Sábado, 28 de julio de 2012 | Hoy
CHICOS › UNA LAGRIMA DE MARIA, POR EL GRUPO DE TITIRITEROS DEL TEATRO SAN MARTIN
Por Emilia Erbetta
Cuando su papá, Ariel Bufano, escribió Una lágrima de María, la obra que hoy ella dirige y el Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín interpreta en el Teatro Sarmiento, Ariadna Bufano tenía 9 años. “Eran titiriteros que todavía hacían los títeres y los retablos en su casa, Ariel tallaba y Adelaida (Mangani, su madre) cosía”, recuerda Bufano hija, que en aquellas épocas –era el año 1974– se aprendió de memoria la obra de tanto verla: “Era la típica situación de padres que trabajaban y me llevaban con ellos al teatro. La vi ocho mil veces y me quedaron grabados muy fuerte los personajes interpretados por Ariel y Adelaida”, cuenta la actriz y titiritera que con Una lágrima de María debuta como directora. La obra retoma a Juancito y María, los personajes creados por el Maese Javier Villafañe, y los pone ante la locura de un científico ambicioso que necesita la lágrima de una mujer enamorada para crear una bomba que le permitirá dominar el mundo.
Después de muchos años como titiritera, a Ariadna le empezó a picar “el bichito de la dirección”, como ella misma lo define. Pero para empezar quería un material sólido. Durante todo ese tiempo, la historia que había escrito su papá estaba literalmente guardada en un cajón, nunca más se había vuelto a presentar. “Al principio fue terrible –reconoce–, porque no sabía cómo iba a hacer para sacarme toda la impronta que tenía encima de la mecánica de la obra, de cómo eran los objetos, los títeres.” El despegue de la versión original empezó cuando tuvo la primera reunión con la escenógrafa, Julieta Ascar, que le preguntó qué quería decir con la obra: “Ahí empezamos a trabajar y yo fui dándome cuenta del peso que tenía para mí y que lo que me interesaba decir es que es posible luchar en un mundo mejor. Yo creo en las palabras finales de Juancito cuando él habla de ‘trabajar’, porque estoy convencida de que lo que nos va a salvar es el trabajo”.
El Sabio Don Imperio Atómicus quiere dominar el mundo. Como buen científico loco tiene un ayudante, Protonito, que le teme, le obedece y lo sigue en todos sus planes delirantes, como secuestrar a María para obtener el último ingrediente de la bomba que le permitirá conquistar el universo. Los cuatro personajes principales se mueven entre dos retablos, el laboratorio del científico y la casa de los enamorados, y en el medio se abre una pantalla donde se proyectan las imágenes que contextualizan las escenas que suceden fuera de esos dos ámbitos. “Es un ingrediente nuevo que funciona como un objeto dramático más y no compite con la técnica del guante, que es muy tradicional y tiene una cosa muy pura que produce una identificación automática del público con el títere”, explica Ariadna. Para esta nueva versión, decidió mantenerse lo más cerca posible del texto original y fue agregando algunos detalles nuevos, como que en el final se proyecte sobre la pantalla el camino de la última escena de Tiempos Modernos, o que el científico tenga una mascota. También tuvieron que alivianar algunas escenas, como la del secuestro de María: “Al principio lo trabajábamos más seriamente. Pero me di cuenta de que era re-heavy: Ariel la escribió en el ’74, pero después del ’76 hablar de rapto y de secuestro es muy fuerte. Entonces a esa parte tratamos de darle un tono de comedia”.
Ariadna define la elección musical que acompaña la obra con tres palabras: “Es re-hippie”. “Power to the people”, “Stand by me”, canciones de amor de Yoko Ono, la versión de Emerson Lake and Palmer de “Romeo y Julieta” de Prokófiev: ésta es la música de Una lágrima de María. “Yo nunca pensé en música para niños, sino en música maravillosa, porque estoy convencida de que a los chicos hay que darles calidad.”
Una lágrima de María |
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