CULTURA › ANTIFICHUS FUE PENSADO COMO UN “SOUNDTRACK VISUAL” DE LA HISTORIA ARGENTINA
Los hermanos Rapa, Andrea y Sole Carballo y el periodista Gustavo Alvarez Núñez editaron un libro que es como una ensalada violenta de la vida argentina en figuritas, con imágenes rescatadas de revistas viejas y otras hechas especialmente por un centenar de artistas.
› Por María Daniela Yaccar
Una tarde, tres hermanos revisaron un viejo baúl y se reencontraron con sus cuadernos de primaria. Se detuvieron en el modo en que aprendían Historia Argentina y, más que nada, en las tantas figuritas pegadas. Había de todo, y mezclado en pocas páginas: próceres, plantas, animales, futbolistas. La emoción que desató la aparición de las imágenes-fetiche duró poco y abrió paso al análisis. “Nos pareció muy bizarro cómo se mezclaban temas y estilos, cómo el mundo quedaba definido en cinco líneas”, le cuenta Rapa Carballo a Página/12. “Pero lo que más nos llamó la atención fue la cantidad de huecos en los que no había data”, cierra. El y sus hermanas, Andrea y Sole, decidieron bucear por esos agujeros negros, los años de nula o escasa simbolización. El resultado es Antifichus, un álbum que es un “artefacto freak”, según lo define Rodrigo Fresán en la contratapa. La historia argentina aparece hecha ensalada violenta, mezclados sus héroes y villanos, sus triunfos y derrotas, hechos trascendentales y anecdóticos. Todo en figuritas a color, como si se tratara de una Billiken o Anteojito en clave pop, aunque con mirada rock.
El viaje a la infancia de las tijeras y la plasticola transportó al trío hacia el futuro, porque enseguida imaginaron el relleno de los baches en forma de libro y con la misma materia prima con la que se habían encontrado. “Nos propusimos hacer un manual in extensis. La nueva colección tendría una impronta gráfica más sorprendente y lo haríamos con mucho rigor documental. Pero tendríamos que reírnos en la aventura”, continúa Carballo en el mail que envió desde España, donde reside. Cada cual encaró la tarea desde su profesión: Andrea es historiadora, Sole –quien también vive en España– y Rapa son diseñadores gráficos. Un cuarto integrante del equipo es Gustavo Alvarez Núñez (GAN), editor y ensayista, que escribió con Andrea algunos de los textos que acompañan las imágenes y que bajan línea cínicamente, a la manera de la Barcelona.
Ahora, ¿cómo es que rellenaron 248 páginas con imágenes que cuentan la Historia, si lo que abunda es la carencia? Apelaron a diversas fuentes: el cuaderno escolar es sólo una. Los Carballo viajaron por pueblos de las provincias para conseguir material en kioscos, compraron en subastas de Internet y buscaron en álbumes viejísimos. “Hay tanta información iconográfica en el Cabildo como en una verdulería de barrio o en un cartel trucho de la Ruta 2. Sólo hay que buscarla”, subraya Rapa. Así y todo, no alcanzaba. Tuvieron entonces una gran idea: convocaron a artistas para que ofrecieran su visión sobre un segmento de la Historia, en una figurita. El álbum se pobló de 560 imágenes y de la mirada de cien artistas, entre los que se encuentran El Niño Rodríguez, Juan Carlos Romero, Costhanzo, Gustavo Sala, Langer, Diego Parés, Bianki, Max Cachimba y Adanti. Juan Sasturain y Enrique Longinotti escribieron sendos prólogos. “La condición era que los artistas dijeran algo, que se la jugaran y que propusieran nuevas visiones”, explica Rapa. Antifichus es, entonces, además de una enciclopedia irreverente, un “soundtrack visual”.
