Domingo, 22 de julio de 2012 | Hoy
CULTURA › JOSé PABLO FEINMANN ANTICIPA LAS CLASES SOBRE “LITERATURA Y COMPROMISO POLíTICO”
El novelista, ensayista y filósofo eligió a tres grandes escritores argentinos para mostrar la relación entre el oficio de escribir y la política: Jorge Luis Borges, Rodolfo Walsh y Héctor Germán Oesterheld. El curso comenzará el 7 de agosto en el teatro SHA.
Por Silvina Friera
Tres grandes escritores argentinos –por encima de las diferencias estéticas e ideológicas acaso irreconciliables– son los exponentes de la relación entre literatura y política: Borges, Walsh y Oesterheld. José Pablo Feinmann se inclina por este “terceto” narrativo para lanzarse sin desmayo a la arena de la discusión. “Literatura y compromiso político” es el título convocante de las ocho clases magistrales que dictará en el teatro SHA a partir del martes 7 de agosto hasta el 25 de septiembre, cuando invitará, a modo de cierre redondo, a Elsa Oesterheld y a Juan Sasturain. “Me parece fuera de lugar cierta asepsia de los escritores argentinos –afirma Feinmann–. Hay que hacer una ficción a lo Facundo, siempre recurro al libro que más me ha deslumbrado en la Argentina. Sarmiento no olvida la literatura; la pone en función de la política, pero no la subordina. El escritor se diferencia por el estilo. Y como vivo en América latina, la literatura debe encienagarse, pero a la vez debe transformar la ciénaga y expresarla con una obsesión clara por el estilo. Que el estilo no se aligere por la realidad oprobiosa que se quiere denunciar.”
Las ocho clases magistrales están concebidas como una red que se expande y al mismo tiempo succiona la potencia literaria y política de Borges, Walsh y Oesterheld. “Quizá muchos piensan que Borges no está comprometido en su literatura, pero de ningún modo es así. Borges es uno de los escritores políticos más profundos del país y uno de los que mejor maneja la contradicción esencial de civilización y barbarie, marcada desde el Facundo –subraya Feinmann en la entrevista con Página/12–. Hay textos como ‘La espera, ‘El sur’ y sobre todo el ‘Poema conjetural’, que es donde se produce una unión entre civilización y barbarie. Cuando (Francisco) Laprida sabe que los montoneros de Aldao lo están por matar, se refiere al ‘íntimo cuchillo’. Y dice: ‘Al fin me encuentro con mi destino sudamericano’. ‘El hombre de leyes’ sintió que recién en el momento en que la montonera bárbara lo asesinaba se completaba su destino sudamericano, que no era solamente el de ser un hombre culto, sino también de participar de la ‘democracia bárbara’, como la llama Alberdi.”
–¿En qué otros textos de Borges detecta esta contradicción esencial entre civilización y barbarie?
–También en un fragmento de “El sur”, que dice –estoy citando de memoria–: “El almacén, alguna vez, había sido punzó, pero los años habían mitigado para su bien ese color violento”. Ese pasaje se entiende conociendo la ideología del unitario Borges, porque es un insulto a Rosas, ¿no? El punzó es un color violento, es el color de la Mazorca; es un cuento profundamente político y conceptual. Juan Dahlmann, cuando sale a la llanura con el cuchillo “que acaso no sabrá manejar”, en realidad siente un júbilo porque se da cuenta de que será mejor morir en la llanura, casi como un gaucho matrero, que haber muerto en la clínica. Aquí también hay una gran contradicción entre la civilización y la barbarie. En Borges hay una seducción por la barbarie. De alguna manera es como un reciclaje de Sarmiento, que estaba enamorado de la barbarie y por algo escribe sobre Facundo y no sobre Rivadavia.
–¿No se puede pensar la política argentina sin Borges?
–Es evidente que enriquece el pensamiento político, pero se inspira en Sarmiento... Me animaría a decir que no se puede pensar la política argentina sin Sarmiento, no sé sin Borges. La unión de los conceptos de civilización y barbarie en una síntesis totalizadora que es lo sudamericano –lo bárbaro y lo civilizado juntos– es una de las contribuciones de Borges. Esto estaba ya en Alberdi, en el tomo quinto de sus Escritos póstumos, donde habla de la “democracia bárbara”. El problema de la democracia culta en la Argentina es que no puede integrar la democracia bárbara y se obstina en destruirla, cuando la gran tarea de una nación es la integración de las dos democracias, cosa que todavía no se ha hecho. En el cuento “El otro”, Borges se encuentra con Borges, un tema típico de él. Y un Borges le cuenta al otro cómo está el mundo. Y le dice que Rusia está apoderándose del planeta y que América –por Estados Unidos– no se resuelve a ser un imperio. Ahí está toda su ideología: un programa de defensa de la cultura occidental ante el avance del comunismo. El antiperonismo de Borges en realidad era anticomunismo; trascendía al peronismo. El miedo al peronismo era una estrategia de la Guerra Fría. Se corría grandes riesgos de que surgieran fuerzas del comunismo, porque el peronismo estaba basado en las masas. Y las masas, para la derecha macartista, son muy peligrosas.
