Una extensa lista de seminarios gratuitos y dos obras teatrales conforman el ciclo “Un escenario propio”. Esta iniciativa de la dramaturga Cristina Escofet, la periodista y crítica Teresa Gatto y la actriz Roxana Randón tiene como objetivo pensar a la mujer a partir de tres aristas y con una mirada fundamentalmente transversal: el género, el teatro y la Historia. “Pretendemos instalar un espacio de reflexión y de creatividad”, define Escofet en la charla con Página/12. El domingo, las tres impulsoras de este encuentro amadrinado por la realizadora Clara Zappettini –que se extenderá hasta fin de año– brindaron una conferencia inaugural en la sede central (Espacio Abierto, Pasaje Carabelas 255). También se estrenaron ¡Ay, Camila!, de Escofet, y Felicitas o las niñas mudas, de Adriana Tursi.

“Nuestro propósito es generar una semillita de conciencia en torno de la mirada de género, que es nuestro lugar en el mundo e implica, también, aceptar las diferencias”, sintetiza la dramaturga y guionista, que trabaja intensamente con temáticas femeninas. El tinte de “Un escenario propio” es profundamente político. Filósofa antes de que la última dictadura militar le arrebatara su cátedra en la Universidad de La Plata, Escofet se define como hija de Teatro Abierto. “Gatto, Randón y yo pertenecemos a una generación comprometida. No sabemos hacer algo liviano”, explica. Y festeja la posibilidad de compartir sus ideas en este contexto. En los ’90, recuerda, estaba muy sola. “El sujeto político volvió a tener sentido. Es un aspecto para celebrar con el diálogo, la creatividad y la conciencia. No se puede pasar por alto un momento tan importante.”

Entonces, “Un escenario propio” nace en un contexto ideal para explorar la representación teatral de lo histórico y las influencias de la Historia en la representación. Esta retroalimentación parece ser la esencia del cronograma. “El teatro es la apropiación simbólica de la acción. En él aparece aquello que la realidad nos recorta y nos niega”, define la dramaturga. En ¡Ay, Camila!, Escofet cuenta la historia de Camila O’Gorman, una joven irlando-argentina protagonista de una trágica historia de amor en los tiempos de Rosas. El asesinato de Felicitas Guerrero a los 26 años a manos de Enrique Ocampo, su amor de la adolescencia, es el tema de la otra obra que se estrenará, Felicitas o las niñas mudas. Son dos monólogos, el primero a cargo de Corina Bitshman y el segundo, de Paula Liuzzo. Los seminarios son ocho y abordarán temáticas variadas: política, poder, mitología, inmigraciones, explotación laboral, teatralidad y música. Todo será puesto en relación, claro, con el género femenino. El recorrido abarca desde el siglo XIX hasta la actualidad.

Se analizarán vidas y obras de mujeres que, en su momento y cada una en su ámbito, “rompieron el molde”: Eva Perón –a quien Escofet dedicó la premiada Bastarda sin nombre–, Mariquita Sánchez de Thompson, Trinidad Guevara, Encarnación Ezcurra y Violeta Parra, por mencionar algunas. La atención se posará también en el presente, al abordar problemáticas aún sin solución, en un seminario que se denomina El siglo XXI como el escenario global de lo irresuelto. “La filósofa alemana Sigrid Weigel dice: ‘No importa quién mira sino cómo mira’. A eso le agregaría una vuelta más. Nosotras tenemos que dormir siempre con un ojo abierto. Esa es nuestra forma de estar en el mundo. Los derechos se conquistan, a veces se venden o se vuelven a pactar. Pero siempre se defienden”, expresa Escofet. “Nuestros festejos son siempre parciales, porque las desigualdades siguen existiendo. Los cuerpos femeninos aún están sujetados por la trata de personas, los femicidios, el aborto y la violencia de género”, sentencia. Algunos de estos temas serán abordados en el marco del ciclo, que postula que el teatro puede funcionar como medio de denuncia.

Un escenario propio toma su nombre de Un cuarto propio, un ensayo de Virginia Woolf que data de 1929 y que sentenciaba que las mujeres necesitaban “dinero y un cuarto propio” para dedicarse a la literatura y pensar por sí mismas. “También le robé el concepto a otra gran feminista, Kirsten Nigro, que en 1994 llevó adelante uno de los primeros encuentros internacionales de teatro y mujer, que se llamó como el nuestro. Es una bandera que decidimos tomar”, añade Escofet, que es una obsesiva de la mitología. Por eso se encarga de explicar por qué el logo del encuentro es una sirena. “Ellas pertenecieron al orden de los cielos y fueron desplazadas por los ángeles a causa de sus escándalos. En sus comienzos fueron mujeres aladas. Luego pasaron a ser pisciformes. Elegimos a la sirena porque es mitad mujer, mitad animal. Esto quiere decir que comparten aspectos de lo que reina en la Tierra. Y significa que, esencialmente, no somos nada más que lo diferente”, se explaya.

Muchas mujeres, tanto artistas como intelectuales, acompañarán a Escofet, Gatto y Randón en esta iniciativa, pero también algunos hombres. “Son unos valientes”, remarca, risueña, la dramaturga. Durante noviembre, Sergio Alem brindará un seminario llamado La mujer, la música y la escena. Y el cierre, a fin de año, estará a cargo de Héctor Alvarellos, uno de los grandes representantes del teatro callejero en el país, director de La Runfla. “Muy alegremente, él me dijo que el género lo degenera y lo regenera. Me pareció maravilloso. Terminaremos con un gran montaje en el espacio público”, adelanta Escofet. Y resume, entonces, el camino que recorrerá “Un escenario propio” de aquí a diciembre: “Del concepto a la escena, de la escena a la representación y de la representación a la calle como lugar de la Historia”.