Viernes, 3 de diciembre de 2010 | Hoy
CHICOS › ENTRE HOY Y EL DOMINGO SE REALIZARA EL PRIMER FESTIVAL DE ESPECTACULOS PARA GENTE CHICA
Luis Pescetti, Los Macocos, Mariana Cincunegui, Marcelo Katz, Falsa Escuadra y los brasileños Palavra Cantada serán parte de este encuentro. “Queremos que la disparidad de propuestas sea para que venga disparidad de públicos”, dicen las organizadoras.
Por Sebastián Ackerman
Siempre hay una primera vez. Lo curioso en este caso es que, habiendo una vida cultural tan importante, productiva y diversa en Buenos Aires sea la primera vez para un festival pensado para los más chicos, y los no tanto: desde el próximo viernes y hasta el domingo se desarrollará la primera edición del Festival de Espectáculos para Gente Chica, en donde se podrá disfrutar de shows teatrales, de títeres, musicales y circenses. “El primero de muchos”, apuesta Vanina Judkovsky, organizadora del festival junto a Verónica Goldzmidt. Ambas explican a Página/12 que la idea “surgió de percibir que había un espacio vacante de propuestas festivaleras. A nosotras nos gusta concurrir a festivales de teatro y música, y nos encanta el formato festival, eso de saber que en un fin de semana hay muy buen material para elegir”. La propuesta se concentra en lo que denominaron “el primer distrito infantil”: cuatro teatros en la zona del Abasto.
La selección de los espectáculos que formarán parte de este primer festival incluye obras de Luis Pescetti, Claudio Hochman, Mariana Cincunegui, Los Macocos, Marcelo Katz, Falsa Escuadra, Mariana Baggio y la Compañía Sobran los Medios. También estarán los brasileños Palavra Cantada (ver recuadro), que generan furor en su país con su música para chicos y que visitan por primera vez la Argentina para presentar su disco en español. “Están cubiertas las distintas áreas y las distintas edades, para que pueda ser interesante para los más chicos y los no tan chicos, e incluso interesante para los adultos también”, sostiene Goldzmidt. Y Judkovsky asegura que la división entre espectáculos “para chicos” y “para grandes” es prejuiciosa: “Me encontré viendo cosas para chicos que están muy buenas, y las que están buenas, están buenas para todos”. “Hay muy buenos espectáculos, tanto musicales como teatrales, que son para todo el mundo. No decimos padres e hijos, sino grandes y chicos, y tampoco ‘infantil’, porque es un término más bien peyorativo, y queremos que la disparidad de propuestas es para que venga disparidad de públicos, y que cada uno encuentre el producto cultural que busca”, argumenta.
“A esta altura del año estaba apagando las luces del boliche, pero cuando me convocaron dije ‘bueno, una más’”, confiesa Luis Pescetti, y compara lo que representa esta movida en relación con lo que sucede en el resto del mundo: “Hay sólo dos casos en habla hispana de festivales para chicos no organizados gubernamentalmente, por eso esto me pareció buenísimo”. De todos modos, asegura que no lo sorprendió, porque “en nuestro país se hacen muchísimas cosas para chicos, más de las que se ven, y muchas son muy buenas, por eso hay que apoyarlas”. El músico y escritor, con amplia trayectoria y éxito probado con los más bajitos, presentará No son horas. Pescetti se entusiasma con la continuidad de este festival para futuras ediciones, ya que cree que “es tal la presión de consumo, mediática y de marketing, que va a provocar que la gente necesite más y más espacios verdes culturales sustentables”.
Una de las apuestas del festival es la participación de Los Macocos con su Pequeño papá ilustrado, manual deformación. “Estoy completamente de acuerdo”, dice Daniel Casablanca apenas se sienta, y Martín Zavala cuenta que cuando los llamaron para este festival aclararon: “Ojo que el guiño está puesto en el adulto, no en el niño”. “Pero igual nos convocaron”, aclara. ¿Por qué, entonces, aceptaron este de-
safío? “En la obra, los chicos aparecen sugeridos, nunca en escena”, analiza Gabriel Wolf. “No sé si llamarlo algo fantasmal. Lo que el pibe pesca es la burla que nosotros hacemos a cierta forma de educación o de ‘ser normal’, y eso está bueno.” Zavala opina que “se sienten identificados del otro lado, del lado del reto”. “Es el lugar que los padres tienen del fracaso, del antihéroe. Ya cuando levantás la voz como papá, te das cuenta de que estás perdiendo, y en ese lugar siempre lo único que salva... es el amor (risas). Creo que es un poco así, que el cariño te salva”, sostiene.
Uno de los mitos a combatir con esta nueva propuesta es que es posible encasillar a los espectáculos como “para chicos” y que los adultos acompañan pero no pueden disfrutar de la obra. Como ejemplos de este intento de descontracturar la grilla, Judkovsky señala que Pescetti se presentará a la noche y Los Macocos se subirán al escenario por la tarde. “Hay muy buenos espectáculos, tanto musicales como teatrales, que son para todo el mundo”, asegura. Casablanca comparte la lectura de la organizadora acerca del horario en el que actuarán Los Macocos: “A veces está demasiado estipulado lo que es para chicos y lo que es para adultos, y los adultos van obligados a ver lo que es para chicos. Ahora los padres pueden llevar obligados a los chicos a ver espectáculos para adultos”, bromea.
Trabajar en este rubro, que apunta a una etapa de formación en la que los chicos tal vez concurren por primera vez a una sala o empiezan a definir sus gustos por el arte, es una elección que los artistas definen, y no una etapa menor en sus carreras. Clorinda Gatti y Pablo Schapira, que suben al escenario para representar La merienda, afirman que hay que “tratar a los chicos como personas inteligentes que son, y proponerles algo diferente”. La obra es sobre el amor entre una mujer de 40 años que va a merendar a un bar y un mozo de 60, y cómo es que un amor imperfecto puede, a pesar de todo, concretarse. “Les presentamos una forma de amor que pueden ver en sus viejos, sus abuelos, sus maestros”, comparten. Por su parte, Pescetti postula que esa comunión que se genera con los chicos tiene una parte que “no es intencional”. “¿Cómo lográs entenderte con tu hijo? Lo sentís. Con el público me entiendo así: lo siento y me conmueve. Y elijo no decirle cómo tiene que ser. Obvio, cuando uno saca una foto también es una editorialización, pero trato de no hacer una maqueta de lo que tiene que ser una vida”, explica.
Los Macocos, que en sus inicios trabajaron también para el público infantojuvenil, recuerdan sus experiencias con una platea de bajitos. “Muchas veces hicimos espectáculos para chicos y siempre la fantasía era imponerlos en otro horario para que pueda verlos más gente”, rememora Casablanca. “Está bueno que a los espectáculos que están pensados para grandes también los chicos tengan la posibilidad de verlos”, desafía. Zavala agrega que lo que más le interesa de esa experiencia “es recuperar algo del teatro popular, en el sentido de que es para el pueblo”. “Nuestra intención es hablarle a la mayor cantidad de gente posible, no importa la edad ni el sexo ni la elección sexual que tenga. Simplemente, que venga a vernos y se divierta”, se ilusiona. Y enseguida cuenta una anécdota de una función que dieron en Corcovado, un pequeño pueblo chubutense de 2000 habitantes, donde sólo fueron a verlos las mujeres y los nenes. “¡Todos los varones estaban en un partido de fútbol!”, concluye entre risas.
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