Viernes, 25 de noviembre de 2011 | Hoy
CULTURA › OPINION
Por Fernanda García Lao *
FIL
De pronto un día, alguien elige distinto. La Feria del Libro de Guadalajara se ha caracterizado siempre por su originalidad. Este año dijeron: traigamos autores nuevos. Y fueron fieles a la premisa, leyendo. El movimiento inesperado de este interés genuino es un regalo para el continente. No sólo para los autores. Hay un gesto político de plantar una bandera común. Leamos lo que somos. Y rescatemos.
Mi caso
En los últimos años, hubo muchas listas: Bogotá 39, Granta o Frankfurt, por citar sólo tres ejemplos. Yo no estuve en ninguna. Por edad, por deformidad, por carecer de agente, por no hacer sociales, por no ser visible o por serlo. Vaya uno a saber por qué, mi nombre siempre quedó afuera. Tampoco imaginé que ser un secreto tuviera premio.
Mis libros
Hicieron su ruta a pie. Como yo. Si bien El Cuenco de Plata ha publicado tres títulos, El Ateneo editó Vagabundas y Muerta de hambre apareció en Francia, fue la potencia de las criaturas en cuestión lo que las direcciona. Se las arreglan bien así. A veces, con el impulso de alguna crítica, o recomendadas por un librero. En ocasiones, como pequeñas huérfanas amantes del callejeo, pasando de mano en mano. Suele suceder que alguien las encuentre y las haga suyas. Que se las lleven a casa. El lector se hace cómplice del secreto. Es verdad que también fueron expulsadas de algún hogar por el carácter delirante, o su exceso de humor negro. Pero es parte del asunto. No son chicas de fácil acceso. En unos días viajo a Guadalajara. Mis criaturas van adelante. Yo no.
El viaje/los demás
Los argentinos somos tres. Absolutamente distintos. Componemos un buen trío: paneo ecléctico de estilos, universos contradictorios o contiguos. Cada uno hablará de lo propio y conocerá lo ajeno. Las mujeres somos seis. Conozco a dos. Nuestros libros van a enfrentarse a nuevos lectores, a otros cerebros. Deberán seducir, conmover, o servirán de adorno en alguna biblioteca. Lo que suceda es impredecible. Pero llegar es un buen gesto. Ojalá sea contagioso.
* Escritora.
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