, en el de la dominación. Eso me parece más interesante que saber para qué medio fue concebida. De hecho, cuando leí por primera vez Escuela nocturna ni siquiera tomé en cuenta el hecho de que había sido escrita para televisión y luego estrenada en radio.
–¿Qué elementos cree que se pierden y cuáles cree que se ganan en el traslado?
–Se ganan y se pierden elementos en cualquier traslado de formato, de un libro a la radio se pierde imaginar las voces y los sonidos, de la radio a la televisión se pierde imaginar la forma de los actores. Pero del teatro al libro, el teatro gana por varios cuerpos, porque el espectador ve al actor creando “ese mundo singular” en ese instante, ahí, sobre el escenario.
–¿Qué valor dramático tiene lo que no se dice en Pinter?
–Lo que no se dice, lo no dicho, en Pinter tiene el aspecto de la información que se utiliza o se oculta para detentar poder sobre un otro, para sojuzgarlo. La información en Pinter es puro poder, un poder que es siempre mezquino y se utiliza sólo para satisfacer el rédito propio. Otro aspecto es el uso dramatúrgico de la pausa (característica de gran parte de su obra), en las pausas se revelan los motivos verdaderos. Pinter dice “sólo en silencio nos comunicamos”.
–¿Qué diferencias encuentra entre esta obra y textos más actuales de Pinter?
–Más que diferencias encuentro similitudes, porque toda la obra de Pinter está atravesada quizá por un solo tema, el de la dominación. La diferencia está en que, a medida que fue pasando el tiempo, su discurso fue abandonando cierta metáfora para volverse más descriptivo en cuanto a la crítica sobre el poder dominante. Un caso tal vez literal es Luz de luna, donde se nombran explícitamente en la obra a militares argentinos: Galtieri, Videla y Rojas. También hay otra obra de su última etapa, La lengua de la montaña, sobre la desaparición del dialecto kurdo por parte del poder. Muy interesante de ver y escuchar es el discurso que dio cuando recibió el Premio Nobel, una obra maestra de la valentía política.
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