DANZA › IÑAKI URLEZAGA CONVOCO A UNA MULTITUD EN LA 9 DE JULIO
Tras las dudas que surgieron por el anuncio de tormenta, el notable bailarín, su compañía Ballet Concierto y la Orquesta Filarmónica del Teatro Colón le dieron a la obra de Giuseppe Verdi un nuevo vuelo.
› Por Carolina Prieto
Durante el día amenazó llover pero sólo cayeron algunas gotas. El escenario montado en el Obelisco, en el que ya actuaron Daniel Barenboim con la Orquesta West-Eastern Divan, Zubin Mehta al frente de la Orquesta Filarmónica de Munich y el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, volvió a convocó ayer a miles de personas para disfrutar esta vez de La Traviata, versión para ballet de la ópera de Giuseppe Verdi creada y dirigida por Iñaki Urlezaga, quien además asume el rol protagónico de este drama romántico.
A las 19, las ocho mil butacas dispuestas frente al escenario ya estaban colmadas y otros miles de personas se ubicaban de pie en los laterales. El público (unas 18 mil personas según la organización, a cargo del Ministerio de Cultura de Buenos Aires) pudo observar los últimos detalles del ensayo, y a las 19.30 dio inicio el espectáculo, el último gran proyecto artístico del bailarín argentino, que le demandó casi tres años de trabajo, estrenó a fines de 2009 y viene de girar por distintas ciudades del mundo. Esta vez, la música de Verdi fue ejecutada por la Orquesta Filamónica del Colón, dirigida por el maestro Luis Gorelik, responsable de los arreglos. Tras la apertura musical, todavía con luz natural, el escenario apareció convertido en un lujoso salón de fiestas, en el que una mujer joven y bella, en glamoroso vestido rojo, ofrecía en su casa un agasajo. Es Violeta (la grácil y expresiva Eliana Figueroa), una prostituta adinerada que invita a sus amigos a disfrutar de una noche de bebidas y música en su mansión parisiense. Allí conoce a Alfredo (Urlezaga), que queda flechado. Los trajes coloridos y suntuosos, obra de la diseñadora Verónica de la Canal, los juegos de luces y la música expansiva y alegre acompañaron los movimientos del Ballet Concierto, la compañía independiente que Iñaki creó y conduce junto a su tía Lilian Giovine desde hace diez años. Desde este primer cuadro, queda claro que Urlezaga, actual Principal Guest Dancer del Dutch National Ballet de Holanda, respeta el estilo romántico de la ópera con su fuerte impronta expresiva y sentimental. Saltos, giros y rondas para una apertura festiva en la que se lucieron tantos los protagonistas como la compañía.
Tres grandes pantallas permitían apreciar detalles y ver de cerca al elenco de más de ochenta bailarines, acompañados por una orquesta de setenta músicos. Ya el segundo cuadro plantea el drama: el padre de Alfredo visita la casa de campo donde su hijo y Violeta comparten días de idilio. Y aprovecha el momento en que éste se ausenta para destruir la relación. No ve con buenos ojos que su hijo se enrede con una mujer de vida libertina y teje redes para que ella mienta y él, dolorido, se aleje. Tras un intervalo, el escenario volvió a engalanarse. Una nueva fiesta en la que se topan los protagonistas. El la humilla creyendo que si en el pasado estuvieron juntos fue por su dinero. Hay un duelo, un desmayo (Violeta padece una grave enfermedad), y nuevamente la música y los cuerpos manifestando la desdicha de un amor condenado.
Para el cuadro final, la oscuridad de la noche acompañó la tragedia. Violeta yace en su cama, moribunda, mientras la muerte –personaje femenino lánguido y espectral– la acorrala y danza cerca. Pero ella alcanza a leer la carta en la que el padre de Alfredo le confiesa que su hijo acaba de enterarse de la verdad. Y Alfredo acude a los brazos de Violeta, comprende que todo fue una estrategia de su padre y le pide perdón por haberla humillado. Bailan un doloroso pas-de-deux final antes de quedar arrodillado y llorando junto al cuerpo inerte.
El público aplaudió de pie al Ballet Concierto, que se mostró sólido y parejo. Muy emocionados, Figueroa y Urlezaga agradecieron esta presentación, que se adecua al espíritu de la compañía. Es que Iñaki la creó cuando estaba radicado en Londres, era primera figura del Royal Ballet de Londres, y le resultaba muy difícil bailar en su país. Así se decidió a armar un elenco con el cual actuar aquí sin depender de decisiones ajenas. Y hacerlo como anoche, al aire libre y ante un público tan numeroso y efusivo, fue un buen regalo de fin de año. El Ballet Concierto tiene su sede en La Plata, donde unos 16 intérpretes ensayan y se preparan durante todo el año. Para cada producción que encaran suman nuevos bailarines según las necesidades del proyecto. Iñaki vive actualmente entre Amsterdam, Buenos Aires y La Plata, su ciudad natal, donde comenzó a estudiar ballet a los ocho años. Luego fue admitido en el Instituto Superior del Teatro Colón, ingresó al cuerpo estable del máximo coliseo porteño y del Teatro Argentino de La Plata. En 1995, el Royal Ballet de Londres lo convocó para sumarse a sus filas, donde pronto se convirtió en primera figura, rol que conservó durante diez años. En 2005 se mudó a Holanda, donde se luce junto al Ballet Nacional de ese país sin descuidar su propia compañía.
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