La Feria de los Chicos crece, como los niños, año tras año: se realiza por séptimo consecutivo, y el segundo en el Centro de Exposiciones de la Ciudad (Figueroa Alcorta y Pueyrredón, hoy de 14 a 20 y el sábado y domingo de 10 a 20), y contará con la oferta de siempre y algunas novedades: más de 150 expositores relacionados con el mundo infantil –como jardines de infantes y escuelas, editoriales y discográficas, diseñadores de indumentaria y calzado, productos para la mamá y el bebé, entre otros– más decenas de espectáculos y actividades convivirán durante tres días para alegría de los más bajitos. “Apuntamos más a la consolidación de un evento que después de siete años está un poco más afianzado tanto para el público como para los expositores, con lo cultural”, dice a Página/12 Fabián Saidón, uno de los organizadores y director de la revista Planetario.

“Todo el mercado que apunta a la infancia, tanto desde el punto de vista cultural-artístico como el comercial, se está consolidando. Al principio surgieron para salir de la crisis, pero muchos se han transformado en empresas rentables y productivas y necesitan estar en contacto con el público. Y los artistas también se van consolidando, con producciones más grandes. Eso ayuda al afianzamiento de su público”, explica. Y menciona a algunos de los artistas que participarán de la feria: desde el clásico Libertablas, La Pipetuá, Adriana o Papando Moscas, la oferta es variada (ver aparte). Además, este año contarán con un auditorio central con capacidad para 1000 personas ,“que es muy importante para lo que es la actividad infantil. El Metropolitan tiene una sala de 600... Desde el punto de vista artístico está bueno hacer una presentación de tanto público. Y permite acceder a mucha gente, muchas veces a hacer un primer contacto”, se entusiasma.

En esta edición habrá varias novedades para atraer al público: a los ya conocidos sectores de la Plaza Blanda para los más chiquitos, el maratón de ajedrez, el taller de pintura, los malabaristas y payasos y la plaza al aire libre, se suman el Planetario (una carpa inflable donde se realizarán proyecciones de astronomía adaptadas para los chicos) y el Simulador Espacial para viajes espaciales, y también el Sector Circo, donde podrán recorrer –y practicar– un circuito de acrobacia: trapecio, telas, malabares. Además, estará el stand de Valentina adelantando material de su película, a estrenarse en julio de este año, y una galería dedicada a los ilustradores infantiles, con muestras de material original inédito y publicado, organizado por el Foro de Ilustradores.

Desde la organización apuntan a reforzar el carácter original de la conjunción de negocios y espectáculos, sin privilegiar a uno por sobre el otro. “Va a haber espectáculos itinerantes, un grupo de percusión que va a hacer diferentes toques en diferentes lugares, un grupo de clowns que va a estar andando por la feria”, cuenta Saidón. “Queremos consolidar el formato: que la gente venga y pasee, pero que también se provea de contenidos, no sólo es comercial. Es información valiosa para los padres. Hoy tiene la particularidad de que es el único espacio en el que se reúnen la propuesta comercial con la propuesta artística y cultural dirigida a los chicos. Lo que más se parece es la Feria del Libro Infantil, pero es sólo de libros. Acá entendemos la cultura en sentido amplio, desde cómo se visten hasta los espectáculos para chicos”, compara.

También tienen en cuenta los comentarios de los visitantes de las ediciones anteriores. Del año anterior a éste, dice Saidón, “trabajamos mucho en lo que tiene que ver con los tiempos de espera, porque eso en las horas pico se convierte en reclamo: hacer una cola de hora y media para que el chico esté 15 minutos en el taller de pintura. Si bien es común en estos eventos, tenemos que ver de qué manera las actividades sean más rotativas, que los pibes puedan hacer la experiencia aunque sean más cortas. Es difícil torcer el horario del almuerzo de los domingos, pero tratamos de distribuir lo mejor posible las actividades más atractivas para que no se convierta en un castigo”. O resaltar la importancia de los espacios al aire libre dentro de la feria, para “romper el esquema cerrado de las exposiciones, donde se genera un barullo grande. Entonces, tener lugares abiertos en que puedan airearse un poco, que sea un lugar agradable para estar y no que los pibes la pasen bien y que los padres a la hora quieran irse. Un lugar así es bueno que tenga espacios para tranquilizarse, ver un espectáculo, tomar algo”, señala.

Desde la primera edición en el Jardín Japonés en 2002, recorrida por 12.000 personas, y luego de pasar por El Dorrego, donde llegó a convocar más de 20.000, para esta edición esperan alrededor de 30.000 visitas. La feria, surgida por una idea de Planetario, fue cambiando en cada edición, y también las expectativas de su público, que para Saidón “hoy exige más que antes. Ahora quiere una propuesta de mayor calidad. En la primera edición le encantaba que fuera al aire libre para tomar sol, y que le pusieras una mesita para que pintara”, analiza, pero dice que también lo piensa “por el lado de las expectativas y con lo que se encuentran. En la poscrisis, esto representaba una súper novedad. No lo veías en ningún lado. Hace un par de años que no es así. Muchas de las cosas que se ven en la feria, si bien las ves todas juntas, las tenés en locales del barrio, en Palermo, en algunos shoppings. Antes era sorprenderse a cada paso, y eso fue cambiando. Ahora se trabaja más en la presentación de un producto que ya podés haber visto, aunque siempre hay alguna novedad que sorprende”, concluye.