Sábado, 24 de mayo de 2014 | Hoy
VIDEO › BIENVENIDOS AL FIN DEL MUNDO, DIRIGIDA POR EDGAR WRIGHT
Al principio parece la típica comedia de reunión de amigotes, hasta el momento en que deviene una suerte de Los usurpadores de cuerpos, con robots asesinos a punto de suplantar a la raza humana.
Por Horacio Bernades
Hace diez años, un joven realizador llamado Edgar Wright se presentó en sociedad junto al dúo cómico integrado por Simon Pegg y Nick Frost, todos ellos británicos, con Shaun of the Dead, comedia de zombies, hecha en momentos en que las comedias de zombies no eran el lugar común en el que enseguida se convirtieron. Precoz a más no poder, Wright tenía ya un largometraje previo (A Fistful of Fingers, spaghetti western en clave de comedia, que filmó a los veinte años) y una década de trabajo incesante en televisión. Aunque en perspectiva resulta ahora la menos arrolladora de sus películas, Shaun of the Dead fue un éxito. Por lo cual el trío volvió a la carga con Hot Fuzz, negra y feroz sátira de acción, que aquí salió en DVD como Arma fatal. Luego de la igualmente energética Scott Pilgrim vs. los ex de la chica de sus sueños (sic), filmada por Wright sin Pegg & Frost, los tres se reúnen otra vez en The World’s End, comedia extrema de terror y ciencia ficción que AVH viene de lanzar, con el título Bienvenidos al fin del mundo.
En Arma fatal, un policía londinense (Pegg) era degradado a tareas de segunda en un pueblito perdido, en el que la clásica hostilidad de los locales ante el engreído de ciudad derivaba en la revelación de una conspiración mayúscula. En Bienvenidos al fin del mundo sucede algo semejante. Con la diferencia de que no le pasa a un tipo sino a cinco, y no en un pueblo desconocido sino en el lugar donde nacieron. Pegg es Gary King, apodado Gary the King en tiempos del cole y convertido en algo así como Gary the Last veinticinco años más tarde. Gary echó a perder su vida y para recobrarla no se le ocurre nada mejor que volver a juntar al grupo de ex amigos, regresar al pueblito natal y concretar allí el sueño que no llegaron a realizar cuando eran adolescentes. El “sueño” consiste en completar la llamada Golden Mile, recorrido en una noche a través de los doce pubs de Newton Haven, en cada una de cuyas paradas deberán tomarse una pinta de cerveza.
Los otros, todos ellos con responsabilidades mundanas que Gary jamás asumió, lo sacan carpiendo. Pero al final el tipo les gana por cansancio, subiéndolos al mismo auto destartalado que tenía entonces, rumbo a Newton Haven. Hasta aquí, Bienvenidos al fin del mundo (The World’s End es el coherente nombre del último pub del recorrido) parece una de esas de Adam Sandler, en las que el grupo de amigotes vuelve a comportarse como pelotudos otra vez. Pero Mr. Wright y sus amigos (como las dos anteriores, la película está coescrita por Pegg) vuelven a producir un corte furibundo en medio de la película, como habían hecho en Shaun of the Dead y Hot Fuzz (esta última, sobre todo). Hot Fuzz parafraseaba el típico policial de enigma, hasta que de pronto se convertía en una de terror bien siniestro. Bienvenidos... es la típica comedia de reunión de amigos, hasta el momento en que deviene una versión de Los usurpadores de cuerpos, con robots asesinos a punto de suplantar a la raza humana.
Más afiatado que nunca, Wright narra con una tensión que nueve de cada diez realizadores de thrillers no tienen, corta las escenas con mazazos visuales y sonoros, coreografía las abundantes batallas como podría hacerlo uno de esos chinos a los que todo el mundo llama, se lanza al gore más visceral y hace que Pegg, Frost y sus amigos de oro (Paddy Considine, Martin Freeman, Eddie Marsan) disparen diálogos con tanta velocidad como descabezan robots de sangre azul, funcionando de modo tan compacto como el Manchester City de Zabaleta, Demichelis y Agüero.
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