Al cierre de esta edición, el Autódromo Jorge Angel Penna, a 43 kilómetros de Mendoza capital, vibraba de un modo que ni los más potentes bólidos pudieron conseguir: ante 130 mil personas y bajo una leve llovizna, el Indio Solari abrió su primera presentación en casi dos años nada menos que con el demoledor combo de “Luzbelito y las sirenas” y “El templo de Momo”, seguidas de dos canciones de su hasta ahora último disco, El perfume de la tempestad, y coronadas por otros dos clásicos ricoteros, “Todo preso es político” y “La hija del fletero”. Las inconveniencias climáticas fueron la única nota molesta del show mendocino, que aun con la multitud que llegó a formar en la tarde una procesión de 10 kilómetros por la ruta 50 para entrar, gozó de una organización impecable. “No sé cómo explicarlo en palabras, esto es una locura”, atinó a decir el Indio en el comienzo, visiblemente conmocionado por lo que veía desde el escenario.