Viernes, 26 de noviembre de 2010 | Hoy
CULTURA › SEÑALES DE VIDA, EL PROYECTO QUE NACIO EN EL ESPACIO CULTURAL FUNDADO SOBRE UNA SEDE DEL HORROR
Ninguno de ellos era cantante profesional, pero el tango les abrió un universo. “Marita” Luna Ramírez, Marta del Ducca, Liria Regina, Edith Soto, Juan Carlos Mora, Betty Santucci y José Paletta cuentan su historia de renacimiento a través del arte.
Por Karina Micheletto
“¡Qué linda que es la ESMA! ¿Usted sabe lo bien que la pasamos ahí?” La frase podría pertenecer al orden de lo excecrable. Quienes la dicen, en cambio, la sienten genuinamente y hablan en base a su experiencia. En lo que alguna vez fue la ESMA, y ahora es el Espacio Cultural Nuestros Hijos, ha ocurrido una revolución, o muchas revoluciones. Una de ellas, la que ahora se materializa en un disco bellísimo de tangos, valses y milongas, grabado por estos intérpretes que posan para la foto cruzando bromas y que vuelven a decir, ya en serio, qué linda es la ESMA. La frase, que la cronista empieza a entender en toda su dimensión a medida que escucha estas historias de vida, podría ser también la comprobación de que las Madres de Plaza de Mayo han cumplido maravillosamente su objetivo, cuando tomaron a su cargo la tarea de convertir lo que fue un símbolo del horror en un lugar donde se genere y se contagie arte.
“Marita” Luna Ramírez, Marta del Ducca, Liria Regina, Edith Soto, Juan Carlos Mora, Betty Santu-cci y José Paletta son los protagonistas de Señales de vida, el primer disco producido enteramente por el Espacio Cultural Nuestros Hijos. Un trabajo en el que suenan tangos reos, valsecitos camperos, tangazos conocidos y de esos que sólo algunos guardan en la memoria en las voces de estos siete intérpretes que imprimen con sus voces siete personalidades diferentes, unidas por un repertorio y un proyecto. Mañana, a las 17, los artistas presentarán el disco en la sede del ECuNHi (Libertador 8465), con entrada libre y gratuita.
Un detalle hace más interesante el trabajo: ninguno de ellos era cantante profesional hasta hace unos años (a excepción de Santucci, que alguna vez fue Susy San y cantó y bailó como integrante de Los Frenéticos del Ritmo, como contará más adelante). Pero esta historia es en tiempo presente y se empezó a escribir cuando estos cantores decidieron concurrir a los talleres de arte destinados a adultos mayores que se dictan en el ECuNHi, fruto de un trabajo conjunto entre la Fundación Madres de Plaza de Mayo, el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y el PAMI. Entre las muchas opciones que se les ofrecían, ellos son parte de las cerca de cuatrocientas personas que se inscribieron en los talleres de interpretación de tango que dicta Lucrecia Mérico, que por lo que se escucha se ha convertido en una integrante más de este grupo alegre y bullicioso.
“Este disco es una muestra más de que la vida puede empezar a los setenta”, sintetiza Mérico lo que aprendió con sus alumnos, y cuenta su experiencia: “En enero de 2009 se hizo en el ECuNHi la primera colonia cultural de adultos mayores, por un convenio con PAMI y el Ministerio de Desarrollo Social. Empezó a venir gente de distintos centros de jubilados, de hogares de día y geriátricos. Se abrieron una cantidad de talleres de cuatro áreas (música, letras, teatro y artes visuales), y a mi taller de interpretación de tango empezaron a venir muchos, pero muchos: como cuatrocientos. La idea del disco surgió como sueño, y ahí nomás nos embarcamos. Entre todos los que pasaron seleccionamos siete, y en marzo de este año empezamos a ensayar, dos veces por semana. Entre septiembre y octubre grabamos, con un trío de guitarristas (Juan Ignacio Iruzubieta, Hernán Pérez y Germán Layna), más cuatro músicos invitados. Por supuesto, fue una producción profesional”.
El sueño no quedó en un disco ni en las presentaciones en vivo como la que tendrá lugar mañana. Los intérpretes además se presentaron en el Primer Festival Nacional para Mayores que se realizó en Cosquín. Cantaron en la mismísima Plaza Próspero Molina y frente a unas tres mil personas. De allí acababan de llegar al momento de esta nota, cansados pero con ánimo para retocar el rimmel para la foto o bromear con las posibilidades del peine sobre sus cabezas, para contar cómo llegaron hasta aquí.
