De acuerdo con un estudio que difundió el mes pasado la consultora estadounidense IDC, la cantidad de datos que circula en el planeta se está más que duplicando cada dos años. Sólo en 2011 se creará o copiará 1,8 zettabyte, una cifra tan elevada que cuesta “traducirla” verbalmente. Acaso ayude apelar a una imagen: para guardar semejante cantidad de información se requerirían 57,5 millones de Ipads con 32 Gb de almacenamiento. En caso de querer poner a todos esos aparatitos juntos, se formaría una montaña veinticinco veces más grande que el monte Fuji (fuente: http://www.emc.com/collateral/analystreports/idc-extractingvalue-from-chaosar.pdf).

Entre los picos de esa cordillera es urgente aprender a conservarse lúcido. “Yo te diría que el de la sobrecarga informativa es el problema de los problemas. Porque podemos referirnos a muchas cosas: al clima, a los conflictos armados, a los muros. Por debajo de todo eso tenemos una epidemia mundial de depresión, stress y angustia. No lo digo yo, la Organización Mundial de la Salud lo viene advirtiendo hace mucho”, desliza el entrevistado. Para él, el torrente continuo de estímulos, más el chantaje emocional de las publicidades y el esfuerzo diario por llenar la olla se combinan para desatar la tormenta mental perfecta. “Y si perdemos la guerra psicológica –avisa– jamás ganaremos las otras. En ese punto –donde se juntan lo público y lo político– se juega la batalla personal de cada militante. Jamás se dejen angustiar ni marear por el bombardeo de mensajes. Y mucho menos deprimirse. Estando tristes, no podremos pensar la revolución.”