Jueves, 22 de abril de 2010 | Hoy
CULTURA › OPINION
Por Frank Wegner *
Sí, ¿pero cuál Argentina?
Witold Gombrowicz
Existe una anécdota que cuenta que –en la época de los primeros grandes éxitos internacionales del realismo mágico– un editor terminó de leer una novela sudamericana y exclamó indignado: “¡Pero si esto no es realismo mágico!”. Si las miramos desde este perspectiva, las condiciones de recepción actuales parecen más favorables. Hoy en día, el público alemán interesado y con cierta predisposición ya no se mueve dentro de las fantasías burdas y de las idées reçues coloridas y exotizantes que, a veces, alimentan el interés por un país extranjero.
Si se hiciera una encuesta ad hoc sobre el tema “Argentina” en Alemania, claro que surgirían las respuestas previsibles: fútbol (¿por qué Messi juega tan por debajo de sus posibilidades cuando forma parte del equipo nacional?), tango, mujeres atractivas, las planicies ventosas de la Patagonia, los bifes muy, muy grandes. Pero, también, otras más específicas: las complejidades del peronismo, la rica hibridez social, las taxonomías peculiares de Borges. Y –a pesar de que el cine argentino encuentra cada vez más adeptos– esta visión detallada se debe, sobre todo, a la literatura.
En la Feria de Frankfurt de este año el interés será mayor que nunca. No hay editorial masiva que no vaya a presentar una u otra novela. Libros de ensayos, novedades, redescubrimientos, primeras ediciones de determinados clásicos: habrá de todo. Esto se explica, en parte, a través de las costumbres específicas de nuestra industria. Pensando en el impacto de la atención pública, es necesario publicar libros teniendo en cuenta este tipo de grandes eventos. Pero en el caso de la Argentina, se suma el hecho de que hace tiempo que el país está en la mira del interés europeo y, también, alemán. Es decir que, más allá de la Feria del Libro, existe un deseo auténtico por saber más, lo que significa saber de otro modo. Y este deseo debería ser satisfecho. La Argentina podrá mostrarse en toda su multiplicidad, vitalidad y complejidad desbordantes, tan diversa como sea posible, sin preocuparse por las posibles confusiones o desilusiones que pueda generar. Todo lo contrario, ya que ahí radica una de las fortalezas más encantadoras de la literatura en sí misma: en que produce caos y perturbación, conscientes de la forma, precisamente allí donde uno siempre creía tener todo claro.
* Editorial Klett Cotta, Alemania.
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