Domingo, 22 de julio de 2012 | Hoy
EL COLóN PRESENTA UN PROGRAMA CON DOS óPERAS DEL SIGLO XX
Erwartung, de Schönberg, y Hagith, de Szymanowski, suben hoy a escena con dirección musical de Baldur Brönnimann y puestas de Pedro Pablo García Caffi y Michal Znaniecki.
Por Diego Fischerman
Dos óperas escritas casi al mismo tiempo. Dos textos y dos estéticas. Una de ellas es una de las obras maestras del siglo pasado y hay allí, en su música de una teatralidad exasperada y también en sus palabras, donde se bordea el entonces naciente psicoanálisis, todo un comentario acerca de las crisis que atravesaron a Europa en el novecientos. La otra es una rareza; una composición representada apenas unas pocas veces. El autor de la primera, Erwartung (espera o, más bien, expectativa), es Arnold Schönberg, todavía hoy uno de los símbolos de la modernidad y, más precisamente, de una modernidad incomprendida y rechazada por muchos de los amantes de la música de tradición académica. Quien creó la segunda, Hagith, es Karol Szymanowski, aún hoy un desconocido.
Ambas obras forman parte de un programa que el Teatro Colón estrenará hoy a las 17, con dirección musical de Baldur Brönnimann. Erwartung (espera o, más bien, expectativa) tendrá como director de escena, realizador visual, diseñador de iluminación y de vestuario a Pedro Pablo García Caffi, director del teatro, mientras que Hagith contará con puesta en escena y diseño de vestuario de Michal Znaniecki, una suerte de estrella polaca de la régie que este año, al cumplir dos décadas de actividad, recibió en su país múltiples homenajes, desde la edición de un libro conmemorativo hasta una espectacular retrospectiva de su carrera, programada por la Opera de Wroclaw. Junto a él estará el equipo que lo acompaña habitualmente, el escenógrafo Luigi Scoglio, Zofia Dowjat como asistente de escenografía y dirección de escena, Joanna Medynska en el diseño de vestuario y, en iluminación y proyecciones, Bogumil Palewicz.
Con nuevas funciones los próximos martes 24, jueves 26 y sábado 28, a las 20.30, Erwartung tendrá como protagonista a la soprano rusa Elena Nebera, en reemplazo de la célebre Evelyn Herlitzius, quien debió regresar con urgencia a su país debido a razones familiares. El elenco de Hagith, por su parte, estará conformado por Hans Schöpflin. Christian Baumgärtel, Ewa Biegas, Aleksander Teliga, Luciano Garay y Federico Moore. “La historia está inspirada en la Biblia, en el Libro de los Reyes”, cuenta Znaniecki sobre esta obra escrita por Szymanowski en 1912 en Viena y estrenada diez años después en Varsovia. “Pero se trata de un libreto muy complejo, más ligado al simbolismo que a lo religioso. Hay un rey viejo. Un rey sin tiempo, en realidad. Sin tradición y sin historia. Alguien que vive en un mundo cerrado mientras la vida transcurre afuera. Podría pensarse que es un rey de ópera, y que de lo que se trata en este caso es del contraste, y el choque, entre dos mundos.”
Además, el director presentará, junto a la notable Ewa Biegas e integrantes del ballet del IUNA, un espectáculo en Villa Ocampo. El sábado 4 de agosto estrenará allí Desconocidos, también con música de Szymanowski y basada en una novela olvidada de este autor, donde hablaba acerca de su homosexualidad, y en las conflictivas relaciones entre el arte y el poder en la Polonia stalinista. “Ni en Hagith ni en Desconocidos se trata de miradas realistas”, dice Znaniecki, para quien esa es, sencillamente, una de las peores palabras posibles en el teatro musical. “La escena debe decir cosas distintas de aquellas que ya dice el texto”, aclara. Responsable de la puesta de Eugene Oneguin de Tchaikovsky que coprodujeron el Teatro Argentino de La Plata con las Operas de Poznan –que dirigió hasta este año–, Cracovia y Bilbao, fija sin posibilidad de error las coordenadas en las que se mueve: “Siempre supe hacia quien (Strehler y Ronconi) y contra quien (Zeffirelli) quería mirar”. Brönnimann, por su parte, opina que la contemporaneidad de ambas obras (Erwartung fue compuesta en 1909 y también, igual que la composición de Szymanowski, estrenada varios años después, en 1924) es, en sí, un punto de interés. “Es una manera de ver las preocupaciones estéticas de Europa en ese momento”, explica este director para el que “resulta imposible no trabajar en relación directa con el director de escena”.
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