Sábado, 24 de mayo de 2014 | Hoy
CHICOS › LA PIPETUA 13 AÑOS! (LA EDAD DEL PAVO), EN EL TEATRO APOLO
Por Karina Micheletto
La edad del pavo. Así eligió llamar a su espectáculo, con el que implícitamente celebra estar cumpliendo 13 años, La Pipetuá, uno de los grupos argentinos más interesantes en lo que hace a propuestas para chicos (y para toda la familia, porque cuando la invitación es de calidad, las edades se diluyen). El clown, el teatro, la comedia física, el malabarismo, las artes plásticas, la música y la danza son algunos de los ingredientes con los que La Pipetuá ha creado en estos años premiados espectáculos como Opereta prima, Sin escalas y A la obra. Ahora, una selección de cuadros de estas obras, renovados y adaptados para la ocasión junto a la directora y coreógrafa Teresa Duggan, vuelven para formar parte de La Pipetuá 13 años! (la edad del pavo), el nuevo espectáculo que el grupo presenta los sábados y domingos a las 17 en el Teatro Apolo (Corrientes 1372).
“Siempre decimos que en estos trece años crecimos como grupo, con muchos espectáculos, giras, premios. Pero, al fin y al cabo, cuando nos subimos al escenario, seguimos jugando como niños. O como pavos”, admite Diego Lejtman, uno de los integrantes de La Pipetuá, que junto a sus compañeros declara tranquilamente estar atravesando “la edad del pavo”. Completan el grupo Sebastián Amor, Maximiliano Miranda y Fernando Sellés (a cargo de la música, además del clown). “Es que el corazón de lo que hacemos es el clown, con todo lo que tiene del juego, del humor, y del ridículo. En ese terreno nos movemos bien”, dicen los Pipetuá.
Además del clown y el circo, hay una fuerte marca teatral en los espectáculos de La Pipetuá. Por eso Teresa Duggan, que forma parte del equipo desde el comienzo, al igual que Gabriel Díaz en la escenografía –si bien el espectáculo anterior de la compañía, A la obra!, fue dirigido por Osqui Guzmán–, trabajó en este caso en la adaptación y selección de las escenas, para conformar una historia nueva. “Fuimos haciendo un rompecabezas de todas esas escenas, buscando cómo contar este viaje de los trece años en un recorrido por los tres espectáculos, intentando identificar los momentos más representativos de cada espectáculo, y también con nuevas escenas”, cuenta Lejtman, al tiempo que repasa algunos de los hitos importantes de ese viaje recorrido: premios como el Ace, giras como las que los llevaron por Asia, por Singapur, Malasia y Hong Kong, donde tuvieron que adaptar los momentos que no estaban ligados a la comedia física, y donde, a la vez, fueron reconocidos por lo que tenían de propio y diferente. “Esos fueron momentos grossos de este viaje. Aunque, en verdad, cada estreno, cada previa a subirse a un escenario, es un momento grosso. El momento en el que no sabés lo que va a pasar después”, concluye el clown.
“El único problema con el repaso es que nunca logramos conformar a todos”, dice Lejtman. “Siempre hay alguien que pregunta por qué no incluimos tal o cual cuadro, o que viene a decirnos: ‘¡Pero esta escena nos gustaba mucho, es la que más recordamos y no la pusieron!’. Lo bueno es que ese recuerdo permanece, y es lo que agradecemos.”
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