Sábado, 22 de marzo de 2014 | Hoy
CULTURA › HOMENAJE A JUAN GELMAN EN EL SALON DEL LIBRO DE PARIS
Horacio González definió así la obra del autor de Cólera buey. Fue en el encuentro realizado en el stand de Argentina, del que participaron, además del director de la Biblioteca Nacional, Tununa Mercado, Diana Bellessi, Noé Jitrik, Nicole Gdalia y Miguel Rep.
Por Silvina Friera
Desde París
El recuerdo de sus versos elevó la temperatura de la primera jornada de la 34ª edición del Salón del Libro de París. El público francés que asistió al homenaje a Juan Gelman en el stand de Argentina, el país invitado de honor, pudo presenciar una emoción tan profunda como íntima, difícil de capturar o de traducir. Los versos de Juan acuden a la memoria con la potencia de lo que iluminan, con la duda de la pregunta “sin amparo” o con la discreción del murmullo del agua o de una ramita que se está quebrando. Toda evocación tiene que gambetear la nostalgia de las conversaciones interrumpidas por la muerte reciente del poeta en México, el 14 de enero pasado. Tununa Mercado, Horacio González, Diana Bellessi, Noé Jitrik, Nicole Gdalia –editora del sello Caractères– y Miguel Rep repasaron la compleja ternura de una obra que no envejece, su condición de poeta universal de la lengua, su humorismo en contraposición a cierto tono dolorido, y el periodista subjetivo “contra el poder”, entre otros temas. Mercado adelantó algunos poemas de amaramara, el último libro que escribió Gelman –aún inédito en Argentina pero que se publicará en breve en México–, que incluye veinte ilustraciones del pintor mexicano Arturo Rivera, un artista que cultiva una profunda relación con el tema de la muerte y el dolor.
“Juan pidió que él no leyera el libro antes de hacer las pinturas, no quería influir sino que apareciera en la obra el aliento de un encuentro, un perfume de afinidad humana entre los dos”, contó la autora de Canon de alcoba. Y leyó varios de esos poemas inéditos mientras la pantalla proyectaba el lirismo iconográfico de Rivera, una especie de Hieronymus Bosch a la mexicana: “Siempre te amo por primera vez./ Siempre te amo la primera vez” (ver aparte). Mercado subrayó que amaramara no es un poemario de amor en su totalidad; es “un libro cáustico que toca en profundidad otras situaciones problemáticas que a Juan le interesaban”. González señaló que escuchó calificar la poesía de Gelman como “tierna”, un calificativo que suena peyorativo. “La ternura suele cargar con un pequeño rastro de desprestigio, pero Gelman consiguió hacer una compleja lírica azotada por una lengua interior y un lenguaje también desgarrado. La ternura empieza indultando al mundo para concluir desgarrándolo; el primer umbral es una suave disconformidad con nuestro pobre sentimentalismo”, reflexionó el director de la Biblioteca Nacional. “La ternura se convierte en un canje con la naturaleza y contiene la propiedad de maldecir; es una ternura que contiene la autodenigración, hace de la ternura una forma dolorida e irónica: ‘me duele el aire, sufro el sustantivo’; aparece un sufrir lingüístico que nos proyecta en el sentimiento desgarrador de escribir poesía.”
González interrumpía a veces la lectura del texto que escribió en un cuaderno porque no entendía su propia letra. “Lo que cae es habitual en Gelman, lo que cae es materia presta a la salvación. Este caer en el mundo de las palabras hace de la ternura gelmaniana una ternura en riesgo; es su llanto interno. De-saparecido el cuerpo, queda el dolor amoroso. La ternura puede ser una sobrevivencia mística”, continuó González con esa habilidad para tirar el hilo de pensamientos enrevesados. “Hacia la década del ’70, él hablaba del lento asesinato de la ternura; el poeta está en condiciones de ser un asesino de esa ternura. En Gelman todo está en el habla y es necesario concluir que la lengua puede desaparecer si no se la habla.” El sociólogo advirtió que el uso del diminutivo se puede convertir “tanto en una ingenuidad como en algo explosivo”. “La poesía, en Gelman, es el arte de convertir ciertos sustantivos en verbos y usar con mucha precisión un pequeño puñado de diminutivos.” González fue bosquejando las rupturas poéticas del autor de El emperrado corazón amora con la política. “Cada poema de Gelman comenta una caída amorosa del amor y cada pregunta hace caer una respuesta que tenemos. Cortázar dijo que la poética de Gelman es sólo preguntas y las preguntas generan el vacío, el abismo.” El director de la BN explicó que se puede pasar de un momento plácido a uno trágico, de uno amoroso a uno torturante en la misma frase y sin solución de continuidad. “La poesía de Gelman intenta una gramática lírica que es tierna y profundamente trágica, encerrada en la proclama ‘yo no escribí estos versos’ con cierta raigambre mística: ‘los versos me escriben a mí’.” Como militante político –agregó– “nos ofrece la extrañeza que lo acompañe una poesía que es sólo quebradura y que no hace de la ternura un sentimiento trivial. Trabaja con pequeñas criaturas de la naturaleza, como una ramita que se está quebrando”.
