Sábado, 17 de abril de 2010 | Hoy
CULTURA › LLEGA A LA ARGENTINA EL SELLO INDEPENDIENTE ESPAñOL LENGUA DE TRAPO
El catálogo incluye desde “jóvenes rarezas” hasta un puñado de veteranos de culto. Una antología de relatos de autores argentinos, la novela Pálido reflejo, de Martín Caamaño (músico de Rosal), y obras de escritores escandinavos forman parte del primer lanzamiento.
Por Silvina Friera
Hay frases que pueden sonar como la musiquita esperada para endulzar el oído de la interlocutora. El español Fernando Varela, editor general de Lengua de Trapo –editorial independiente creada en Madrid en 1995– lo sabe, sobre todo ahora que ha decidido expandir el horizonte de lectores y de-sembarcar en Argentina con su exquisito catálogo de jóvenes “rarezas literarias” y un puñado de veteranos; un catálogo poblado de nombres y apellidos de escritores desconocidos –algunos difíciles de deletrear en voz alta, especialmente los nórdicos y de Europa del Este– que desafían al más jactancioso de los “eruditos en novedades”. Pero no se priva de decir a Página/12 aquello que por evidente y consabido resulta ocioso anunciar, aunque parezca un lugar común: “Este país es un lugar ineludible para todo sello editorial”. Varela comenzó a inyectar sus tentadoras propuestas a todo trapo, valga la redundancia, en la librería Crack Up, de la mano de dos títulos de autores argentinos que ha elegido para la ocasión, Hablar de mí, una antología seleccionada y prologada por Juan Terranova (que incluye cuentos de Félix Bruzzone, Ignacio Molina y Mariana Enriquez, entre otros); y Pálido reflejo, primera novela del guitarrista de Rosal, Martín Caamaño. Pero el editor también ha preparado una edición especial de los Cuentos reunidos del noruego Kjell Askildsen, considerado como uno de los grandes maestros actuales del relato breve, uno de los autores más importantes del sello, prologado por Fogwill; la novela Paraíso en la tierra, del noruego Kjartan Fløgstad; además del tentador combo danés de Peter Adolphsen, Brummstein y Machine, dos novelas cortas en un solo libro.
“El tema no es por qué desembarcar en Argentina, sino cómo y cuándo”, señala Varela. “Si bien era algo esperado desde hacía tiempo –de hecho, hace algunos años, nuestros libros estuvieron aquí distribuidos–, el cuándo nos ha venido dado por la propia marcha de la editorial ya que uno de los nuevos editores, Juan González del Solar, es argentino –aclara–. Y es en el cómo en donde hemos intentado romper un poco las reglas del juego. Nuestra idea no es traer una maleta con libros e intentar venderlos o colocarlos, sino que fluya la información, los recursos y las inteligencias en ambas direcciones, reducir al mínimo la importancia del origen del libro. Lengua de Trapo funciona en relación con la Argentina desde hace meses, puesto que estamos contratando gente aquí y buscando autores. Hablar de mí fue una búsqueda de generar ese puente entre ambos países, poder dar espacio a autores argentinos en el mercado español; del mismo modo, acaba de salir en España El daño oculto, de James Stern, traducido por un argentino, Ariel Dilon. Entonces, estos libros, qué son, ¿argentinos o españoles? No importa; son de Lengua de Trapo y los pasaportes no construyen literatura ni lectores.”
Aunque suene a verdad de Perogrullo, la primera impresión que tiene un lector español como Varela es que en Argentina “hay una literatura de alta calidad, que es vanguardia en la literatura en español, y se tiene la sospecha –agrega–, después confirmada, de que eso responde a lectores exigentes y comprometidos con una literatura”. En ese tipo de mercado es donde encaja Lengua de Trapo. Con un catálogo integrado por 280 títulos – distribuidos en cuatro colecciones, Rescatados, Desórdenes, Nueva Biblioteca y Otras Lenguas– el editor plantea que los libros que llegarán al país, después del quinteto seleccionado para presentarse en sociedad, dependerá de lo que decidan los lectores y libreros argentinos. “El manual de exportación de todo editor independiente dice que tiene que ir poco a poco, colocando y ganando espacio. Pero no es lo que hemos pensado para la Argentina. Queremos tener una relación especial y hemos abierto una oficina en Buenos Aires y tenemos una persona encargada de la editorial en el país, Juan Terranova. Para nosotros, reitero, no es sólo vender aquí libros sino trabajar en todos los aspectos de la edición con gente del país como punto de partida para el resto de Latinoamérica”, subraya el editor general de Lengua de Trapo, que distribuye sus libros también en Chile, Uruguay y México, entre otros países de Latinoamérica.
Lengua de Trapo surgió en 1995 por la iniciativa del editor Pote Huerta de publicar a una generación perdida de autores españoles nacidos en los ’60, exiliada de las grandes editoriales. “Esta idea matriz terminó evolucionando en la publicación de nuevas voces narrativas y, gracias a la llegada de Eduardo Becerra, profesor de Literatura Hispanoamericana en la Universidad Autónoma de Madrid, se incluyó al panorama narrativo americano –recuerda Varela–. Luego, esta búsqueda derivó en la colección Rescatados, donde se publican libros olvidados o nunca editados en castellano, y en la colección Otras Lenguas, donde aparecen autores desconocidos en el ámbito hispano, pero de constatada calidad y que cuentan con el favor de los lectores y de la crítica en sus lenguas originales. El perfil se mantiene y pretendemos que así siga, solo que, de la misma manera que nuestra visión del mundo va cambiando, nuestra línea editorial va ajustándose. Una línea editorial tiene que ser lo suficientemente sólida como para que sea reconocida por los lectores, pero lo suficientemente flexible como para que pueda dar cabida a las nuevas propuestas.”
Después de quince años de experiencia en esa “carrera de larga distancia” que es publicar escritores noveles, el balance no puede ser sino positivo. “Lengua de Trapo es una de las editoriales de referencia de jóvenes valores y nuestro desafío es seguir y ampliar esa referencia –admite Varela–. Gracias a las comunicaciones actuales, las relaciones pueden ser diferentes. El lector piensa que la revolución en el mundo editorial son los e-books, pero la revolución comenzó hace diez años, cuando las editoriales pudieron trabajar a distancia y hacer edición virtual: es decir, tengo al corrector en Buenos Aires, al lector en Lyon, a la maquetadora en Guadalajara y la imprenta está en Madrid.” Varela señala que es injusto destacar algunos escritores del catálogo por sobre otros. Todos resultan extraños al oído del lector argentino. Entre los españoles se destacan Rafael Reig, Alberto Olmos, Guillermo Aguirre y, en otras lenguas, los franceses Tonino Benacquista y Joël Egloff, los rusos Andrei Kurkov y Maria Ribakova, el serbio Vladan Matijevic, el checo Jáchym Topol, el rumano Catalin Dorian Florescu, los daneses Idda Jessen y Erling Jepsen y la alemana Mareike Krügel. “Como nosotros entendemos la edición, hay libros que nos enorgullecen más allá de la repercusión de ventas que han tenido. Los invitamos a que los lean, saquen sus conclusiones y busquen aquellos títulos que se acerquen más a su idea de la literatura”, se despide Varela como si estuviera repitiendo el eslogan de una editorial que siempre tiene un “autor exótico” para ofrecer.
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