Viernes, 10 de julio de 2009 | Hoy
CULTURA › EDUARDO GALEANO FUE CONDECORADO ANOCHE POR EL GOBIERNO ARGENTINO CON LA ORDEN DE MAYO AL MERITO
Daniel Viglietti, Rogelio García Lupo y Pepe Mujica fueron algunas de las personalidades presentes en la ceremonia que distinguió al escritor uruguayo. Fue el reconocimiento oficial a una de las “más valientes expresiones del pensamiento latinoamericano”.
Por Facundo García
Desde Montevideo
En el Día de la Independencia, Eduardo Galeano quiso estar cerca de los argentinos. El escritor fue condecorado anoche con la Orden de Mayo al Mérito, un galardón que se otorga a “ciudadanos civiles y militares extranjeros, que se hayan distinguido por sus servicios y obras personales y merezcan la gratitud de la Nación”. Fue una ceremonia sencilla y sin pretensiones, donde las palabras gravitaron frente a un auditorio de hombres que comparten una historia común y –sobre todo– esperanzas en el futuro de la región. A Carlos Páez Vilaró, Daniel Viglietti, Chacho Alvarez y Rogelio García Lupo se sumaron autoridades de la diplomacia argentina, amén de un muestrario de políticos locales en el que el Frente Amplio –con Pepe Mujica a la cabeza– estuvo en clara mayoría. También estuvo presente en la ceremonia Macarena Gelman, nieta de Juan.
El acto se realizó en la Residencia que tiene la embajada Argentina en Carrasco, y estuvo presidido por el embajador Hernán Patiño Mayer. Para el funcionario se trató de un “merecido homenaje” a “un hurgador de identidades burladas que se ha ido construyendo a sí mismo en una dialéctica impiadosa con la realidad, para devenir en una de las más genuinas y valientes expresiones del pensamiento latinoamericano”. Al terminar su intervención, Patiño Mayer se animó con un “¡Viva la patria!” que llegó justo antes de un “¡Viva la República Oriental del Uruguay!”.
Puesto así parece una broma, pero lo cierto es que la exclamación no estaba vacía de sentido. Alrededor del homenajeado había una constelación de personalidades que han sabido querer y ser queridos a ambos lados del Río de la Plata. El festejo, entonces, era doble. Por lo demás, no hubo demasiadas exclamaciones: el mismo Galeano se mostró mesurado a instantes de calzarse la voluminosa medalla con cinta roja que representa uno de los mayores honores nacionales. “Yo no quisiera palabrear sobre una experiencia como ésta. No me pregunten nada. Todo lo que siento lo he puesto en el discurso que preparé (ver aparte)”, se atajó el montevideano.
Los uruguayos laureados con títulos similares han sido Alberto Methol Ferré, la actriz China Zorrilla y el ex intendente de Montevideo Mariano Arana. La Orden de Mayo tiene varios grados, y a Galeano se le otorgó el de “comendador”, que es superior a la de Caballero. En respuesta, él supo ponerle a la ocasión un sello distintivo. Su voz fue recorriendo sin apuro el texto que había preparado, y lo hizo con tal tranquilidad que era difícil no sospechar que ahí había una persona que ha conquistado cierta paz interior, o –al menos- un acuerdo consigo mismo. En el ratito que se tomó para decir lo que sentía, habló de compartir y de cuidarse; y de la existencia de una “tercera orilla”, en la que argentinos y uruguayos se encuentran para admirarse y crecer juntos. Asimismo, repasó con gratitud sus tiempos en Buenos Aires, al mando de “aquella aventura llamada Crisis”. Y tampoco faltaron esos giros que saben echar raíces en la memoria de quien los necesite. Frases como “para no ser mudo, hay que empezar por no ser sordo”; o “el punto de partida de una cultura solidaria está en las bocas de quienes hacen cultura sin saber que la hacen” quedaron rebotando por los salones como claves que vale la pena ir descifrando en toda su extensión.
Vestido con toda la sencillez con la que es dable imaginar a un candidato a presidente, el Pepe Mujica atendió en silencio, aunque unos minutos antes se lo podía escuchar conversando apasionadamente. El senador declaró que “este señor es un pedazo vivo de nuestra memoria”. ¿Y qué cree que ha ido ganando Galeano con el paso del tiempo?, le preguntó Página/12 al referente del Frente. “Paciencia, pá”, retrucó Mujica. “Paciencia para soportar y luchar contra la frivolidad reinante. A la hora de enfrentarse a eso, lo que cada uno lleva adentro es fundamental”.
Si bien uno de los tramos más emotivos de la reunión estuvo en el pequeño recital de música latinoamericana que ofrecieron Lucía Patiño Mayer (flauta traversa) y Lucas Torres (guitarra), a lo largo de la reunión gravitó tácitamente el tema de los roces que ha habido últimamente a causa del conflicto de las pasteras. La afinidad del homenajeado con ambas márgenes del Plata invitaba a reflexionar sobre el asunto. “Acá nos quieren separar y no van a poder –enfatizó Mujica–. Compartimos una identidad muy honda. Cuando los uruguayos nos escapamos de este país vamos siempre allá. Y ellos también vienen por acá y se sienten bien. Siempre nos hemos querido. Eso no lo puede superar nadie. Porque no somos pueblos hermanos. Somos pueblos salidos de una misma placenta, más que hermanos. Si no tenemos las mismas virtudes, tenemos los mismos defectos. Yo aprendí una lección de la historia: cuando a los argentinos les va mal, a nosotros nos va mal; y si a ellos les va bien a nosotros también”.
El equipo oriental se completaba con figuras como Carlos Páez Vilaró y Daniel Viglietti. De muy buen humor, el cantor no quiso mencionar “el sentido” de acompañar a su amigo en esa ocasión. “No, yo prefiero hablar del sentimiento que me provoca estar aquí. Con Galeano yo hice una de mis primeras colaboraciones con escritores. Fue en el exilio, y desde ahí tenemos una comunicación muy linda. Estamos afinados en el mismo tono, sol mayor”, metaforizó. “Con esto quiero decir que juntos hacemos fuerza por mantener el optimismo en el futuro y la fe en el ser humano. Sin olvidar las cicatrices, claro. Porque optimismo no quiere decir amnesia. De manera que vengo a ver a un amigo y hermano que todos coinciden en identificar como un escritor fuera de serie, que ha logrado una literatura en prosa que sin embargo es tremendamente poética”.
El periodista e historiador Rogelio García Lupo recalcó la sensación de estar asistiendo a un festejo familiar, más que a una reunión de protocolo. “Si te dijera que me mi principal móvil es otro, te estaría mintiendo –dijo–. Me considero un afortunado por sentir que Eduardo es un hermano”. García Lupo remató haciendo bromas sobre lo que el paso de las décadas ha traído para ambos: “al empezar, el impulso de la edad se traducía en acciones políticas. Hoy no aflojamos, pero hemos ganado cierta serenidad frente a la vida. Lo que no es poco. Mantenemos las ganas ¡Y espero que podamos mantener el impulso!”.
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