- Liria Regina: “Soy una mujer que nunca había salido de casa, y tuve penas muy grandes, pérdidas de seres muy queridos, estuve muy mal. Pasé ocho años con atención psiquiátrica, hasta que me dieron el alta y me dijeron: Liria, de acá para adelante, la vida es tuya. Está en vos aprovecharla. Invitada por unas amigas, llegué al Centro de Jubilados de Nueva Pompeya. Allí un buen día me dijeron: ¿no querés venir al ECuNHi, a la ex ESMA? Yo no sabía nada de todo esto, ni de lo que pasó antes acá ni de lo que pasa ahora. Cuando llegué, elegí cantar tangos, porque al tango lo llevo en la sangre. Mi profesora querida me enseñó y me sigue enseñando. Y yo aprendí que puedo seguir aprendiendo, y por eso soy feliz”.
- José Paletta: “Vivo en el hogar San José de San Martín. Gabriela, una recreóloga del hogar, me invitó al ECuNHi. Acepté más bien para darle el gusto a ella. Cuando llegamos abrió una puerta y me dijo: a vos te gusta el tango, metete acá. Ahí me encontré con este monstruo divino que es Lucrecia, que se dio el gusto de hacerme cantar. Acá estoy: Yo nunca había cantado tango, ¿qué me iba a imaginar que me iba a llegar a los 77? Hasta tengo un caballito de batalla: ‘Te llaman Malevo’”.
Q Marta del Ducca: “De chica, en mi casa, mis hermanos escuchaban tango y a mí me gustaba. Después, en la adolescencia, iba a bailar con Aníbal Troilo, cantaba Fiorentino, me encantaba. A los 24 años me casé, tuve mis hijos, mis nietos, que ya están criados. Ahora, a los 70, me di el tiempo para cumplir con lo que era una asignatura pendiente, porque siempre me gustó cantar. Fui al coro del Hogar Balestra, de Saavedra, y ahí me invitaron al ECuNHi. Estoy feliz: mi marido me banca en esta y mis nietos son mis fans número uno”.
- Juan Carlos Mora: “Yo, con 74 años, puedo decir que estoy disfrutando la vida. Entre los temas que canto están ‘Dicha pasada’ y la milonga ‘El conventillo’. Con esa abrí el espectáculo de Cosquín. ¡No sabe lo que fue eso, en esa plaza llena! Cuando bajé de ese escenario inmenso, lloré no sé cuánto rato. Pero en vivo no me permití emocionarme: me banqué todo el espectáculo, ¡a lo macho, como indica la milonga!”.
- “Marita” Luna Ramírez: “¿Sabe lo que es cantar bajo los árboles del ECuNHi? ¿Sabe lo lindo que es? En verano la pasamos bárbaro ahí, hasta bailamos, es en cierto modo una fiesta. A mí me gusta cantar, pero no cantaba en público, me podía la vergüenza. Para mí era un impensable mostrarme así. Lucrecia me exigió, hizo bien. Le seguí el tren, y canté ‘Corazoncito’, el vals ‘La pena del payador’ y el tango ‘Barrio viejo’”.
- Bety Susana Santucci (72) tiene un nombre artístico que se puso cuando era adolescente: Susy San. “Yo era rockera, nada que ver –cuenta–. Formé el primer conjunto de rock and roll de la Argentina, Los Frenéticos del Ritmo, en el ’57; actuamos en el Luna Park, en el Maipo. Después me casé, y mi marido no quiso que cantara ni que bailara ni que recitara. El tiempo pasó, los hijos, el trabajo me alejaron de esto, que quedó pendiente en mí. Cuando me quedé tranquila, pude encarar esta deuda que tenía conmigo. Y ahora, a los 72, siento que la he saldado.”
- Edith Soto: “Yo estaba muy triste porque hacía menos de dos años que había fallecido mi esposo, estaba pasando por ese período en que no sabés qué hacer. Mi cuñada me sugirió que viniera al ECuNHi y me explicó qué era. Yo no sabía nada de la gran revolución que se había producido aquí, con lo de mi marido había estado alejada del mundo, ajena a todo. Desde el primer momento que llegué, con el centro de jubilados Vivir con dignidad de Saavedra, sentí que se abría para mí una puerta a la vida. Las Madres son tan grandes que tuvieron el coraje de crear este espacio. ¿Cómo nosotros no vamos a hacer algo, aunque sea mínimo, para sumarnos a su mensaje?”
–¿Y cuál es ese mensaje?
–Que la vida es hermosa. Y que se puede.
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