Dirigido por Antoaneta Madjarova, toda una referencia en el teatro negro y los títeres, el grupo Kukla fue creado en Bulgaria hace más de veinticinco años, y continuó su labor en la Argentina luego de que la titiritera, música, autora y directora búlgara se estableciese en el país. Espectáculos muy premiados como Circo Fokus Bokus, que estuvo en cartel por cinco años, han dado cuenta de la calidad de las puestas de este grupo, que resultan toda una experiencia de alto impacto visual, muy marcadas también por lo musical. El grupo Kukla tiene un nuevo estreno que pasará a formar parte de la amplia oferta de vacaciones de invierno: Música Maestro. Se trata de un viaje por la historia de la música, con sus diferentes personajes, épocas, géneros y países, con la marca de un gran despliegue de producción: son más de setenta personajes los que van apareciendo en escena, desde los muñecotes de gran tamaño hasta los pequeños objetos animados y títeres. Entre ellos, algunos muy reconocibles como Mozart, Elvis Presley, Bob Marley, los integrantes de los Beatles o Charly García.

En Música Maestro, el vuelo de una pluma escribe los sonidos y es, a su vez, la guía del viaje musical. Una voz en off narra la historia y recorre los distintos países y continentes, llevando al espectador por cada época y estilo, con sus instrumentos y músicos más representativos. Así, se parte de la música de la Prehistoria, para pasar por el Oriente, la India y la música árabe, incluyendo el folklore, la música clásica, el jazz y también los géneros que derivan del rock y la música electrónica del siglo XXI. A los títeres y los recursos del teatro negro se suman cinco actores con máscaras –que también son titiriteros– y objetos animados, además de efectos de luces y músicas especialmente seleccionadas. Los recursos para crear climas de época y referencias espaciales son de todo tipo: hasta la luz se utiliza para generar un clima, por ejemplo, cuando se presenta a Guido D’Arezzo –el “padre del solfeo”, creador de la nomenclatura actual de las notas musicales– simulando el interior de una iglesia.

El acento está también muy puesto en lo coreográfico: “Quiero mostrar no sólo la música de cada país y cada época, también lo típico de cada cultura: si presentamos los valses de Strauss, allí van las bailarinas con vestuario de época, mezcla de actores y títeres, grandes y pequeños”, señala Madjarova. La producción llevó más de un año y medio de trabajo, no sólo para armar la cantidad de objetos y títeres que se presentan, también para investigar y aportar datos precisos sobre la música occidental y la oriental. “Me parecía importante acercar sonoridades menos conocidas, música hindú, china, árabe, instrumentos como el sitar o la tanpura, de la India, el bansuri, la flauta de bambú de la China, el erhu o violín chino, la flauta tin, la suona”, enumera.

“Lo que busco es, ante todo, reunir a la familia, porque estas puestas no apuntan a una edad determinada, y hay guiños para todos a través del humor, si bien, por su duración, funcionan a partir de unos 5, 6 años”, advierte la directora. “Y lo que también busco como desafío es generar esa curiosidad, esas ganas de saber más. Saber más sobre instrumentos que nos pueden resultar raros, como los orientales. O estimular las ganas y el convencimiento de que todos podemos ser intérpretes, todos podemos decir ‘música, maestro’.”

Madjarova es codirectora de los departamentos de Arte del Centro Cultural de la Cooperación, donde también tiene a su cargo el área de títeres y espectáculos para niños. Es también docente en la Licenciatura en Teatro de Títeres de la Universidad Nacional de San Martín, la única en su tipo en la región. Desde esta experiencia, además de la de su compañía, se entusiasma por el crecimiento del género en el país.