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Miércoles, 4 de diciembre de 2013

CULTURA › ESTA TARDE SE ANUNCIARá LA CREACIóN DEL INSTITUTO DE CULTURA PúBLICA

Aportar herramientas desde la teoría

Este organismo, que dependerá de la Secretaría de Cultura de la Nación, no tiene precedentes en América latina. Además de formar a los trabajadores estatales del rubro, se dedicará a la investigación y la difusión. Lo dirigirá la actriz María Elena Troncoso.

 Por María Daniela Yaccar

La Dirección Nacional de Acción Federal, dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación, hará esta tarde en conferencia de prensa un importante anuncio: se creará un Instituto de Cultura Pública. Este organismo, sin precedentes en América latina, se propone tres misiones: la formación teórica y práctica de trabajadores de la cultura que se desempeñen en administraciones provinciales y municipales; la investigación, a través de un observatorio, y la difusión. La titular de la dirección es una joven actriz y abogada cordobesa, María Elena Troncoso, también directora de Asuntos Jurídicos de la secretaría. “Estamos armando algo novedoso e importante”, desliza ante Página/12, en su despacho de Alvear 1690. Hace dos años que Troncoso es titular de la dirección, que fomenta iniciativas que promueven el acceso y la participación cultural de las provincias. Desde este organismo se activan programas, eventos, seminarios, proyectos, convenios culturales, concursos y ferias. Una de las actividades fundamentales que se dan bajo su órbita es el Congreso Argentino de Cultura. La última edición fue en marzo, en Chaco.

De lo que cuenta Troncoso sobresalen algunas cuestiones. Por ejemplo, que la dirección suele recibir llamadas telefónicas de trabajadores de pueblos remotos que solicitan números artísticos importantes que lleguen desde Buenos Aires. Con la creación del instituto se intenta, entre otras cosas, ir en contra de esto. “Nuestra función será brindar herramientas para que los trabajadores de la cultura miren su entorno y descubran sus valores patrimoniales y a sus artistas”, explica Troncoso, y asegura que la creación del instituto es un hito. No existe siquiera un libro de gestión cultural pública.

En concreto, el instituto funcionará así: la formación se desarrollará a través de una Maestría en Cultura Pública. Un grupo de personas becadas estará un año o dos recorriendo espacios de cultura pública, donde se realizarán seminarios quincenales. La mayoría de las clases se dictará en Buenos Aires. Y se abrirán, también, seminarios optativos. La maestría estará dirigida a trabajadores de administraciones provinciales y municipales y de otros países latinoamericanos, e incluirá materias como legislación y administración cultural y teoría de la cultura. La formación será teórica y práctica. Jorge Coscia, Néstor García Canclini, Ticio Escobar y Alvaro García Linera integrarán el Comité Académico y también dictarán clases. A partir de hoy está abierta la convocatoria para inscripciones, hasta el 3 de febrero. Será presentado oficialmente a las 14.

Otro tema se filtra en la conversación con Troncoso. “Nos vamos a mudar de esta sede. Concebir la cultura federal desde Recoleta no es nacional y popular. Nos vamos a la calle Alsina, a cuatro cuadras de la otra sede de la secretaría”, informa la funcionaria. “Soy la única de una provincia en Cultura Nacional y me siento con el deber de no dejar de mirar como alguien que viene del interior”. La mudanza se realizará cuando culminen los trabajos de instalación de sistemas y mantenimiento para el traslado definitivo. Se mudarán todos los empleados del edificio de Alvear.

–¿El instituto pretenderá ser útil ante todo para quienes viven en los pequeños pueblos?

–El instituto surge a raíz de la detección de inconvenientes, faltas y lagunas en relación con las herramientas para realizar eventos, encuentros, actividades culturales o artísticas que muestren los valores culturales de los pueblos. Nos llaman mucho para pedirnos asistencia artística. En general, nos piden el número más grande que podamos darles para tal fiesta patronal o evento. Eso tuvo su auge en los ’90: es la cultura del espectáculo. Significaba llegar con un artista de renombre, de primer nivel, para 10 mil personas. Pero cuando se apagaban las luces, ¿qué quedaba? La sensación hermosa que deja un evento artístico, pero las personas volvían a su casa y seguían mirando a Buenos Aires. El instituto significa cortar con eso.

