Sábado, 15 de diciembre de 2012 | Hoy
CULTURA › VOLVER A NACER, DE MELINA Y JULIETA PETRIELLA
Los trece capítulos de la miniserie, que echó luz sobre la apropiación de bebés nacidos en cautiverio durante la dictadura militar, serán editados en dos DVD que acompañarán la edición de Página/12 de mañana y la del domingo 30.
Por Emanuel Respighi
Los derechos humanos encontraron en los últimos años no sólo a un proyecto político que los colocó como eje fundamental de su gestión, materializados en fuertes gestos simbólicos y políticas concretas. La problemática, hasta no hace mucho relegada a espacios secundarios en buena parte de los medios de comunicación, también tuvo su correlato en el mundo del arte, con todo tipo de obras, festivales y ciclos que la tuvieron como protagonista. Y la televisión, pese a ser el medio de comunicación más masivo, no sólo no pudo abstraerse a la temática sino que además se convirtió –como nunca antes en su historia– en una activa promotora de contenidos que giraron alrededor de todo tipo de problemáticas sociales. Volver a nacer, la ficción que a comienzos de año emitió Canal 7, fue uno de los exponentes que mejor conjugó el lenguaje televisivo con un fuerte mensaje concientizador. Los trece capítulos de la miniserie, que echó luz sobre la apropiación de bebés nacidos en cautiverio de parte de la dictadura militar, serán editados en dos DVD que acompañarán la edición de Página/12 de mañana y la del domingo 30, a total beneficio de las Abuelas de Plaza de Mayo.
Surgida de los concursos de contenidos de ficciones federales para la Televisión Digital organizados por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) y el Ministerio de Planificación, Volver a nacer fue una de las gratas sorpresas televisivas del año que termina. Logrando trascender el compromiso que motivó su génesis para constituirse en una ficción atractiva, la realización de Astro Films y Atuel Producciones se vale de una criteriosa búsqueda artística como medio necesario para optimizar la finalidad social con la que nació. Suerte de policial negro, en la que se combina el periodismo de investigación y los negocios turbios ligados a la “seguridad”, Volver a nacer entrecruza en su trama la apropiación de bebés de parte de los genocidas.
A lo largo de sus 13 capítulos, Volver a nacer narra la vida de dos hermanas gemelas (las también hermanas en la vida real Melina y Julieta Petriella), hijas de detenidos-desaparecidos durante la última dictadura militar, que fueron apropiadas y separadas al nacer. Las dos tienen vidas muy diferentes. A Pilar (Melina) la cría un ex oficial de Inteligencia y vive en la ciudad de Buenos Aires; está casada y es dueña de una escuela de danza clásica. Por su parte, Soledad (Julieta) fue regalada al nacer por un cura a una pareja que vive en un pueblo en el interior del país y allí crece sabiendo que es adoptada, aunque sin conocer su verdadero origen. Ella es maestra de una escuela en Laguna Verde, un pequeño pueblo. A los 31 años y sin conocer su verdadera procedencia, por diferentes motivos, las mujeres buscan recuperar sus verdaderas identidades, contra todo y contra todos. Incluso contra sus propios prejuicios y miedos. Volver a nacer cuenta con la dirección de Daniel de Felippo y un elenco que completan Daniel Fanego, Federico D’Elía, Rita Cortese y Alicia Zanca, entre otros.
“Esta idea surge de las ganas de participar en la creación de contenidos para la TV con el objetivo de contar una historia que pueda aportar algo más que sólo entretenerse”, explica a Página/12 Melina Petriella, creadora y protagonista de la ficción junto a su hermana Julieta. “Creemos que la ficción es un medio muy poderoso, que entra a muchas casas, y ¡falta encontrar un montón de nietos! Esta es una forma más de aportar nuestro granito de arena a la memoria, verdad y justicia”, cuenta. “No nos gusta definirla como ficción social, pero sí estamos convencidas de que los medios audiovisuales son de suma importancia para poder llegar a las personas, si no no estaría dada la batalla por ocupar estos espacios”, se suma Julieta a la charla. “Sabemos lo que significan, la masividad que tienen, por eso son tan deseados.”
