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Sábado, 27 de agosto de 2016

RADIO › FRENTE A LOS 96 AÑOS DE LA RADIOFONIA ARGENTINA

Pasado, presente y futuro del medio que se resiste a morir

Crisis económica, transformaciones tecnológicas, desmanejos de personajes que se acercaron por interés, algunas flojeras de contenidos podrían llevar a esa equivocada visión de que la radio tiene los días contados. Varios expertos analizan a fondo la escena.

 Por Carlos Ulanovsky y
Mario Portugal

A Enrique Telémaco Susini,
César Guerrico, Luis Romero Carranza y Miguel Mugica,
los pioneros.

En una fecha como la de hoy, en 1920, cuatro “chicos bien” (vecinos del Barrio Norte, además melómanos, radioaficionados; médico uno, estudiantes de medicina un par de ellos) concretaron la hazaña de la transmisión inaugural de la radio e ingresaron en la historia como “los locos de la azotea”. Se convirtieron en permisionarios de la primera emisora, LOR Radio Argentina. Había que estar bastante loco, o ser definitivamente un genio, para obtener con procedimientos improvisados y elementos de rezago, la circulación de sonidos, voces y música. Ellos lo hicieron tendiendo cables desde una terraza vecina al teatro Coliseo. Allí, en esa noche, se representaba la ópera Parsifal, de Richard Wagner. En jornadas sucesivas, los pocos dueños de radios a galena (se calcula que no eran más de cincuenta en todo Buenos Aires) siguieron de sorpresa en sorpresa escuchando otras óperas como Aída,Iris, Rigoletto, Manón y la repetición de Parsifal.

De aquel entonces a la actualidad transcurrieron 96 años y, por suerte, las voces de la radio nunca se dejaron de oír. Bisabuela por edad, pero de ninguna manera recluida en el geriátrico de los medios (en donde muchos la quisieran ver), en el 2020 la radio cumplirá cien años. Sin embargo, aunque en ocasiones –cosas de la edad– se vuelva un poco reiterativa y algo banal, se la escucha fresca, variada, atenta a diversos matices de información y, especialmente, muy entretenida.

Frente a este nuevo aniversario, Página/12 se planteó el objetivo de trazar un estado de situación de la radiofonía argentina actual. Para ello, consultó a una serie de referentes de las principales modalidades radiales, con rango directivo y capacidad de gestión en sus respectivas emisoras. Todos a los que se contactaron aceptaron participar. La única excepción fue Radio Mitre, que pese a las reiteradas invitaciones, nunca ofreció respuesta. Una pena.

Subdirector de LR3 Radio Belgrano y hombre con muchas batallas ganadas, y también perdidas en el medio, Juan Carlos García Bisio evita pronósticos agoreros. “La radio no va a morir. Lo que está cambiando es el modo de recibirla. Hoy podemos escucharla más allá de lo que una antena posibilita. Los avances tecnológicos corrieron a las limitaciones y eso se notará cada vez más”, afirma. Hijo de Mito García, director de orquestas en varias emisoras de los 50 y 60, García Bisio conoció de la mano de su padre el mundo de la radio de antaño y, aunque en otros tiempos, cuando era un chico, fue visitante frecuente de la emisora de la que ahora es directivo. Aquello que lo maravillaba antes lo sigue asombrando ahora. “¿Quién iba a pensar que se iba a poder disponer de una aplicación para escuchar en el celular y desde ese aparato sería posible reproducirlo también en el auto?”, se pregunta.

Martín Rubio, con gran experiencia en estaciones de FM, es el gerente de Mega, Vale y One. “La radio sigue estando muy viva en el día a día de la gente porque tiene mucho de insustituible: es gratuita, es única porque cuando ocurre algo importante puede reflejar esa información sin puesta en escena. Algunos lo consideran un medio secundario, pero no hay comercio en donde no suene una radio. ¿O qué es lo primero que uno hace al subir al auto? Encender la radio”, dice quien también está al frente de la 101.5 FM Pop, líder de audiencia por sus dos tanques matutinos, a cargo de Santiago del Moro y Beto Casella.

