Miércoles, 13 de octubre de 2010 | Hoy
CULTURA › SE INAUGURO AYER EN WASHINGTON LA MUESTRA IDENTIDAD DEL SUR
En las instalaciones que la prestigiosa Smithsonian Institution le dedica al arte internacional se exponen 80 trabajos de 32 artistas argentinos. La exhibición, a propósito del Bicentenario y atravesada por las más diversas corrientes estéticas, podrá visitarse hasta enero de 2011.
Por Roque Casciero
Desde Washington
Mientras el visitante se acerca hasta la sala del Ripley Center donde se exhibe la muestra Identidad del Sur, las sensaciones brotan en catarata. Adelante, apenas encima del nivel del piso, se ve la obra Alambres, de Norberto Gómez, en la que alambres de púas trastruecan en manos en gesto crispado. Más atrás, en la pared, un impactante cuadro de Daniel Santoro muestra una “versión” de La piedad en la que Evita, con aureola de santa, se come las vísceras del Che Guevara, con el edificio de la CGT como fondo. Y por si todo eso no fuera suficiente, una vez dentro de la sala el visitante –norteamericano en su mayoría– se topa con La civilización occidental y cristiana, la obra que León Ferrari hizo en 1965 y que todavía provoca y conmueve: un avión de la Fuerza Aérea de Estados Unidos es la cruz sobre la que yace un Cristo ensangrentado. El impacto es inevitable para quienes recorren la muestra, que ayer se inauguró en las instalaciones que la Smithsonian Institution le dedica al arte internacional. Pero no son sólo esas obras las que llaman la atención, ni tampoco el arte argentino con contenido más político el único representado en el complejo de museos más grande del mundo. En la exhibición –organizada por la Secretaría de Cultura de la Nación, el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, y el Smithsonian Latino Center– hay 80 trabajos de 32 artistas, que van desde grandes maestros como Enio Iommi o Carlos Alonso hasta otros de “generación intermedia”, como la rosarina Nicola Constantino o el tucumano Víctor Quiroga.
La muestra Identidad del Sur, escribió el secretario de Cultura, Jorge Coscia, en el catálogo, “se plantea un objetivo arduo y estimulante a la vez: dar cuenta de nuestra identidad nacional a través del lenguaje visual. ¿Qué es, después de todo, el arte argentino? ¿Dónde radica su especificidad?”. Según el funcionario, la respuesta que intentaron el organismo a su cargo y los curadores Alberto Petrina (director nacional de Patrimonio y Museos) y Andrés Duprat (director de Artes Visuales) estuvo marcada por alejarse “en lo posible del lugar común”, sin caer en estereotipos: “ni plumas, ni gauchos, ni mates, ni tangos, ni puestas de sol en la Pampa”. Por eso, para Coscia, esta exhibición a propósito del Bicentenario “propone, por medio de obras de relevante alcance, una relectura del campo artístico argentino actual”. El resultado es la mayor muestra en su género que se haya presentado en Estados Unidos. Podrá visitarse hasta el 23 de enero del año próximo.
Aunque ambos curadores reconocieron que seguramente la lista de artistas representados en Identidad al Sur está incompleta, explicaron los criterios con los que seleccionaron a quienes sí fueron incluidos: “De acuerdo con la filosofía de esta gestión –arrancó Petrina–, quisimos que la muestra fuera federal: hay una proporción alta de artistas de las provincias, cuando la tendencia en este tipo de muestras es que estén los grandes de Buenos Aires... que también están, por supuesto. Otro tema importante fue que hubiera variedad de disciplinas: pintura, escultura, grabado, videoarte y fotografía. Y todas las tendencias: figuración, abstracción y arte conceptual”. El problema, según Duprat, era “de qué manera mostrarles a los norteamericanos el arte contemporáneo argentino sin que fuera un cuadrito de cada tendencia y nada más”. “Por eso pensamos en estructurar la muestra en cuatro núcleos, para que además de ser un panorama del arte contemporáneo argentino fuera una exhibición interesante para ver. Porque, en general, si una muestra se llama ‘Arte de la república tal’, huyo espantado: el concepto unificador no puede ser sólo que venga de un determinado país.”
“Quisimos marcar que la Argentina tiene un nivel y una cantidad de artistas notables, aunque no ha tenido la trascendencia a nivel de prensa internacional que sí tuvieron Brasil y México”, continuó Petrina. “Y también nos interesó transmitir que en la Argentina pasaron algunas ‘cositas’, ¿no?, y que los artistas no son cachos de carnes con ojos, sino que reflejan esas cosas que pasaron.” Duprat, por su parte, dio las razones por las cuales hay sólo una obra de cada uno de los grandes maestros en la exhibición: “Lo hicimos así a manera de homenaje, y eso nos liberó para poder incluir más obras de los artistas de generación intermedia, que tienen tres o cuatro”.
