Trabajar desde la literatura infantil y juvenil sobre los valores no es tarea fácil. A veces, los relatos pueden caer en la superficialidad y no proponer nada nuevo. Entonces, el libro se vuelve poco entretenido y puede correr el peligro de ser rápidamente desechado. Todo lo contrario ocurre con la colección de cuentos Valores para valorar, narrados por la notable escritora Adela Basch, quien les da vida a los personajes y las historias que allí suceden. Se trata de una serie de ocho libritos (con bellos dibujos de Silvana Benaghi), dirigidos a nenas y nenes a partir de los seis años. A través de un lenguaje sencillo y entretenido, los textos hacen hincapié en valores humanos como el respeto por las diferencias y el desafío de crear modelos nuevos e ir más allá de lo establecido. “Jugar con palabras en la literatura es un valor porque muestra que las cosas tienen muchas lecturas posibles y eso hace que la vida sea mucho más rica que cuando uno cree que todo se lee de una manera lineal y única”, dice Basch a Página/12. “De alguna manera, lo diga explícitamente o no, la literatura siempre trabaja con valores, como el arte. Porque siempre muestra algo de la realidad”, continúa la escritora.

¿Quién es el más bonito?, Juliana decide volar, Luciana y su vestido no quieren crecer, Renato superhéroe y Un gallo sin qui qui ri qui son algunos de los libros de esta nueva colección de la Editorial El Gato de Hojalata, que guardan para el final una reflexión, una moraleja. “Cada cual debe intentar hacer su propio camino, sabiendo que es mejor seguir el dictado de su corazón y no repetir los pasos de otros por obligación”, es el mensaje final de uno de los cuentos que narra la historia de una nena que no quiere ser costurera como lo habían sido su bisabuela, su abuela y su mamá. Ella quiere ser aviadora y se abraza fuerte a su deseo hasta alcanzarlo. Estos cuentos “no están encarados de una manera tradicional donde los valores son variantes de ‘ser bueno y ser malo’. Aquí aparece como valor animarse a transgredir un modelo vigente y crear uno nuevo”, explica la escritora.

Basch, además de escribir cuentos infantiles y juveniles, creó piezas teatrales. Entre ellas están Abran cancha, que aquí viene don Quijote de La Mancha, Oiga, chamigo aguará y Colón agarra viaje a toda costa. Está claro que la autora es una apasionada de la literatura para chicos. “Después de muchos años de hacer esto, siento que es un público de lectores que me entusiasma. Me sigue resultando un público bastante más abierto que el adulto, más desprejuiciado, con menos ideas hechas y más predispuesto a lo nuevo”, reflexiona.

La escritora es una referente ineludible en el ámbito de la literatura infantil. Sus textos se caracterizan por un humor asociado a las rimas y los juegos de palabras. El absurdo es otro de los condimentos de su obra. La narrativa de esta colección es entretenida y acorde con la edad del público al que se dirige. Se trata de relatos cortos que están siempre acompañados por dibujos con colores llamativos. “Me resulta muy divertido. Fue algo que apareció cuando empecé a escribir, casi sin darme cuenta. Por un lado hace que sea más entretenido para los lectores, más fluida la lectura. Y a mí también me resulta más interesante trabajar así”, cuenta Basch.

“Creo que el contacto con los libros produce un encuentro con algo de una riqueza indescriptible. El encuentro con la lectura ensancha la noción que uno tiene del mundo, de sí mismo y de los otros, de lo que es posible e imposible. Achica mucho la franja de lo que no es posible y revela aspectos de la realidad que no se pueden conocer de otras formas”, considera la autora. Y continúa: “La imaginación que se tiene que poner en juego al leer permite conocer aspectos de nuestra vida que de otro modo hubieran quedado siempre desconocidos. Leer literatura es un modo de conocer y conocerse”.

Informe: María Luz Carmona.