En febrero de este año, el Grupo Fénix (empresa de organización de espectáculos y recitales con artistas extranjeros y nacionales) se hizo cargo de la Rock and Pop, la clásica frecuencia a la que los graves errores de su anterior propietario, Sergio Szpolski, colocó en serio riesgo de desaparición. Con 45 años de edad, Pablo Valente, director artístico de esta “radio con mística”, cuenta que desde que era un chico escucha decir que ‘la radio se muere’. “Pero no sólo no se murió sino que sigue siendo el medio que tiene la posibilidad de llegar con sus voces a la cabeza de la gente. En la radio se escuchan sonidos, pero en ella también es posible escuchar los silencios. Eso sí –reconoce–, siempre y cuando frente al micrófono haya alguien que lo use con inteligencia”.

Radio Cooperativa (AM 770) se inauguró en un momento de este siglo cuyo solo recuerdo todavía inquieta: septiembre de 2001, a las puertas de una de las más cruentas crisis socioeconómicas. Martín Cigna, presidente de la empresa, opina que “la AM y la FM tienden a parecerse cada vez más. Es un momento en que los formatos parecen intercambiables, lo que origina una AM que entretiene y una FM que informa”. Guillermo Guillo García es operador, graduado en el ISER, con una trayectoria asociada a nombres como el de Lalo Mir o a ciclos memorables como Radio Bangkok. Ahora es el coordinador general de FM Radio con Vos, una radio de nacimiento reciente, creada por la productora de TV Endemol. Práctico y elocuente, recurre a un sentimiento personal para explicar el valor de la radio. “Escucho decir a mucha gente que Spotify reemplazó a la música por radio. No es lo que me pasa a mí: a los quince minutos me aburro. No quisiera aparecer como un romántico, pero la radio es insuperable porque me da la temperatura de donde estoy viviendo. La radio te ofrece la posibilidad de compartir con alguien al que le escuchaste decir algo que te gustó y que te hizo sentir representado”.

Según afirma Pablo Lete, director artístico de Metro y Blue, “es muy lindo contar con una aplicación que te permita armar tu propia lista de temas musicales. Personalmente, busco en la radio gente que me hable y que me informe, que me alerte sobre el pronóstico o que me aconseje sobre qué accesos a la ciudad conviene tomar. Por esta clase de cosas pienso que la radio funciona y está viva”. Marcos Cittadini, gerente de programación de Radio del Plata, sostiene que “la radio es mucho más que un concepto de ondas flotando en el aire: es un modo de ver el mundo y la posibilidad diferente de contar la realidad, distinto a la televisión o a cualquier medio gráfico”. Santiago Pont Lezica, licenciatario de FM Milenium desde 1998, acerca un dato contundente. “Entre 16 y 20 millones de personas se despiertan en la Argentina escuchando alguna radio. La de la provincia, la del pueblo, la de alcance nacional. Coincido con un estudio de Google en EEUU que confirma que el medio convencional que mejor convive con Internet es la radio”.

La radio es todo eso, pero no solamente: también es cercanía cálida, es acompañamiento íntimo, es refugio personal. En el receptor portátil apenas demanda un par de pilas en buen estado y por Internet se deja escuchar mientras el streaming no decaiga. Y de parte de los oyentes exigirá un poco de atención para no dejar escapar lo que realmente vale la pena escuchar o para simplemente enterarnos si tenemos que salir de casa con paraguas.

El magazine argentino

En el marco del avance tecnológico, lo que en los años recientes se ha renovado poco y nada son los contenidos. Desde finales de los 60, el que manda es el magazine, ese combo en el que presuntamente cabe todo. ¿De qué hablamos cuando hablamos de magazine? De ese formato en cuyo centro está el conductor estrella (que llega a este medio previamente bendecido por la TV), rodeado de satélites especializados en política, economía, deportes, espectáculos, humor y una locutora casi siempre limitada a decir lo que el conductor evita, como la hora, la temperatura, la humedad y otras cuestiones cada vez menos marginales. De la mañana a la noche, la mayoría de los espacios tiene este formato, en donde abundan la improvisación y la espontaneidad y faltan casi por completo la investigación propia y la presencia de una agenda específica, más allá de lo que sugieran los diarios del día, las señales noticiosas por cable y los jefes de prensa.

