El engorroso y millonario litigio judicial que desde hace años tenía atrapados a los empresarios Matías Garfunkel y Raúl Moneta, por una sociedad comercial fallida formada con la intención de pisar fuerte en el terreno de los medios y las telecomunicaciones, finalmente parece haber llegado a un acuerdo de partes. Un consenso que involucra el reparto de licencias de medios de comunicación. Según pudo confirmar Página/12, finalmente la disputa judicial entre ambos empresarios se saldaría con el anuncio realizado a los empleados esta semana de que desde 2014 las radios Rock&Pop (FM 95.9) y Splendid (AM 990) pasarán a manos de Garfunkel. La operación, en la que el banquero icono de la era menemista fue representado por sus herederos ante la enfermedad que lo aqueja, será presentada ante la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) como parte del plan de “adecuación” del Grupo Moneta, que continuará operando las licencias de las radios Metro (FM 95.1), Blue (FM 100.7) y R9 (AM 950).

La transferencia de las licencias a Garfunkel –que incluye el edificio de la calle Conde 935– fue la manera que el Grupo Moneta parece haber encontrado para frenar la demanda por estafa que Garfunkel le había iniciado a Moneta. El vínculo entre ambos empresarios se remonta a la sociedad que ambos formaron para adquirir, en 2010, el paquete de medios que eran controlados por los mexicanos de CIE. Al parecer, Garfunkel había invertido cerca de 20 millones de dólares para la adquisición de esas cinco radios (las que hoy se están repartiendo), más un aporte extra con la finalidad también de comprar las acciones que Telecom Italia tenía en Telecom Argentina. La sociedad finalizó de hecho ante la imposibilidad de hacer pie en la empresa de telefonía y la supuesta apropiación del manejo de las radios de parte de Moneta. Garfunkel le inició a su socio una demanda económica en la Bolsa de Comercio y otra penal por estafa. Una de las condiciones para la transferencia de estas radios, según trascendió, es que Garfunkel desista de ambas demandas. De cualquier manera, fuentes cercanas a la operación señalaron que el arreglo cuenta, además, con una contraprestación económica cuyo monto ni tiempos de pago fueron revelados.

La noticia del acuerdo se dio a conocer el jueves. En efecto, resultó llamativo cómo poco después de las 15 de ese día, Juan Di Natale irrumpió en el aire de Day Tripper (el programa que desde hace años conduce en la Rock&Pop), pidiéndole disculpas al columnista de cine que en ese momento comentaba los estrenos de la semana (“después te explico”, le dijo) y mandando rápidamente una tanda comercial. No era para menos: se acababa de enterar de la novedad y quería compartirla con su equipo. En el juego de las suposiciones, no es descabellado pensar que el proyecto multimedia Vorterix que Mario Pergolini inició hace dos años –y en el que participa Garfunkel junto a Sergio Szpolzky– se mudase el año próximo de la actual FM 103.1 (frecuencia que es alquilada) a la 95.9, su antigua casa. Esa posibilidad causó revuelo entre los empleados de la Rock&Pop.

La operación, de cualquier forma, quedará supeditada a la aprobación de la Afsca, el organismo encargado de hacer cumplir la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Por lo pronto, las dudas pasan por saber si Garfunkel puede hacerse de esas emisoras, teniendo en cuenta que a través del Grupo Veintitrés ya posee Radio América AM 1110 y la gestión de la FM 103.1. La LSCA prohíbe a una misma persona física o jurídica tener más de una licencia de AM y dos de FM en la ciudad de Buenos Aires, por lo que Garfunkel estaría violando la norma. Sin embargo, al tratarse del resultante de un conflicto judicial, los abogados creen poder alegar que no se trata de una transferencia común, sino de un “sinceramiento” societario sobre la propiedad de dichas licencias. Desde esta apreciación es que creen que puede llegar a ser bien visto el acuerdo con el compromiso de presentar un plan de adecuación para desprenderse de algunas de las licencias que, en el flamante escenario, sobrepasan los límites que marca la LSCA.