Feinmann plantea que la policial de enigma es “una novela capitalista en la cual el crimen es la alteración del orden establecido”. “La función del detective es restablecer ese orden, atrapar al asesino y entregarlo a la policía. Esto es lo que hacen los grandes detectives de tendencia británica, desde el caballero Dupin, Sherlock Holmes, Philo Vance, hasta Poirot. Pero ninguno se preocupa por el orden social –aclara–. En cambio en la policial negra, el orden social es el delictivo. El detective suele ser enemigo de la policía. La novela negra no es la apología del orden establecido; al contrario, es un orden corrupto en el cual un detective no ligado a la policía, sino solitario, alcohólico, triste y final, como Marlowe, es también parte del mundo corrupto.” Variaciones en rojo, Operación masacre, ¿Quién mató a Rosendo? están incluidos en el menú de las clases. Pero hay más. “Me parece que está muy olvidado ‘Un oscuro día de justicia’, un cuento de Walsh al que se le tiene miedo.”
–¿Por qué se le tiene miedo?
–Ese cuento es una historia contra los líderes salvadores; que el pueblo no espere que venga un líder a rescatarlo. En el cuento se espera que venga el tío Malcolm, el tío de Collins, a salvar a los pibes internados en un colegio de curas irlandeses. Ahí se nota en Walsh el afán de escribir muy bien, a lo Borges, pero no copiándolo. Se percibe la influencia de Borges en la adjetivación y en algunos recursos narrativos. Y hacia el final, creo que hay una exageración innecesaria al hablar de los alumnos del internado como el pueblo. El lector ya sabe que los chicos son el pueblo.
–¿Se podría trazar un paralelismo entre la espera del tío Malcolm y la espera de Perón?
–Sí, en “Un oscuro día de justicia” la espera del tío Malcolm es la espera de la vuelta de Perón. Walsh lo escribió en el ’67, pero lo publicó en el ’73. El texto dice, implícitamente, “va a venir Perón, pero no crean que nos va a salvar”. “Nos tenemos que salvar nosotros solos”; el pueblo se tiene que salvar a sí mismo, que era la línea del ongarismo, del peronismo que se planteaba independiente de la conducción de Perón. “Un oscuro día de justicia” es un gran cuento que dice lo que tiene que decir.
–¿Por qué decidió incluir a Oesterheld en un plano de igualdad con Borges y Walsh?
–La gran originalidad del curso es que por primera vez Oesterheld está ubicado en la línea de los grandes escritores argentinos. Me pone muy contento hacerle justicia a Oesterheld, porque era un inventor de historias maravillosas. Oesterheld fue decisivo no sólo en mi formación, sino en la de (Roberto) Fontanarrosa, (Juan) Sasturain y (Guillermo) Saccomanno. Voy a tomar el concepto de “literatura dibujada” de Oscar Massota para plantear que la historieta es literatura dibujada, pese a que siempre se la llama historieta –como una versión degradada de la historia–, cómic o tiras cómicas. Textos como El Eternauta II son una visión hecha desde la clandestinidad de Oesterheld. Juan Salvo es muy similar a cualquier dirigente montonero. Cuando tiene que tomar una decisión extrema como salvar a una población o salvar a su mujer y a su hija, salva a la población. Y permite que maten a su mujer y a su hija. Este desgarramiento total por la militancia está muy presente. El dibujante (Francisco) Solano López ya no sabe cómo dibujarlo porque es tanto lo que Oesterheld pone en el texto; habla de los “ojos abismo” y dice una frase clave, teniendo en cuenta que la historieta empezó a salir a fines del ’76: “Esto es mucho peor de lo que imaginábamos”...
* Informes e inscripción en Solís 1525, de 14.30 a 21 (15-4075-1772). Y en el teatro SHA, Sarmiento 2255, de 11 a 20.
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