Durante la etapa kirchnerista, en particular en los últimos años y más allá de las discusiones sobre la línea ideológica a implementar por un medio del Estado, es objetivo que AM 870 logró posicionarse entre los primeros puestos de la audiencia. Así lo revelaron las mediciones de Ibope y, por si eso no bastara, también fueron indicativas la repercusión de muchos de sus programas y la cantidad de contactos de los oyentes con la emisora, por vía telefónica o de redes. Asimismo, es indesmentible que se mejoró el alcance de las ondas públicas, con instalación de nuevos equipos transmisores y remodelación tecnológica generalizada. Como en prácticamente todas las demás áreas oficiales, la transición hacia el arribo macrista fue tormentosa.

En Nacional cesó la contratación de la inmensa mayoría de sus conductores, en medio de declaraciones y escenas tensionantes. “Violentos”, “mesiánicos”, “irrecuperables”, fueron algunos de los adjetivos que varios funcionarios y adeptos macristas descargaron alrededor de quienes llevaron adelante la programación anterior. Inclusive, con algunos errores serios, se ventilaron públicamente los montos de sus contratos. La nueva grilla de la radio, dirigida por la periodista Ana Gershenson, debutó con una declamada pretensión de introducir “pluralismo”. Como quiera que se juzgue, si acaso ocurre eso, la audiencia de Nacional se desplomó (1,5 por ciento del share en julio). Y otro tanto aconteció, según las consultas efectuadas, en la red de emisoras del interior. Sus oyentes fugaron hacia señales más afines a la línea política del período previo, como también surge de las mediciones, pero no se originó la contrapartida de que arribara audiencia proclive, aunque algunos de los programas conserven calidad periodística. A ojímetro, una constatación como ésa tal vez sirva para ratificar que el oyente “promedio” de la radiofonía –y clientelas mediáticas en general– prefiere originales fuertes mucho antes que fotocopias de cualquier tipo. Es una observación que también sobresale de las mediciones de rating.

Respecto de las FM de Nacional, el desembarco más llamativo lo protagonizó Bobby Flores, quien se hizo cargo de la Rock en reemplazo de Federico Vázquez. La 93.7 venía de un resultado muy satisfactorio. Se había posicionado en el puesto 11 entre 25 emisoras relevadas, con notable llegada a los usuarios de redes. La programación era de excelente calidad, junto con el empleo frecuente del auditorio para presentar lanzamientos de discos y a diversos artistas. Previo a la llegada de Bobby, se quedaron sin sus programas y producciones alrededor de 200 contratados. Flores inauguró slogan (“Radio sin subtítulos”) y expresó a este suplemento que el objetivo es priorizar la música al discurso. En la Clásica (96.7) y en la Folklórica (98.7) fueron ratificados como directores Pablo Kohan y Marcelo Simón, respectivamente. No hubo cambios mayores en ambas, salvo la abrupta salida de Víctor Hugo Morales: decidió no continuar en la Clásica con su histórico A título personal. Era el programa que hacía ad honorem en tributo al repertorio de Astor Piazzolla.

La situación de Radio Ciudad (AM 1110) y de la 2x4 (FM 92.7) es diferente. Son operadas por el gobierno porteño, con dirección ratificada de Baltazar Jaramillo. La AM no mejoró en forma sustantiva sus históricos problemas de alcance por aire, pero tiene una programación más variopinta con criterios de unidad artística; y la FM conserva programas tradicionales y algunos más disruptivos frente al conservadurismo tanguero. No atravesaron conflictos con el cambio de gobierno, y puede atribuirse a una continuidad de gestión que parece haber tenido las cosas más claras que a nivel nacional.

Al cabo, sobrevuela un par de preguntas concordantes por (casi) sobre toda otra: ¿Le importan a la gestión macrista los medios públicos? ¿O se conforma con los privados que le obran de parlante?