–¿Creen que Volver a nacer es hija de estos tiempos, que sin la activa política de derechos humanos ni los juicios a los militares y la enorme tarea de Abuelas este programa nunca hubiera sido posible?
Julieta Petriella: –Por supuesto que es hija de los tiempos actuales; cuando Néstor Kirchner bajó el cuadro de Videla sentimos una inmensa emoción y alegría; no fue un acting, fue un gran acto de justicia, y una sensación de esperanza. Por fin había llegado un gobierno que empieza por donde hace mucho tiempo se tendría que haber empezado. Siempre me preguntaba “¿de qué seguridad se puede hablar si estos asesinos están sueltos?”. Los escraches no alcanzaban. Si bien es importante la condena social, poder tener una Justicia que condene por estas atrocidades es fundamental, porque si no sigue triunfando el disvalor por sobre los valores. Y no todo es lo mismo, aunque nos hagan creer eso. ¿Cómo se puede indultar? ¿Cómo se puede creer que para construir hay que olvidar el pasado? Eso es una gran mentira que nos quisieron hacer creer: no es lo mismo ser rencoroso que pedir justicia. El dolor no es rencor, el dolor es –valga la redundancia– dolor.
Melina Petriella: –Y la enorme tarea de las Abuelas es el claro ejemplo de la lucha incansable por la justicia, y el amor por encontrar a cada nieto que debe ser devuelto a su hogar. Cada nieto que se encuentra es el triunfo de la verdad y de que vale siempre la pena luchar contra la mentira.
–Si bien la historia no está basada en un hecho real, es claro que tiene un fuerte anclaje en la realidad. ¿Hubo un asesoramiento de Abuelas a la hora de abordar la problemática?
M. P.: –No es una historia real, es una ficción basada en hechos reales. Hay hermanos que fueron separados, hermanos que siguen buscando a sus hermanos... Nosotras quisimos usar este recurso de las hermanas gemelas, ya que siempre, no sabemos por qué, a la gente le genera algo distinto ver dos personas que se parecen físicamente muchísimo, hasta el punto de vernos idénticas. Creímos que podía funcionar, captar la atención, ser un gancho más para captar audiencia. Nosotras nunca trabajamos juntas y fue una experiencia intensa. La causa era importante: poder con esta historia concientizar a las personas sobre lo sucedido en la dictadura, soñar con que algún nieto se pregunte, dude sobre su identidad, hasta pasar las fronteras buscando los nietos que faltan.
–¿Por qué ustedes, que nacieron en la dictadura pero no la padecieron en carne propia, se animaron a contar esta historia? En todo caso, ¿qué creen que aporta a su generación y a las nuevas este programa?
M. P.: –Todos padecimos y padecemos la dictadura, estamos atravesados por ella. Nosotras nacimos en marzo de 1976. Teníamos tan solo 22 días cuando fue el golpe. Mi mamá siempre cuenta que entraba y salía de la habitación desesperada, preguntándose qué iba a pasar con las nenas (nosotras y Caro, que tenía dos años y medio). La angustia y el temor invadía la escena. De hecho, mi papá cree que si no entraron a nuestra casa es porque en el edificio vivía un policía, o alguien que pertenecía a las fuerzas militares.
J. P.: –Nuestros padres eran militantes y mi abuelo quemaba libros en la terraza. Nosotras podríamos haber sido, sin ninguna duda, hijas de desaparecidos. Tuvimos no sé si suerte, no sé qué palabra usar... Nuestro destino fue otro, lo cual es una alegría, pero la tristeza es inmensa al saber que hay 30.000 familias desarmadas, 30.000 corazones rotos, que les robaron la vida, los sueños, la libertad.