Durante la década del 60, cuando la instalación de los cuatro canales privados llevó a pensar a muchos que la radio tenía los días contados, el género del magazine, la solidez de una emisora (Radio Rivadavia) y la influencia indudable de algunos conductores y sus respectivos espacios (Jorge Fontana con el Fontana Show; Antonio Carrizo y La vida y el canto; Héctor Larrea y su Rapidísimo y José María Muñoz con la Oral Deportiva y las transmisiones de fútbol) salvaron al medio de una crisis indebidamente calificada como terminal.

Valente y Rubio tienen ideas diferentes acerca de los motivos de la proliferación de los magazines. Terminante, Valente reprueba la idea generalizada de que “hacer radio es estar frente a un micrófono y ponerse a hablar. El magazine posibilita que los perezosos o los faltos de imaginación no produzcan realmente”. Rubio lo ve de otro modo. “La comunicación radial está integrada por pequeños momentos. Eso puede ser banal, pero también tiene la ventaja de que uno puede disponer de ellos como quiera y compartirlos con quién y cuándo lo necesite. Ese es uno de los secretos del magazine, que nadie pierde nada”, puntualiza.

A Lete y a Cigna también la cuestión del magazine los instala en equipos rivales. “Creo que existe cierto abuso del formato: cuatro muchachos juntos contando anécdotas de vida, con eso se hace un programa de radio”, cuestiona el de Cooperativa. El director de Metro y Blue opina que “es el género que la mayoría busca: un poco de cada cosa, como si integráramos grandes mesas de café virtuales. Mientras me informo, también me entretengo, participo, conozco especialistas, sigo la opinión de un referente que siento que me representa”.

La hora de los fierros

Desde hace un tiempo se registra un avance vertiginoso de las herramientas digitales disponibles. La tecnología modificó las costumbres de los oyentes, como la exigencia de tener que escuchar un programa en el horario en que va al aire. Difícilmente haya una emisora que resigne quedarse afuera de los beneficios de Internet o de las redes sociales o de subir sus programas a la web. La multiplataforma es la base de lanzamiento desde la que las frecuencias, AM o FM, disparan, cual cohetes, nuevos intereses mediáticos transformadores de contenidos.

Guillo García se siente reconfortado al advertir la disponibilidad de equipamiento. “Casi todos los fierros son comprables y tener acceso al equipamiento es bueno. En nuestra radio tratamos de no quedarnos con la antigua audiencia analógica porque las redes sociales nos posibilitan pelear en terrenos infrecuentes. También es un logro haber podido introducir como recurso valorizador del audio al whatsapp”. Cittadini reconoce que tanto Facebook como Twitter resultaron decisivos en el crecimiento de audiencia de Del Plata en las últimas mediciones: “Estamos donde estamos por la calidad de nuestros profesionales y sus contenidos, pero el boca a boca se consolidó desde las redes sociales”. Los datos que Pont Lezica acerca sobre Milenium son elocuentes: “Tenemos 250 mil seguidores en Facebook y cada programa cuenta con cinco mil adeptos en Twitter. En el último año crecimos 1400 por ciento en links de audio matutinos”. “La radio no muere. Se recicla, se reformula”, opina García, que con asombro cuenta el caso de un oyente, a bordo de un auto sport de marca alemana, que manejando por una ruta en Suecia se comunica con el programa de la Negra Vernaci para decirle que la está escuchado. “Una aplicación –agrega– que bajó a su celular y que conectó a su auto le permite escucharla en tiempo real a miles de kilómetros”.

La instalación de cámaras dentro de los estudios también divide opiniones. “Puede ser el futuro, pero siempre y cuando uno se prepare para ese formato. Si se trata de una radio musical se podrá ver el clip del tema. Seguro le resta imaginación a la radio. Los que están al frente de los ciclos deberán dejar de cumplir con ciertos ritos, como tomar mate o comer facturas mientras trabajan. O seguir haciéndolo pero aceptando que esa costumbre dejará de ser un secreto”, evalúa García Bisio. “Las redes sociales transforman a una radio convencional en una radio con imágenes”, apunta Rubio e ilustra sobre su uso. “En uno de los programas de la Pop participa Lizy Tagliani. Ella dice, soy travesti, calzo 42 y de inmediato la imagen de Lizy mostrando su pie y su zapato se sube a Facebook y eso genera una clase distinta de participación. Tener cámaras dentro del estudio siempre me pareció un recurso anti radial, pero contar con un buen streaming permite enriquecer una situación con una imagen oportuna, cuidando de no terminar haciendo TV por radio, sin ser invasivos”. Todos los medios atraviesan una transición cuyo punto final nadie tiene demasiado claro. Francisco Meritello, de la AM 750 y Malena, apunta: “La radio recién comienza a experimentar la narrativa transmedia y su adaptación al mundo digital”.

