Que la vida puede dar un giro inesperado, de un momento a otro, disolviendo en el aire todo lo sólido hasta entonces, es algo que uno supone pero para lo que nunca está debidamente preparado. Cualquiera sea la causa de ese giro, la adaptación al nuevo escenario puede demandar un tiempo lógico. O, según la magnitud de lo acontecido y el estado emocional de quien lo sufre, la incapacidad para asimilarlo puede llevar toda la vida. ¿Cómo se reaccionaría ante la posibilidad de que, de un día para otro, alguien se enterara de que no tiene uno o dos hijos en edad adulta, sino nada más y nada menos que un total de 144? Ese es el eje dramático en el que gira la historia de El donante, la miniserie de trece capítulos que Telefe estrena hoy a las 22.15. Seleccionada del primer Concurso Ficción Para Todos organizado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), El donante marca el ingreso de Eyeworks Cuatro Cabezas a la ficción argentina (ver aparte).

El donante cuenta la historia de Bruno (Rafael Ferro), un exitoso ingeniero, bien posicionado, que recientemente enviudó. Sin hijos, Bruno tiene una vida social acotada, que se reduce a sus mejores amigos, el matrimonio compuesto por Raúl (Carlos Belloso) y Eva (Muriel Santa Ana), y alguna amante ocasional. Pero el día de su cumpleaños número 45, su vida cambia. En su juventud, Bruno solía reunir algún dinero mediante donaciones de esperma. Ese pasado olvidado se convierte en presente cuando Violeta (María Alche) se empecina en conocer al hombre que le permitió a su madre (María Carámbula) concebirla. Violeta finalmente da con Bruno y juntos emprenden el camino de conocer a cada uno de los 144 hombres y mujeres que llevan el mismo ADN.

“El donante cuenta una historia muy original, donde el disparador es este tipo que de un día para otro se encuentra con que tiene 144 hijos, de cuando adolescente donaba semen para tener algo de guita”, comenta Rafael Ferro, el protagonista, a Página/12. “Mi personaje es un ingeniero ya hecho, que no le pedía nada nuevo a la vida, y de golpe se topa con esto. El programa cuenta esa cosa de cómo la vida de cualquiera puede cambiar en un segundo. Eso nos puede pasar todo el tiempo. Siempre creí que uno tiene que reinventarse todo el tiempo. En este caso, el personaje se reinventa cuando descubre todos los hijos que tiene por la vida. Es una historia delirante”, remarca el actor.

Pese a haber comenzado a estudiar actuación a los 25 años (“antes era jugador profesional de squash en Alemania, pero dejé porque me gustaba mucho la noche”, señala), Ferro tiene una larga trayectoria televisiva (El tiempo no para, Lalola, Los exitosos Pells, Ciega a citas). Sin embargo, en El donante asume por primera vez el protagonismo absoluto de una ficción. “No es algo que haya buscado ni que me desvelara”, cuenta. “Yo la remé bastante. Lo digo en comparación con otros amigos actores que de golpe alcanzaron una masividad impresionante, algo que no les envidio para nada porque tienen una exposición que no aguantaría. Hay algo cargoso de la megaexposición. La propuesta me entusiasmó porque la historia me pareció original y me interesaba ser parte de la primera ficción de una productora moderna. Y no tiene la exposición de una tira diaria”, enuncia.

–Pol-Ka y Telefe son empresas de mucha trayectoria, por lo que está todo el esquema de producción muy aceitado. Aquí, al tratarse de una productora que está incursionando por primera vez en el género, trabajamos más con el modelo de prueba y error y con lo bueno y lo malo que tiene ese esquema.

–Lo bueno es que las productoras nuevas incorporan nuevas cabezas, nuevas ideas y otros lenguajes. Le haría muy bien a la TV que ingresen productoras nuevas todo el tiempo, para que las cosas no se estanquen y haya una oferta más variada. Por supuesto que en ese esquema de renovación las producciones nuevas necesitan aceitar sus estructuras. Se gana en creatividad y riesgo, pero se pierde en organización y capacidad productiva. El riesgo es hermoso. Para el actor, las productoras más asentadas son algo así como la mujer de toda tu vida, mientras que las nuevas son lo más parecido a una amante, con mayor vértigo y adrenalina.

–En todo lo que tiene que ver con la posproducción y la musicalización. Técnica y visualmente, es cine en televisión. El arte, la iluminación, el vestuario y la puesta de cámaras están impecables. Es renovador.

–Es algo genial. Desde el lado de los artistas y los técnicos, abre muchas posibilidades de laburo. Le dio a la TV argentina la posibilidad de sumar ficción a canales, con nuevas productoras, historias y hasta actores. La promoción de la cultura de parte del Estado es necesaria y tiene un sentido de inversión simbólica muy loable. Los concursos permitieron ampliar el horizonte de producción y emisión de programas en el interior. Espero que esta iniciativa no haya generado negociados detrás. Sería una pena que así fuera. Lo desconozco. Lo que me parece es que para que la promoción perdure en el tiempo, las ficciones deben ser de calidad y entretenidas, como una manera de competir o ser mejor que los unitarios de Pol-Ka o Telefe.