–Volver a nacer hace foco en la apropiación de bebés durante la dictadura, una acción que subraya la atrocidad de aquellos años. Sin embargo, la serie no sólo pone el eje en el sistema que rodea dicha apropiación, sino fundamentalmente en lo que les sucede a las víctimas y al círculo cercano todo el proceso psíquico y social que se pone en marcha en el camino hacia la verdad. ¿Creen que la serie aporta esa mirada?
M. P.: –Creemos que aporta los sentimientos contradictorios de aquellos que fueron apropiados. Tratamos de ponernos en el lugar de estos nietos, leímos testimonios, quisimos dar nuestro punto de vista de la complicidad de aquellos que sabían lo que sucedía. Pero también quisimos contar un cuento de esperanza, en donde la verdad y el amor –por más doloroso que sea en algún momento– es el camino a la salud mental y emocional.
–¿Cuáles eran las expectativas que rodearon la producción y grabación de la serie y cómo se tradujeron al finalizar el estreno televisivo?
M. P.: –Las expectativas por supuesto que eran muchas. Creemos que si bien las superaron eso no quiere decir que no las aspirábamos, ¡en la calle la gente nos agradecía! Nos decían “gracias por contar esta historia de esta manera”. Logramos emocionar, entretener, dar que hablar, eso quiere decir que la ficción se vio, y tener la posibilidad de volver a participar a través de Página/12 es para nosotras un premio. Próximamente recibiremos un premio, Construyendo Ciudadanía, que entrega la Afsca, lo cual nos enorgullece y nos emociona. Convocamos un elenco maravilloso que se comprometió con el proyecto, fue realmente un trabajo en equipo, y les agradecemos enormemente a todos los que confiaron en nosotras para hacer posible que la ficción se realice.
J. P.: –Para nosotras la ficción es ficción y lo más importante es saber qué es lo que uno quiere comunicar. Todo es social, ya que todo contenido audiovisual tiene penetración masiva, moldea subjetividad... es por ello que creemos que uno debe ser responsable con lo que se cuenta, y siempre preguntarse qué es lo que quiere contar. No creemos que la ficción social sea un género en sí mismo.
–¿La clave para que el mensaje llegue sin forzarlo es combinar la lógica del entretenimiento con el compromiso?
M. P.: –Por supuesto. Es ser consciente del espacio que se ocupa: se puede entretener sin subestimar al espectador. Creemos que los espectadores están esperando un cambio en la TV, y es posible realizar contenidos que nos dejen algo, que nos entretengan, nos emocionen, nos generen preguntas. El entretenimiento no tiene por qué estar vacío de contenidos. Además, todo contiene algo, todo tiene ideología, hasta el que dice que no la tiene.
–¿Qué creen que han aportado a la TV y a la sociedad los concursos de contenidos de ficciones federales para la Televisión Digital organizados por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) y el Ministerio de Planificación?
M. P.: –Creemos que es una muestra de lo posible. Dar espacio a pequeñas productoras, incluir voces nuevas genera una cantidad importante de fuentes de trabajo. La industria audiovisual es no solo importante por todo lo que mueve a su alrededor en relación al trabajo, es importante por la pluralidad, hay tantas historias como personas que tienen algo para contar, y es genial poder nutrirse de cosas nuevas.
–¿La posibilidad de que la serie llegue ahora por otra vía de comunicación como Página/12 y a beneficio de Abuelas es el fin de un recorrido o el principio de algo?
J. P.: –No sabemos cuál es el fin, esperamos cruzar las fronteras, estamos participando en la selección de festivales, seguimos pensando contenidos nuevos. Más que un fin es un premio, poder participar es lo mejor que nos puede pasar, estamos orgullosas y felices por ser parte de este proyecto que busca la inclusión, la verdad, la justicia, la libertad, y el bienestar de todos los argentinos.
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