“¡Salgan, chicos, a la Feria del Libro!”, anuncia bien esta sección, en sus recomendaciones. Y es que, si la Feria del Libro resulta un atractivo por múltiples motivos, el de llevar a los chicos aparece cada vez con más fuerza como uno más. Este año, la programación del llamado Patio Infantil de la Feria se extiende desde las 14.30 hasta las 20, con espectáculos, talleres y narraciones de cuentos. Muchos de ellos cuentan con traducción en lengua de señas, llegando así a un público más amplio. Y están, además, los stands de las editoriales dedicadas a la literatura infantil y juvenil. Pero lo que también sorprende este año es que hay actividades pensadas para nenes ¡desde 9 meses! La sección Chicos fue a la Feria del Libro y encontró pibes y bebés de lo más lectores.

El Patio Infantil, convenientemente ubicado a un costadito del Pabellón Azul, tiene tres salas interesantes para los chicos. En una, el “espacio de juegos”, los susodichos pueden entrar a jugar con pinturas, encastres, bloques, camioncitos y otros chiches, bajo la supervisión de cuidadoras. Los papis y las mamis se quedan del lado de afuera, a lo sumo mirando a través de unas ventanitas; mientras los chicos juegan, es momento de descanso en medio del trajín que es la Feria. A unos metros de allí, la biblioteca ofrece ejemplares de títulos infantiles, y un espacio con silloncitos, puffs y almohadones para que los chicos se sirvan y lean (o escuchen) los cuentos elegidos. Por último, en la sala de espectáculos y talleres rota durante todas las tardes una programación que abarca diferentes edades.

La Bebeteca, que propone la docente y narradora Geraldina Rayo, especializada en narración oral para bebés, abre un espacio para que los más chicos entre los chicos también se conecten con los cuentos. Es, de algún modo, un espacio disruptivo en medio de la siempre bulliciosa Feria del Libro: como un corte espacio-temporal, a puertas cerradas, donde los bebés y los nenes, acompañados de los padres (también se requiere la participación activa de estos últimos) juegan, cantan, escuchan historias y cuentan, a su modo, sus propios cuentos, con sus ritmos, sus tonos y sus tiempos. Ingresar a la Bebeteca requiere entonces un “cambio de frecuencia”, o más bien lo impone con su encantadora propuesta. Afuera, la Feria sigue con sus anuncios a micrófono abierto, sus filas para firmas de ejemplares, sus anuncios coloridos y sus presentaciones multitudinarias. Adentro, los chicos y los bebés descubren cuentos.