A radios revueltas...

El fabuloso y permanente cambio de paradigmas tecnológicos tiene en el mundo de la radio argentina actual una contracara lamentable: una precarización que ha empobrecido y limitado el nivel profesional. La contracara de la interacción digital es que en los edificios de las radios abundan las computadoras pero faltan sillas, escritorios y oficinas de producción. Desde los empresarios la impresión es que “el negocio no da”. En cambio, el trabajador resiente ciertas condiciones de trabajo que originan que una tarea que años atrás ocupaba a cinco personas hoy queda a cargo –seguramente incompleta, o directamente mal– de una sola.

Desde la AM 770, Cigna expresa con desaliento que “muchos titulares de frecuencias han hecho desastres con sus manejos financieros y quienes sufren las consecuencias son los trabajadores. Hay radios que funcionan porque están sostenidas por otros activos y entradas del mismo multimedio. Habrá una selección natural y no todas van a sobrevivir”. Y si de supervivencia se trata, la AM 1190, Radio América, dejada a la mano de Dios, de oportunistas y de represores por sus propietarios tránsfugas, está a la cabeza de los conflictos. Y lo más indignante, sin perspectivas de solución para los trabajadores que llevan más de medio año protegiendo la fuente de trabajo y sin percibir sus salarios. No es la única en ese tembladeral. También son extremos y de difícil resolución los litigios laborales en radios de primera línea como Rivadavia y Del Plata y en otras, castigadas por constantes pasamanos de capitales.

“Tuvieron acceso al medio gente que podría tener un parripollo, una petrolera, así como un día se vieron con una radio entre sus manos. Me duele que no sientan a la actividad”, se lamenta García Bisio. Pont Lezica resiente el cambio de los tiempos. “Hasta hace diez años –analiza–, uno podía sentarse a hablar de radio, de las mediciones, de la marcha del negocio. Hoy estoy enfrente de gente que viene de los supermercados”. Guillo García enjuicia pero lo hace con relatividad observando lo que ocurre en el mundo. “Las ondas cortas se están perdiendo a partir de Internet; una radio pública, emblemática, como la Nederland dejó de transmitir. Y, entre nosotros, por la desidia de algunos empresarios y después por el abandono del Estado, las cosas se convierten en salvajes. Que durante quince días la señal de América haya sido únicamente un pitido significó la desvalorización absoluta de su antena”.

Todos los consultados calificaron como “dramática” la situación del espacio radioeléctrico. “Desde la década del 80 –rememora Rubio– nunca existió voluntad real de regularizar el espectro. Y por eso hoy rige la ley de la jungla. Es imposible defender tu frecuencia con un mínimo decoro”. Hay un escenario legal que evidentemente hace agua por muchos lados y para Meritello eso tiene una explicación: “Descabezada la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, ese limbo genera incertidumbre. Estamos a la expectativa de lo que sería una nueva ley, si es que eso alguna vez ocurre”.

Y como si lo anterior no fuera suficiente, las radios buscan un lugar bajo el sol de la publicidad. En rigor, son muy pocas las que, en un mercado pequeño y cada vez más concentrado, pueden vivir del genuino ingreso que generan. “Los últimos números que dispongo –confirma Meritello, de la 750– le dan a la radio alrededor de 6 o 7 por ciento de participación en la torta global. Será así hasta que las empresas se percaten de que la radio hoy no es únicamente su aire, sino una variada posibilidad de dispositivos de escucha que la potencian”. Durante años, el grifo de los avisos oficiales funcionó a pleno, pero a partir del cambio de gobierno la reducción desquició presupuestos y proyectos. Las coproducciones e incluso los loteos de espacios son alternativas para sobrevivir. “La posibilidad de vender espacios no es la más deseable, pero facilita sustentabilidad”, explica Cittadini. “Dependerá de criterios y de porcentajes. En Del Plata cuidamos los dos conceptos pero también sabemos que los mejores dividendos los obtenemos a través de nuestros profesionales”. La visión de García Bisio es más pesimista. “El mercado publicitario privado hoy no alcanza para sostener los costos de una emisora. Y cuando la ayuda viene del Estado, ya sea del gobierno nacional o del municipal, se corre el peligro de que esos aportes condicionen los contenidos”, apunta.