No sólo se sumaron a la propuesta artistas argentinos. Los hay de distintos países, sobre todo de España. Por ejemplo, Mauro Entrialgo dibujó al alemán Adolf Eichmann para referirse a la Argentina como refugio de nazis. El inglés Patrick Thomas creó a un Che con el rostro contorneado por logos de las principales marcas. “Es un embole ser autorreferencial y ombliguista”, sentencia Rapa. “Está buenísimo escuchar las opiniones de los de afuera. En el exterior nadie puede entender cosas nuestras como el peronismo –nosotros tampoco entendemos realmente muchas cosas del movimiento–, pero a veces hace falta tomar distancia para responder interrogantes”, concluye. El y Sole se ocuparon del diseño, la edición de las imágenes y la coordinación, mientras que Andrea y GAN quedaron a cargo de los textos.
Pasaron cinco años desde la idea inicial hasta la culminación del proyecto, que tiene también una exposición en la Casa de América en Madrid. “Nos resultó muy complejo: hacer un guión, definir una paginación, establecer contactos con los artistas, escribir”, detalla Rapa. “Este libro no nació por pedido de nadie, sino por la necesidad de decir cosas”, agrega. Como vio la luz en el año del Bicentenario, la intención de este manual (editado por Pequeño Editor) quedó exacerbada: responder a la historia oficial, sugerirle nuevos sentidos, agregar lo faltante. En palabras de GAN, “es un libro de contra-historia”. “En contraste con la pompa oficial, está atravesado por una mirada fuera de foco y ácida, impropia en la revisión a la que nos tiene acostumbrados el Estado.”
“Las naciones se alimentan de mitos, nunca de realidades. Ante la seriedad imperante y la crispación alimentada por bandos que se parecen mucho en sus ambiciones de poder, Antifichus se plantea de- sacralizar esos mitos. Nos gusta la realidad extrañada, no la realidad extraña que se construye detrás de cada idea de país”, se explaya el editor. “También, el libro es una toma de posición: la defensa de lo público frente a lo privado, al rechazo frontal al fascismo, el apoyo a un proyecto social que en la Argentina casi nunca existió, la desaparición de la industria para convertirnos en países dependientes del círculo internacional y la denuncia a la enorme brecha existente entre ricos y pobres en toda América latina.”
Si las palabras de GAN destilan seriedad, el libro no podría ser más diferente. “Sin humor no somos nada. Desacartonar la historia fue uno de los objetivos. Darle ese espíritu de nevermind fue vital: es lo que nos identifica como generación sin ídolos ni mártires”, recalca. Flora, fauna, política, artes, ídolos de la televisión, religión y deportes arman el rompecabezas argento, en un recorrido que va desde la conquista española hasta la actualidad. El ordenamiento no es rigurosamente lineal, lo que multiplica su efecto bizarro, porque hay saltos temporales por relación conceptual y que causan gracia (como pasar de la industria de la carne a las películas de la Coca Sarli). Según sus hacedores, hay personajes o visiones que “flotan” en cada página del libro. Una verdadera mezcolanza de influencias: los Monty Phyton, Alberto Olmedo, los programas de televisión El monitor argentino y Cha Cha Cha, Diego Capuso-tto, Tangalanga, la revista Expreso Imaginario, Boris Vian, los Dead Kennedys, John Lennon, Talking Heads, Virus, Oski, Sumo –“y la visión de la argentinidad hecha por Luca”–, Brian Eno, The Clash, Frank Zappa, Eduardo Mateo, Julian Cope y Gabino Ezeiza.
También sobrevuela esas páginas una antigua obsesión: llenar el álbum, ese “trofeo máximo” al que tanto Rapa como GAN aspiraban de chicos. “Las figuritas eran nuestro minimundo. Es interesante cómo esa data se metía en el mundo infantil, a través del juego de azar o de astucia, con las imágenes como moneda de intercambio y de competencia: el chupi, el medi, tirar espejitos, intercambiar repes”, cuenta Rapa. Costó, en el caso de Antifichus, retratar el imaginario del período posdictadura, en contraste con el abundante material de la época de los peinetones. Ahora, de grandes, los Carballo lograron el cometido sin tener que someterse a los costosos trueques que eso implicaba en la infancia. A propósito, GAN desempolva un recuerdo: “Gané un premio por llenar un álbum. Me faltaba la del oso Yogui. Y como no la conseguía, se la cambié a un amigo por un walkman traído de Paraguay. No logro recordar qué fue lo que obtuve como galardón”.
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