Sábado, 10 de marzo de 2007 | Hoy
CINE › MEJOR QUE LA COMPETENCIA, VENTANA DOCUMENTAL
El cine de producción europea abrió el concurso oficial, con films del georgiano Dito Tsindtsadze y el argentino Santiago Amigorena. Pero la sorpresa estuvo en una muestra paralela dedicada a la no-ficción.
Por Horacio Bernades
Desde Mar del Plata
Pasado el temporal del jueves, que obligó a cancelar vuelos y suspender la ceremonia de apertura, el Festival de Mar del Plata logró normalizarse, arrancando a primera hora del viernes con la programación pautada. Dos películas europeas abrieron la Competencia Internacional: la alemana Der Mann von der Botschaft (El hombre de la embajada), dirigida por el realizador georgiano Dito Tsindtsadze, y la coproducción francoitaliana Quelques jours en septembre (Algunos días de septiembre), debut en la realización del ex novelista y productor cinematográfico Santiago Amigorena. Que, además, es argentino. Y marido de Juliette Binoche.
El hombre de la embajada cruza dos cuestiones que atraviesan el imaginario contemporáneo: el acercamiento circunstancial entre lo alto y lo bajo de la pirámide social (dos órdenes que parecerían llamados a repelerse mutuamente) y el fantasma de la pedofilia. Tras poner en manos de la policía a un chico que intentó robarle, el protagonista, funcionario de la embajada alemana en Tbilisi (capital de la ex república socialista de Georgia) se arrepiente, se lo lleva con él y termina dándole cobijo en su casa. Ambos tienen algo que esconder. El chico resulta ser una chica, que disimula su feminidad bajo remeras varios talles más grandes, y el funcionario guarda sus emociones hasta tal extremo que resulta imposible saber exactamente qué es lo que lo mueve hacia su nueva protégée.
Teniendo en cuenta que no tiene hijos, que instale a la muchacha en su casa podría admitir como motivación el paternalismo. Pero a la vez la chica vive en un estado de marginalidad tal que podría convertirla en instrumento ideal para que el funcionario palie su culpa de centroeuropeo rico. Ciertamente no puede descartarse una posible pedofilia reprimida, por parte de este soltero maduro que tiene por única distracción los jueguitos de computadora. Lo mejor de la película es justamente no resolver jamás esta cuestión central, enfrentando al espectador con la misma incertidumbre, cargada de sospecha, de todos aquellos que rodean a esta extraña pareja. Si Tsindtsadze parecería observar esta relación ambigua con tanta sequedad, distancia y hermetismo como las que caracterizan al protagonista, el tono y la intención de Algunos días de septiembre no podrían ser más distintos a los que impone el realizador georgiano.
Con Juliette Binoche en el papel de una ex espía, Nick Nolte como su elusivo colega y amigo, y John Turturro como el torpe asesino enviado a terminar con la vida de este último, la primera película dirigida por Amigorena instala al espectador frente a un juego cinematográfico irónico y autosuficiente, que parece rehuir todo contacto con lo real. Sin embargo, esos días de septiembre de los que habla el título son los previos al 11-09-01, cuando el mundo pareció colapsar. Autor del guión, Amigorena se complace en deformar o exagerar códigos de género, desviar expectativas y practicar desconcertantes digresiones cómicas. Un asesino a sueldo se psicoanaliza por teléfono, hay espías que aman la poesía y Juliette Binoche luce alternativamente helada, pícara y sexy, en las antípodas exactas de su imagen tradicional. Claro que, en el mejor de los casos, la cosa no pasa de ser una suerte de jueguito de salón que a algunos les caerá más o menos simpático y a otros los irritará profundamente. ¿Material de festival? Mmmhhh, eso es más dudoso todavía...
Por fuera de la competencia, la sección Ventana Documental arrancó a la altura de sus antecedentes con Dear Pyongyang, que funciona como home movie y, a la vez, como vasto recuento de la diáspora coreana del último medio siglo, encarnada en la familia protagónica. Familia que no es otra que la de la realizadora y posee una historia tan laberíntica como la de ese país dividido. Camarita digital en mano, en el living de la casa de sus padres Yang Yonghi los interroga sobre cómo fue que, siendo oriundos de Corea del Sur y partidarios del régimen comunista de Corea del Norte, desde la posguerra adoptaron a Japón como refugio, enviando más tarde a los tres hermanos varones a Pyongyang (capital del régimen de Kim Il-sung), desde donde éstos nunca más podrían salir.
Con un tono tan casero como ligero, la joven realizadora logra, en esta ópera prima, tomar una polaroid familiar, hablando al mismo tiempo de exilios, diásporas, divisiones, separaciones y paternalismos. El mejor arranque posible, para una sección a esta altura esencial dentro de la programación del Festival de Mar del Plata.
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