Jueves, 6 de agosto de 2009 | Hoy
DANZA › FESTIVAL DE INVIERNO BUENOS AIRES ENDANZA
Desde esta noche y todos los jueves de agosto se desarrollará en el Teatro Club del Bufón un encuentro dirigido por Liliana Cepeda, con un atractivo menú de espectáculos, talleres, charlas, muestras y proyecciones. La idea es “abrir el juego a creadores nuevos”.
Por Carolina Prieto
Bailarina, coreógrafa y docente con más de cuatro décadas de trayectoria, Liliana Cepeda no disimula la inquietud que le genera la apertura del Festival de Invierno Buenos Aires EnDanza, que desde esta noche y todos los jueves de agosto ofrecerá en el Teatro Club del Bufón un atractivo menú de espectáculos, talleres, charlas, muestras y proyecciones, en el intento de reflejar los múltiples rostros y facetas de la danza contemporánea. Y también de abrir el juego a creadores nuevos y talentosos. Los nombres que suelen poblar la cartelera local no estarán presentes; sí otros que prometen unas cuantas sorpresas: fusiones de géneros, de disciplinas, incorporación de elementos inusuales. “La danza no es sólo los bailarines, incluye coreógrafos, músicos, fotógrafos, realizadores. Se sostiene desde distintos lugares, se genera desde estilos y búsquedas muy variados, y el objetivo es reunirlos”, comenta la experta, en su debut como directora de un festival. Y apenas levanta el teléfono para hablar del proyecto, confiesa estar “muy nerviosa”. Esta sinceridad sorprende gratamente en una figura con tanto recorrido. Cepeda empezó a bailar a los catorce, inició su formación en la Escuela Nacional de Danza, interpretó obras clásicas, modernas, folklóricas y de jazz; fue bailarina solista de elencos como el de Susana Zimmermann y del Ballet Latinoamérica de Joaquín Pérez Fernández. Hace dos años cautivó en el rol de Frida Kahlo en la obra Pies pa’ volar, y actualmente dirige la compañía Asociación Ilícita, además de dedicarse con pasión a la enseñanza de la danza y al entrenamiento corporal.
–¿Como surgió este festival?
–Fue una propuesta del teatro, como un modo de abrirlo a la danza. Al recibir la invitación me puse a imaginar qué es para mí un festival. Y es una fiesta, a la que uno invita a quien quiere, y sobre todo es mucho más que un ciclo de espectáculos. El deseo es convocar a muchos. Por eso está la muestra de fotos de Antonio Fresco, que registró a los grandes de la danza (hasta a Maximiliano Guerra con Maia Plisetskaia). Hay un taller de percusión corporal a cargo de Miguel Raush; otro de desinhibición por Paula Rutschi, docente de teatro en las cárceles de Devoto y Ezeiza. También se proyectarán obras de videodanza a cargo de Silvina Szperling, directora del Festival Internacional de Videodanza de Buenos Aires, y del nuevo grupo MOA. Habrá una charla sobre producción musical para danza; otra sobre movimiento y exclusión a partir de la proyección del documental de una antropóloga griega realizado en Sevilla, donde existe una fuerte barrera para quienes no tienen raíces flamencas. Y la posibilidad de ver películas maravillosas cedidas por el Goethe Institut, como dos obras de Pina Bausch (Bandoneón y Claveles), una de Sasha Waltz (Körper), y otra filmada en Brasil (El otro cuerpo: la danza y el tabú en San Pablo). Quiero abrir el lenguaje de la danza a un público que no está acostumbrado a ver este tipo de arte, por eso queremos mostrar todo lo que encierra además del baile.
–¿Con qué criterio seleccionó los espectáculos?
–Hice una convocatoria, recibí mucho material y elegí doce coreógrafos que dan cuenta de la variedad, de los distintos lugares desde los que se crea actualmente. Hay muchos artistas que ya están en el candelero, pero hay muchos más. A ellos apunto, abriendo un espacio y ofreciendo posibilidades para los no tan conocidos, para que muestren sus creaciones y se conozcan entre sí. Vamos a ver, por ejemplo, una obra sobre el tema de la vivienda en la que los intérpretes trabajan con chapas de zinc acanaladas; otra que fusiona folklore y danza contemporánea; otra que toma elementos del tango; una performance con una puesta de luces muy fuerte; un espectáculo con músicos en vivo que también bailan, y que diluye fronteras entre música y baile. También actuará el Grupo Alma, la compañía formada por intérpretes en sillas de ruedas, con el espectáculo En ruedas del amor, que a diferencia del resto de la programación se presenta los domingos a las 20.
Cada jueves a las 21, con entradas a 25 pesos, el público accede a varias obras breves seguidas, con una duración total de una hora y cuarto. El telón se levanta hoy con Obrá, de Susana Claramunt; Darse cuenta y Primer movimiento, de Jorgelina Platania. El jueves próximo subirán a escena Camino del espejo, de Daiana Ferreira; Intro, de Fernando Blanco y el grupo Elemental; Afuera hay sol, de Gisela Fantacuzzi. Las funciones siguen el 20 con Performance pedacito, de Claudia Zimmermann; Ellos, de Glenda Ghetti; Va, de Mariana Carli, y Choque visual, de Natalia Rey. El cierre es el 27 con Es ahora de Víctor Campillay, y En rueda está el silencio detenido, de Andrea Saltiel. Todas las demás actividades son gratuitas. Las puertas del teatro ubicado en Lavalle 3177 se abren a las 12 con la muestra de fotos. Las proyecciones comienzan a las 13, los talleres a las 17.30 y las charlas a las 19.30. Las dos salas del teatro y el bar estarán tomados por el movimiento, en una primera edición autogestionada por el mismo teatro y por Cepeda. Quienes no conocen a esta figura de la danza local –creadora de un modo particular de enseñanza y maestra de Batato Barea, Guillermo Angelelli e Inés Estévez, entre muchos otros– descubrirán tres trabajos de su autoría: un solo con música de Schubert que ejecutará Agustina Katz, una serie de haikus (poemas breves de origen japonés) coreográficos, y la obra ¡Qué lo parió al cisne!, con música del brasileño Tom Zé, una pieza que mezcla técnicas y estilos para abordar desde el humor el sentido actual de ese animal, de gran protagonismo en el ballet.
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