Sábado, 10 de marzo de 2007 | Hoy
DANZA › ENTREVISTA A RAUL CANDAL, EL DIRECTOR DEL BALLET ESTABLE DEL COLON
Con el Colón cerrado y con la conducción de uno de sus bailarines y maestros históricos, el organismo empieza hoy su temporada 2007 en el Alvear. “Es una compañía clásica”, dice Candal, que programó un espectáculo con fragmentos de grandes obras y una selección de pas de deux donde se lucirán ocho parejas de solistas.
Por Alina Mazzaferro
Sucede siempre que uno tiene la casa en obra. Uno rezonga un poco, pero al fin cambia sus hábitos, busca refugio en lo de algún amigo y continúa con la rutina como puede. En el año de la última etapa del Master Plan, las obras de restauración y puesta en valor que dejarán el teatro en condiciones de continuar siendo el recinto de las artes clásicas por 100 años más, el Ballet Estable del Teatro Colón ha debido adaptarse a más de un cambio: una nueva sede, en el sexto piso del edificio de la Sociedad Hebraica Argentina, y un nuevo director artístico, Raúl Candal, maestro y bailarín del teatro, ex director del Instituto Superior de Arte del Colón (1991-1992), de la compañía del Teatro Argentino de La Plata (1995-1997) y del Ballet Sub-16 de Julio Bocca (1999-2006). Para espantar los temores que homologaban el trabajo “a teatro cerrado” a una programación pobre o menguante, el ballet iniciará la temporada con 15 funciones y un doble programa mixto, cuyo primer módulo podrá verse a partir de hoy a las 20.30 en el teatro Presidente Alvear (Corrientes 1659).
El sello del nuevo director ya puede divisarse en la elección del repertorio. Si durante la gestión de Oscar Aráiz la compañía había oscilado entre un lenguaje clásico y otro menos ortodoxo (con Romeo y Julieta del mismo Aráiz, o sus Les noces, El ruiseñor y Petrushka), con Candal retoma su espíritu original: “Esta es básicamente una compañía clásica”, subraya el maestro, que ha estructurado ambos programas a la vieja usanza: “Originalmente se presentaba un fragmento de un ballet clásico, luego los pas de deux y, para cerrar, una danza de caractère o demicaractère”, explica. De este modo, hoy y desde el martes hasta el sábado próximo, siempre a las 20.30, y este domingo a las 17, podrá verse a un cuerpo de baile en puntas y tutús en el Gran Pas del tercer acto de Raymonda (con música de Alexander Glazunov y coreografía de Marius Petipa en versión del propio Candal). A continuación, las primeras figuras del Ballet Estable interpretarán una serie de pas de deux: La Esmeralda, basado en Nuestra Señora de París, de Victor Hugo, con coreografía de Petipa y música de Riccardo Drigo; el Gran Pas Classique, de Victor Gsovsky y Daniel Auber; Diana y Acteón, de Agrippina Vaganova y César Pugni, y el estreno de Las llamas de París, una “alegoría de la revolución francesa” con coreografía del mismo Candal y música de Alexander Asafyev. El programa culminará con las Danzas polovsianas del Príncipe Igor, un célebre fragmento de la ópera El Príncipe Igor, de Alexander Borodin, con coreografía de Michel Fokine (en esta oportunidad adaptada por Cristina Ibáñez y Alejandro Totto), que pertenece al repertorio de la compañía, pero que hace años que no era repuesta.
“También estamos limitados por este espacio alternativo que es el teatro Alvear, que no permite un gran despliegue escénico; por eso en la primera parte se verán dúos, cuartetos y trabajos de conjunto”, explica el director y repositor. “En el módulo de los cuatro pas de deux –añade–- les damos la posibilidad de lucimiento a ocho parejas.” Se trata de una oportunidad acorde con los principales objetivos para 2007: “Recuperar los valores esenciales del repertorio tradicional del teatro y promover a nuevas figuras, ya que dentro de la compañía hay gente con muchas condiciones y talento”, asegura.
Candal sabe que, además de ser el responsable del corte artístico de la compañía, deberá hacerse cargo de otros temas que no podrán ser postergados por mucho más tiempo, como las jubilaciones y recategorizaciones: “Hay una buena parte de los bailarines que estarían en condiciones de retirarse pero todavía se está peleando por una ley que les permita una salida digna, a los 40 o 45 años, y no con el 20 por ciento del sueldo”, explica el director, otra víctima del sistema vigente, que recibió una jubilación del 16 por ciento de su ingreso en actividad al abandonar su rol de bailarín del primer coliseo. “También se está pensando en tener concursos de categoría –sigue– para blanquear algunas situaciones que se están dando de hecho: muchos están haciendo roles de primeros bailarines hace años pero no tienen la categoría porque no hay concursos”, lo cual repercute en sus salarios y, en consecuencia, en sus futuras jubilaciones.
El maestro conoce el terreno porque él mismo ha pasado una veintena de años bailando como primera figura dentro de ese recinto, al igual que el nuevo cuerpo de maestros y asistentes que él mismo conformó, compuesto por su partenaire Silvia Bazilis y otros dos referentes históricos del ballet nacional, Cristina Ibáñez y Alejandro Totto. Sabe que la carrera de bailarín es extremadamente corta, por lo cual comprende la necesidad de aumentar la cantidad de funciones, y también sabe que si la institución no las ofrece éste irá a buscarlas afuera. Pero este director no desea cortarles las alas a los pichones de su nuevo nido: “Mientras no interfiera en las actividades del teatro, yo les doy permiso para que bailen en otros lugares porque eso también forma parte del crecimiento del artista y esa experiencia la pueden volcar en la compañía cuando regresen”, asegura. Su misión para este año de trabajo es “mantener a la compañía en actividad y evitar el desgaste anímico que conlleva el estar entrenando pero sin bailar, lo que puede traer grandes depresiones al bailarín”.
Por eso, Candal se mueve al ritmo de su cuerpo de baile, buscando oportunidades para poner a su ballet en escena a pesar del reducido presupuesto 2007: además del doble programa de marzo y la presentación de La Cenicienta en agosto en el Coliseo, ya está organizando un espectáculo con coreografías creadas por los mismos bailarines del Colón (posiblemente a realizarse en la misma Sociedad Hebraica), una posible gira por la provincia de Buenos Aires y el interior del país, y una función extraordinaria de El lago de los cisnes, junto a Julio Bocca y Paloma Herrera, en el Luna Park. Sobre este último evento, el director asegura: “Estamos negociando cómo se resuelve el tema técnico, porque la escenografía está preparada para el Colón y además no puede desarmarse tan rápido como para pasar de un acto a otro y reducir el ballet a dos actos, como quiere Bocca; pero lo artístico y lo económico ya está cerrado”. Mientras tanto y sin respiro, el cuerpo de baile ensaya a la par los dos programas del Alvear. Porque el segundo módulo, compuesto por algunos de los pas de deux más famosos (como los de El corsario y La bella durmiente) y fragmentos de La bayadera, de Petipa, y el Bolero, de Maurice Ravel, en versión de José Zartmann, subirá a escena apenas terminen las funciones del primero (el 23 de marzo), por lo que habrá ballet durante todo el mes, hasta el primero de abril.
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