Algo extraño sucederá en los parques de Buenos Aires este fin de semana y el próximo: habrá quien podrá descubrir a un grupo de personas saltando por sobre su cuerpo mientras toma sol en Parque Centenario; o quien saldrá a andar en bicicleta por el Rosedal para encontrarse con que, inesperadamente, otros ciclistas dispersos por allí comenzarán a moverse coreográficamente. Habrá bailarines sobre las escalinatas, en los bancos, en las fuentes, en los puentes y muelles de los pequeños lagos urbanos. Es que la ciudad entera se convertirá en un gran escenario, por el que pasarán catorce espectáculos de danza para los que, por supuesto, no habrá que pagar entrada. Simplemente habrá que acercarse a Parque Centenario y Parque Tres de Febrero (en la zona del Museo Sívori, en el Rosedal) este sábado y domingo a las 14 y a las 17 y al Parque Mujeres Argentinas de Puerto Madero el sábado y domingo próximos, a las 20. Allí, en el marco de Ciudanza, el segundo festival de danza urbana organizado por el gobierno porteño, podrá verse cómo la danza contemporánea, el tango, el hip hop y el malambo transformarán el paisaje urbano, al mismo tiempo que harán de él su escenografía.

Ciudanza no es un caso aislado en el mundo, sino que se trata de un proyecto asociado a una red internacional de festivales que lleva el nombre de Ciudades que Danzan (CQD), dentro de la cual participan organizaciones de toda Europa y América dedicadas a llevar la danza a la calle. Barcelona, Lisboa, Londres y La Habana son algunas metrópolis de las tantas que ya organizan este tipo de eventos, con el objeto de acercar el arte del movimiento al público no especializado. En Buenos Aires, la idea de armar un proyecto de este tipo surgió en 1999, cuando Brenda Angiel, la coreógrafa conocida por sus espectáculos de danza aérea, dirigía el departamento de danza del Centro Cultural Rojas: “Yo me había enterado de la existencia de un festival –cuenta ella– que unía la danza y el espacio urbano en Barcelona y me contacté con él para organizar algo similar”.

El Río de la Plata había sido el eje de la propuesta y la Costanera Sur, Puerto Madero, La Boca y el Riachuelo fueron invadidos por los artistas, que tomaron los barcos y las grúas del puerto. “La diferencia entre el primero y el actual Ciudanza –dice la directora y curadora del evento– es que ya pasaron diez años y la gestión de festivales en la ciudad de Buenos Aires está más aceitada que entonces. Hace diez años era mucho más difícil realizar emprendimientos de semejante envergadura en el campo de la danza.” Esta vez, Angiel pudo elegir los catorce espectáculos de entre noventa proyectos (la primera vez se habían presentado sólo treinta), lo que le permitió armar una edición más amplia y heterogénea, fundamentalmente de danza contemporánea, pero con algunas propuestas innovadoras en otros géneros más vinculados en su origen con la urbe y lo callejero, como el tango o el hip hop.

El espacio elegido fueron los parques y la consigna para seleccionarlos fue que éstos no se parecieran entre sí. “Elegí uno nuevo de líneas muy modernas en Puerto Madero, otro bien clásico como es el Rosedal y otro, que es Parque Centenario, que es el corazón de un barrio”, explica Angiel. Una vez distribuido el territorio, los artistas trabajaron de dos maneras: hubo quienes prepararon obras especialmente pensadas para el lugar, dejando que este gran escenario urbano fuera el generador de las ideas coreográficas, y quienes prefirieron adaptar coreografías o fragmentos de piezas ya consolidadas y presentadas en recintos convencionales al nuevo contexto.

Gerardo Hochman presentará con su grupo La Arena fragmentos de Kamuflash (que pudo verse en 2008 y durante el verano de 2009 en Ciudad Cultural Konex); Pablo Lugones repondrá Amanecer Moscovita (que recientemente formó parte del último ciclo de danza del Rojas) y Susana Szperling ofrecerá colchonetas a quienes estén en Parque Centenario para vivir la experiencia sensorial de Diario de viaje, esta vez, a cielo abierto.

Uno de los espectáculos que la curadora destaca es el preparado por Silvina Grinberg en el marco de un taller pensado especialmente para este evento: “Veinte bailarines fueron seleccionados mediante una audición y trabajaron cuatro horas diarias durante veinte días en el espacio que les fue destinado”, explica Angiel. El festival anuncia un cierre bastante prometedor en Puerto Madero (el sábado 25 y el domingo 26), que comenzará con la muestra de Grinberg y culminará con una creación de Diana Szeinblum, bailarina y coreógrafa de amplia trayectoria.

Según Angiel, Ciudanza será un espacio concreto para entablar lazos que posiblemente culminen en futuras invitaciones y más trabajo para los argentinos. Se propone así como un doble proyecto: es una oportunidad para los artistas y una oportunidad para el público, que podrá toparse azarosamente con un espectáculo en la plaza y, tal vez, si aún no lo ha hecho, encontrar placer en la danza. “Porque el espectador de Ciudanza va a ser el que viene especialmente para ver danza pero también el que estará casualmente en el parque y se sorprenderá con lo que ve”, afirma Angiel. Ella se ha preocupado de que cada obra fuera fresca, original y breve, de modo tal que fuera fácilmente asimilable por aquellos que no están acostumbrados al movimiento sin palabras. Quien se atreva a pasar por la experiencia, no sólo (re)descubrirá la danza sino también la urbe. “Uno no miraba un puente de determinada manera hasta que éste se convierte en escenario –concluye Angiel–. El uso que la danza les da a los espacios cotidianos nos permite cambiar la mirada, redescubrir nuestra ciudad.”