Bellessi tenía un Gelman en el corazón, el que escribió Cólera buey y Los poemas de Sidney West, cuando lo conoció a mediados de los ‘70 en la revista Crisis. “Conocer a Gelman fue como conocer a Bob Dylan y a Jimi Hendrix, pero mejor, porque su dulzura colmó mi corazón.” La poeta le llevó entonces con pudor unos poemas guardados en el bolsillo de su carpinterito. Juan los leyó. “Son buenos”, le dijo. Pero Diana le contó que algunos compañeros le decían que eran “pequeñoburgueses” porque hablaban de la infancia y de la muerte. “El rió, con esa risa suave detrás de los bigotes, y murmuró: ‘no saben de poesía’.” La autora de Tener lo que se tiene se preguntó: “¿Cómo hiciste, Gelman, para no envejecer nunca? Aún te leo y marco tus poemas con un signo de admiración, o marco versos enteros para acordármelos de memoria, por su hondura y su gracia en la fragilidad de la poesía. Ha de ser porque en tu envés vive también la furia, como cuando decís: ‘¿El grito no tiene sintaxis?/ ¿El yacimiento que lo saca tampoco? (...). No poeticen la poesía bruscos,/ no paisajeen músicas/ hechas para otra cosa’”. Bellessi reconoció que siempre le ha parecido imposible comentar un libro de poemas. Más uno de Gelman. “Me quedo leyendo sus versos marcados, sus poemas enteros, y lo único que quiero es citarlos. Tal vez porque el poema sólo habla su propia lengua y ante él toda glosa es ilusoria.” Bellessi confesó que vuelve a los versos del autor de Gotán una y otra vez porque “todo afuera draga hacia adentro en la poesía de Gelman, porque en algún lugar sigue escribiendo como lo hizo en la juventud, cercando el misterio, abruptamente o despacito, porque sabe que lo que se escribe es ‘una pregunta sin amparo’. Y sin respuesta, diría yo”.
Jitrik empezó con una precisión necesaria sobre la cuestión de los homenajes. “Hablar de alguien que ha muerto hace tres meses es delicado. Nos obliga a pronunciar un discurso fúnebre y tiene una retórica especial. Yo no estoy habituado a hacer elogios fúnebres, menos a alguien que he amado y admirado –planteó el escritor y crítico–. La muerte de un amigo es el fin de una conversación, es lo más importante en la vida de alguien. Si no podemos hablar más, hay algo que se pierde para siempre, la discusión ha desaparecido. Este es el canto fúnebre que he pronunciado a un amigo que ha desaparecido.” Jitrik examinó al poeta que ha transitado varias vías y voces diferentes. “Juan conocía a San Juan de la Cruz, algo que no es frecuente. Y al mismo tiempo era un heredero de la poesía de lo cotidiano, de la vanguardia argentina. La poesía argentina y latinoamericana en general está marcada por Neruda y Vallejo. Juan parecía un heredero de Vallejo, pero era un pariente próximo de Neruda. Tenía un tono muy argentino, un ritmo y una respiración que se reconoce en la música. Es un poeta que podría ser producto de un tango entrecruzado, jadeante, con cortes.” Parafraseando a Borges –comparó Jitrik–, un poeta argentino es un poeta universal. “Se lo puede leer por su carácter universal; no se trata de folklore y costumbrismo, es un poeta de un idioma que va más allá de la situación y la asume.” Y a modo de conclusión añadió: “Un homenaje a un poeta que desaparece nos lleva a pensar en otros poetas, lo que significa que existe una poesía de gran valor, de gran madurez; hay muchos poetas que habría que homenajear antes de la muerte”.
Nicole Gdalia, editora del sello Caractères, en representación del traductor Jacques Ancet, que no pudo asistir, recordó que lo conoció en París en 1976 cuando ella era una joven periodista que le pidió una entrevista para un programa de radio. “Se negó porque era una persona encerrada en sí misma, dolorida; pero nos dio unos poemas para la revista de Caractères”, aclaró la editora. “En los recovecos de la lengua, lo que no se dice tiene más fuerza que lo que se dice. Lo más admirable de la poesía de Gelman es la casi inimaginable ternura donde sería mucho más justificado un paroxismo de la denuncia. Al desmadejar el lenguaje, vemos la ternura dolorosa que caracteriza a Gelman”, ponderó Gdalia, que ha publicado cuatro títulos del poeta en francés y que considera la obra de Gelman “un legado prestigioso que seguiremos estudiando a lo largo de los años”.
Aunque a Rep le cuesta hablar ante tanta gente, lo disimuló bien. “Soy humorista y estoy acá por culpa del humorismo, que fue lo que nos conectaba. Era un dolorido en su poesía, pero en persona era un humorista. Era más malo que la peste y capaz de contestar con un monosílabo y dejar pagando a los anfitriones. Era implacable, muy difícil de explicarlo como persona.” Después confesó que participó de este homenaje a pedido de Mara Lamadrid, la viuda del poeta. Rep pensaba hacer un libro junto con Gelman vinculado con el humor y la infancia. Pero la muerte clausuró esa iniciativa anhelada. “Era un laburante de diario; Página/12 es importante en la vida de Juan, que se ganaba los garbanzos como periodista. Sus columnas de los domingos, sus notas sobre política internacional son muy buenas, siempre tomando partido, subjetivo y contra el poder.” Luego de mostrar varios de sus dibujos sobre Gelman –en uno le concede el Premio Nobel de Literatura que el poeta no obtuvo–, mostró uno inédito de un trabajo que está haciendo sobre la Divina Comedia en la que Gelman es el Virgilio de Dante. “Es una manera de seguir conviviendo con Juan; sigo dibujando a los amigos que se van...”, dijo Rep.
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