La radio cargada de futuro

Expresiones como broadcasting, speaker o partenaire, representativas de la radiodifusión analógica, definitivamente fueron archivadas al museo de las palabras inútiles. De ahora en adelante, hay que amigarse a un vocabulario integrado por términos como on demand, android o podcast. Eso no quiere decir que a la radio tradicional se le está extendiendo un certificado de defunción. Pero hay otra, diferente, pensada y realizada para públicos muy específicos y cuya recepción principal será a través de teléfonos –con perdón de la palabra– inteligentes. Y hay razones para que así sea. Eduardo Aliverti señala: “Siempre habrá alguien con algo para decir y alguien que necesite y elija escucharlo”. En esa línea, otro experimentado de los micrófonos, Lalo Mir, observa: “Poné delante de un micrófono a alguien que tenga algo inteligente para decir y sólo eso será suficiente como para dejar despierta a media ciudad”. Lete complementa. “Está muy lindo y original lo de los youtubers o twitteros, pero ponelos a esos chicos frente a un micrófono y te vas a dar cuenta que en ellos no está el futuro. No todavía. También le presto mucha atención a la evolución del podcast, pero aún no estalló. Los principales referentes de la radio de hoy tienen 45 años promedio, algunos menos, otros un poco más. Tendría que venir una nueva generación de jóvenes, que todavía no está”.

Cuando se refieren al futuro, lo primero que hacen Guillo García y Rubio es señalar al teléfono celular. “De aquí a tres o cuatro años –piensa García– todos terminaremos haciendo radio basados en un aparatito así. Entonces, la radio se volverá mucho más participativa, porque el oyente podrá interactuar de acuerdo a las propuestas de un menú. Para aquellos que superemos con éxito este momento de rediseño y podamos adaptarnos presiento un futuro relativamente luminoso”. Rubio extrae de su celular una información sorprendente: es el mediodía de Buenos Aires y puede saber cuántos oyentes escuchan en ese momento la Pop en distintos países: exactamente, 18 mil. “De a poco el receptor de radio tradicional ya no será la computadora, sino el celular de última generación por su inmejorable calidad de sonido”. Lete está más cerca de estos colegas que de otros: “Siempre se dijo que la radio era una compañía. Bueno, ahora la nueva compañía de la gente es el celular. El celular ha venido a suplantar la verdadera comunicación con el mundo exterior y también a reemplazar el ritual del encuentro en un café para hablar”.

Si bien admite que existen aplicaciones y dispositivos que están dando vuelta al medio tal como lo conocíamos hasta ahora, Meritello, sin embargo, cree que nada de eso “vaya a suplantar la seducción del hecho radiofónico, insustituible cuando hay alguien que dice y programa desde un lugar que el oyente tienen como sitio de pertenencia. Puede ser un problema circunstancial, como el que le puede generar Spotify a las radios musicales, pero nunca significará la muerte de la radio”.

La radio argentina, a casi un siglo de su creación, tras épocas de oro y de bajones, sigue viva. Es el medio que en el campo y en la ciudad, en la cama y en el baño, en la cancha y en la calle, en la oficina y en el auto, está a disposición. De lunes a lunes, desde bien temprano, a la madrugada, la inefable fábrica de sonidos siempre tendrá algo nuevo e interesante para contar. Tal vez retraducido a nuevas maneras de llamar a lo de siempre: sinergia, chat, comunidades, dispositivos, multiusuarios, convergencia, aplicaciones. Hace poco en una mesa redonda sobre el futuro de la radio realizada en Argentores alguno de sus participantes redondeó la idea: “De los locos de la azotea a los locos del cyber espacio”.

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Imagen: Leandro Teysseire
 
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