–¿Y cómo surgió la idea de crearlo?

–En el último Congreso Argentino de Cultura estuvimos realizando encuestas. Fue un ámbito propicio porque concentró a hacedores de cultura oficial de todas las provincias. Pudimos ver de qué manera les iba a servir este espacio a los trabajadores. Esta idea no surgió en el aire, sino de esas encuestas. El armado de una actividad cultural en el ámbito del Estado tiene su paralelo, su reflejo, en un expediente administrativo. Esto parece loco, pero es la realidad: somos el Estado. Hay gestores, hacedores y artistas que saben hacer per se, que saben contactar a un grupo para que toque, pero que no conocen de otros requisitos como seguridad, contratación y difusión. Además, a veces nos mandan notas con pedidos que no cumplen ciertas exigencias. Y mientras mejor esté hecha la nota, más rápido y ágil va a ser todo.

–¿Cómo cree que impactará la formación en el desempeño cotidiano de los trabajadores?

–La persona que trabaja en el Estado por lo general ingresó por el empleo. Las posibilidades de formación fueron desapareciendo. Los ’90 nos dieron maestrías y diplomas. La gestión cultural estaba en auge, pero asociada a la animación cultural. La cultura del espectáculo surge como consecuencia de carreras cortas que siguen existiendo... He sido parte de ellas, conozco de adentro y siempre sentí que les faltaba algo. Trataban de poner en una bolsa un poco de todo, había clases con productores y los costos eran altos. La persona que decidía trabajar en el Estado no tenía dinero para cursarlas o no estaban dirigidas específicamente a sus necesidades. Así se generaron camadas de gestores privados. Y tenemos un Estado con trabajadores de la cultura decaídos. Queremos hacer un evento en cogestión con Cultura de una provincia y no tenemos interlocutores. Por eso este instituto. Hay una avidez. Toda la gente que trabaja en Cultura tiene inquietudes artísticas: todos son, fueron y quieren ser músicos o actores. A veces se produce una escisión entre eso que les gusta y lo administrativo. Y no tiene por qué pasar eso.

–¿Quiénes podrán formarse?

–La convocatoria es abierta, pero tenemos un cupo de dos o tres personas por provincia, en orden de mérito. Hay una cuestión de presupuesto. La beca cubre todo: el viaje del estudiante, los dos días de estadía, las comidas, todo. Así que no podemos abrirlo libremente. Y queremos saber cómo funcionará. Necesitamos no sólo conformar y formar este grupo, sino también un observatorio. Vamos a abrir la convocatoria a quienes quieran investigar temas de cultura pública. No existen antecedentes de esto. Y no hay libros sobre la gestión en cultura pública. Es increíble, porque no está volcado en ningún lado todo lo que vivimos cuando viajamos.

–¿Hay algún modelo en el que se hayan inspirado para el instituto?

–En el futuro quisiéramos cerrar convenios con universidades nacionales. En este tiempo hicimos uno con la Universidad de la Sorbona. Ellos tienen un magister en Administración de Espacios Culturales. Su director y su equipo estuvieron aquí y nos ayudaron a pensar. Cursar ahí implica poder trabajar en los espacios públicos más importantes de Francia. Hay una posibilidad de que se realicen cursadas allá. Nosotros quisimos transpolar esa manera a lo nuestro. No necesitamos mirar a Francia, pero vimos qué era lo que hacían ellos para aplicarlo acá, con nuestra identidad. Necesitamos darle un inicio a un espacio nuevo, que no se superponga a las carreras de formación cultural que existen y que no caiga bajo el yugo de la academia. No vamos a formar académicos, sino a los que diariamente reciben una nota de “su” interior... Queremos aportar herramientas desde la teoría que confluyan en ese trabajador y poner de relevancia lo público. La formación pública es un tema pendiente. En España para entrar a cualquier trabajo de la administración pública tenés que pasar por la carrera.

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Además de actriz, Troncoso es abogada y directora de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Cultura.
Imagen: Jorge Larrosa
 
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