Sábado, 24 de septiembre de 2016 | Hoy
DANZA › EVA YERBABUENA SE PRESENTA EN EL TEATRO AVENIDA
Acompañada por músicos y cantaores, la bailaora andaluza está mostrando el espectáculo ¡Ay!, surgido a partir de un año de parate artístico. Fue cuando quedó embarazada de su segunda hija. “Fue un tiempo para reflexionar sobre el sentido de lo que hago”, dice.
Por Carolina Prieto
La última vez que vino a Buenos Aires fue en 2007 con Santo y seña, una retrospectiva de su trabajo coreográfico con los mejores números de sus creaciones, que aplaudieron unas seis mil personas en el Gran Rex. Esta vez, Eva Yerbabuena, la bailaora andaluza de 46 años se está presentando (anoche y hoy) en un espacio más íntimo, el Teatro Avenida, acompañada por músicos y cantaores en una propuesta premiada en Londres y España. Se trata de ¡Ay!, una obra surgida en un momento especial. Cuando quedó embarazada de su segunda hija, debió suspender la actividad con su compañía durante meses para evitar perder el bebé. Y en cuanto pudo volver al estudio, calzarse los zapatos y empezar a generar material, sabía que quería sacar afuera lo que sintió y pensó durante el año de reposo. “Fue un tiempo para reflexionar sobre el sentido de lo que hago. También para leer, para estar en casa y estar tranquila. Y no se me hizo nada largo, al contrario, me dio vida y oxígeno”, confiesa por skype a Páginað12 desde España.
Al volver al ruedo tenía una primera certeza: encerrarse a trabajar con el violinista Vladimir Dimitrenco. “En flamenco al violín se lo utiliza como la segunda voz de una guitarra, pero no quería eso. Quería que fuese mi pulso, mi respiración. Sabía que me iba a ayudar a sacar cosas de adentro. Tenía la necesidad de expresar lo que había sentido en esos meses de pausa, de conexión con la vida que llevaba dentro. Los miedos, las sombras y las luces que nos acompañan. Es una propuesta minimalista y honesta, una reflexión hecha en voz alta”, comenta. La primera escena consiste pues en violín y danza. “El instrumento suena como el sonido de un corazón. Es un momento fuerte”, dice sobre el primer solo de una serie de seis que forman la obra. Asegura que el proceso no tuvo interrupciones ni dudas, que surgió con muchísima fluidez. Lo componen distintas escenas con diferentes “palos” o estilos del flamenco: una liviana, una fantasía musical, una coreografía sobre una silla, tangos, bulería, una canción de cuna en homenaje a Pina Bausch, una taranta, una seguidilla. También una escena puramente musical de la que no participa, a cargo de los cantaores Enrique El Extremeño, Emilio Florido y Alfredo Tejada, del percusionista Antonio Coronel, el guitarrista Paco Jarana y el violinista Dimitrenco.
El título del espectáculo alude a esa suerte de quejido que se oye en el flamenco cuando el intérprete lo pronuncia y alarga a su antojo. Un sonido espontáneo que sale de las entrañas y que, en Andalucía, se lo dice continuamente en la vida cotidiana, con un sentido más liviano para subrayar olvidos, alegrías o penas. También fue la primera sílaba que balbuceó la hija de Eva y Paco Jarana (guitarrista y director musical de los espectáculos de la Yerbabuena). “Antes de decir ‘mamá’ o ‘papá’ soltó unos ‘ay’ de una manera tan dulce que no dudamos en llamar así al espectáculo”, recuerda. Lo estrenaron en Londres en 2012, al año los invitaron a realizar más funciones y Eva fue nominada a los National Awards. En España recibió el premio Max de las Artes Escénicas como Mejor Intérprete Femenina de Danza. También lo estrenaron en EE.UU., Japón, China y Tailandia.
Su conexión con la danza española fue tan genuina como, en algún punto, inesperada. De familia andaluza, ella nació en Alemania, donde sus padres –él albañil, ella peluquera– emigraron por trabajo. A los quince días de vida, la llevaron de vuelta a Granada, donde la criaron los abuelos y dos tíos. Su formación fue heterogénea: cuando había dinero, tomaba clases con maestros como Enrique “El Canastero”, Angustillas “La Mona”, Mariquilla y Mario Maya; cuando no, se pasaba horas mirando videos de bailaoras, absorviendo todo. Y casi sin darse cuenta, comenzó a integrar diversas compañías y a ser reconocida. En 1998 creó su propio elenco, con el que montó una decena de espectáculos en España y en importantes escenarios del mundo, como la Ópera de Sydney, el Teatro Nacional de Chaillot de París y el Sadler’s Wells Theatre de Londres. Eva obtuvo los premios más importantes de danza de su país y recibió invitaciones de artistas de otras disciplinas. El director de cine británico Mike Figgis la llevó a la pantalla grande en dos oportunidades (en el documental Flamenco Women y en el film de ficción Hotel); la gran coreógrafa alemana Pina Bausch la eligió para participar en su festival y trabajar con ella. En Apariencias, su más reciente propuesta, Yerbabuena se mete con los contrastes y las contradicciones que la rodean. El poder, la riqueza, la pobreza, el lujo. “En el flamenco siempre ha habido contradicciones porque no es algo puro. Nació de una mezcla de tradiciones. En un encuentro en Madrid escuché una frase que me hizo pensar mucho: ‘Todos fuimos negros’. En esta obra trabajamos con tambor, con ritmos africanos y mi apariencia no es la de la típica bailaora. Tenía que deshacerme de todo aquello que me hace ser considerada flamenca”, señala.
* ¡Ay! Dirección, idea y coreografía de Eva Yerbabuena y dirección musical de Paco Jaran. Hoy a las 21 en el Avenida (Av. de Mayo 1222).
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