Los cuatro ejes en los que está estructurada la muestra son “La impronta política”, “El paisaje inmanente”, “Apuntes sobre la identidad” y “Poéticas de la abstracción”. Y se puede recorrer en varios sentidos, aunque la mayoría de los visitantes entra por la puerta de la política y sale por la de la abstracción. En el primer núcleo hay obras de Ferrari, Gómez, Santoro, Carlos Alonso, Juan Carlos Distéfano y Eduardo Iglesias Brickles (ex jefe de arte de Página/12 y ganador del Primer Premio del Salón Nacional de Artes Visuales). En el segundo grupo hay trabajos de Luis Felipe Noé, Duilio Pierri, Antonio Seguí, Marcia Schvartz, Fernando Allievi, Eduardo Stupía, Miguel D’Arienzo, Fermín Eguía, Jorge Macchi y Facundo de Zuviría. “Marcia se quejaba porque la pusimos en la sección de paisajes, porque nos decía que ella hizo arte político toda su vida”, comentó Petrina. “Pero que hayamos elegido algunos trabajos en especial tiene que ver con lo que quisimos mostrar, no con lo que es la obra global de cada artista. Por otra parte, los paisajes de ella que elegimos son del fondo del Río de la Plata, o sea paisajes que nadie ve, y entre otras cosas muestran cadáveres, así que más político que eso...”
El rosarino Daniel García, uno de los representados en la sección sobre la identidad, aseguró que ése no es uno de los temas en los que trabaja. Sin embargo, resulta comprensible que los curadores hayan ubicado allí una de las obras de su serie sobre dentaduras, que el artista vincula en privado con una suerte de monumento a los desaparecidos, o Erased head, un retrato “borrado” a propósito por García. En ese núcleo temático también hay una obra de la mendocina Susana Dragotta, cuyo trabajo está, según ella misma, “entre el diseño y el arte”. Se trata de una especie de “animal abstracto”, algo así como una mantarraya hecha con materiales de la industria textil. “Al final, por su abstracción, termina siendo una suerte de funda para mantarraya; me gusta esa ambigüedad”, dijo la artista.
La sección sobre la identidad fue la que tuvo a más artistas presentes en la inauguración. Además de los mencionados, también estuvieron Quiroga (en un costado de cuya obra Lo que pasa todavía se ve a Videla hablando con el Papa), el cordobés Marcelo Torretta (con su mundo simbólico de fantasía en el que importa “la pintura per se, no el relato”), y el porteño Ariel Mlynarzewicz, del que hay dos obras de la serie “Yo me corto solo”. “El valor agregado de la muestra radica en que logra mostrar una identidad en la diversidad”, afirmó el pintor. “Por eso felicité a los curadores: a veces no vemos eso ni siquiera en las exposiciones colectivas en nuestro propio país.” En la sección también hay obras de Constantino, Hernán Dompé y Marcos López.
El final de la muestra –o el principio, si se ingresa por la segunda entrada– está dedicado al arte abstracto argentino. “Una de nuestras intenciones fue remarcar que nuestra abstracción fue pionera, que no fue una copia de una vanguardia sino que existió antes o al mismo tiempo que una vanguardia internacional”, insistió Petrina, quien resaltó el hecho de que Estados Unidos recién tuvo obras de nivel similar una década después que la Argentina. En ese sector final de la muestra, la obra de un consagrado como Rogelio Polesello (Sin título I y II, en acrílico tallado) “dialoga” con una efímera hecha a pedido por Pablo Siquier (1009, en vinilo autoadhesivo pegado sobre la pared de la sala). También hay trabajos de Iommi, Jorge Abot, Gyula Kosice, Marta Minujin, César Paternosto y Tulio de Sagastizábal, quien dijo que era “un lujo” que su obra se exhibiera en semejante compañía. “Me interesa ver qué pasa con mi obra en un contexto tan exigente”, explicó.
Eduardo Díaz, director del Smithsonian Latino Center, afirmó estar “maravillado” con Identidad del Sur y auguró que lo mismo pasará con cada visitante que la recorra. “Debo admitir que no conocía a todos los artistas, por eso ésta es una oportunidad notable: la muestra hace evidente que la Argentina es grande en su producción artística.” Coscia, que reconoció que la idea de la exhibición viene de la gestión de José Nun como secretario de Cultura, y que valoró los aportes del actual canciller Héctor Timerman y el agregado cultural Conrado Solari Yrigoyen, indicó que “es la Argentina misma” la que se expone en el Ripley Center del Smithsonian. “Es la gente del sur de América conmemorando, renovando, innovando; apareciendo allí donde menos se la espera; aceptando en ocasiones ser reflejo plural de muchos y de otros, pero sin dejar de reivindicar, a la par, su propia esencia, aquella cifra intransferible que la distingue en la geografía y la inscribe en la historia.”
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