Miércoles, 23 de abril de 2008 | Hoy
TEATRO › DIEGO KOGAN, DE LA ASOCIACIóN ARGENTINA DE TEATROS INDEPENDIENTES
El director e iluminador plantea toda una serie de paradojas en la situación de las salas independientes, que fueron invitadas a participar del Festival de Teatro, pero a la vez viven en un limbo en lo que respecta a las habilitaciones.
Por Hilda Cabrera
Los teatros independientes de la ciudad piden con urgencia a Cultura, a cargo del ministro Hernán Lombardi, que se coordine todo lo referente a las habilitaciones. La demora impide a las sesenta salas agrupadas en la Asociación Argentina de Teatros Independientes (Artei) participar en el Festival de Teatro al que fueron convocadas por Lombardi y que –según se anunció– se realizaría entre el 19 y 25 de mayo. En diálogo con Página/12, el director e iluminador Diego Kogan –presidente de la cooperativa que conduce el Teatro Payró e integrante de la Asociación– señala que se ha presentado un pedido formal a Cultura para concertar una entrevista que incluya a Habilitaciones. “Los teatros independientes tienen una legislación específica, una sobre los teatros preexistentes y otra sobre los teatros a futuro. Con muy buena disposición, Lombardi envió a la Legislatura un proyecto de ley que prorroga por un año el plazo para que los teatros se adecuen a las normas, porque el anterior vence el 8 de mayo y no se pudo avanzar con las modificaciones.” Los subsidios de Proteatro (cuyo ejecutivo es el actor y director Onofre Lovero) llegaron finalmente, pero tarde, y surgieron otros problemas: “Los arquitectos no daban abasto para cumplir su tarea y los técnicos no se animaban a firmar las habilitaciones, porque no sabían exactamente en qué punto de las leyes se encontraba cada sala”.
–¿Aun con esos inconvenientes se les pidió participar?
–La propuesta partió de Lombardi, pero pasaron los meses y quedó sin articular algo que consideramos muy importante: una mesa de enlace de los Independientes con Cultura y con Inspecciones y Habilitaciones. Es urgente que sepamos cuáles son las normas y dentro de qué plazos debemos cumplirlas. Los inspectores llegan a las salas sin saber qué inspeccionar ni cuáles son las leyes que corresponde aplicar.
–¿Se habían organizado anteriormente mesas de enlace?
–No, pero desde Cultura se pueden convocar. Nosotros no tenemos ningún contacto con Habilitaciones, salvo cuando vienen los inspectores. Por otro lado, es necesario que la Legislatura apruebe el pedido de prórroga para adecuar los teatros a las normas. Nosotros manifestamos la firme voluntad de respetar las normas, pero necesitamos tiempo: algunos arreglos no se pueden realizar en plena temporada, tampoco podemos cerrar el teatro para las reformas. Lo importante es que se articule una instancia que agilice el diálogo.
–¿Qué pasará entonces con el festival?
–Por ahora postergamos la participación. Se da la paradoja de que nos invitan al festival, pero nos pueden cerrar la sala si Habilitaciones observa que han vencido los plazos para los arreglos. Cultura encargó la organización a Proteatro, que demoró en el armado. Seguramente se hará más adelante, cuando Cultura no esté promocionando otro evento, porque ganas hay. Proteatro funciona bien para algunas cosas, y bastante trabajo tiene. Por supuesto, siempre hay algo para mejorar, también en Artei. El tema de los subsidios está funcionando. A las salas se nos dio un subsidio extraordinario para ponernos al día con la ley.
–¿Qué falta entonces?
–Tiempo y diálogo. La actividad teatral tiene sus particularidades. Los funcionarios no podrán conocerlas a fondo si no se sientan a charlar y se las contamos.
–¿Qué pasa con los teatros de los centros barriales?
–Estos tienen otra problemática. Dependen directamente de Cultura de la ciudad. Nosotros podemos solidarizarnos, pero no somos empleados de Cultura. Los que integramos Artei nos juramentamos: si cierran una sala cerramos todos. Esperamos no llegar a esto.
–¿Cómo definiría a los grupos y salas independientes?
–Es difícil perfilarlos. La característica está en los materiales que se eligen para investigar, lo que llamamos “materiales de riesgo”, en el tipo de producción, el equipamiento técnico, las dimensiones de las salas... Nos ha costado mucho que se promulgaran leyes de apoyo para los independientes y no queremos que sean malinterpretadas o nos sucedan cosas tan absurdas como el pedido del área de salud de la ciudad de colocar máquinas expendedoras de preservativos en las salas. A la gente no se le ocurre comprar preservativos en el teatro, pero nosotros caímos en eso, obedecimos y fuimos, como tontos, a comprar máquinas.
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