CULTURA › FINALIZó AYER EL SALóN DE PARíS, CON GRAN REPERCUSIóN PARA LA ARGENTINA COMO PAíS INVITADO
Cerca de 7000 personas pasaron por las actividades propuestas por la Secretaría de Cultura en la feria literaria parisiense y hubo ventas record por unos 100 mil euros. “El dinero puesto en la producción del libro es siempre una inversión”, explicó Rodolfo Hamawi.
› Por Silvina Friera
Desde París
Las manos y los ojos tuvieron su pequeño festín: el tacto y la mirada se confabularon en la 34 edición del Salón del Libro de París. En el pabellón argentino ayer, durante la última jornada, por momentos era imposible circular. Hay un texto de Ricardo Güiraldes, incluido en la antología Letras argentinas en Francia/Letras francesas en Argentina, sobre la mítica librería Monnier de la rue de l’Odéon –frecuentada por Joyce, Beckett, Rilke, Prévert, Hemingway, Proust, Breton, Gide y muchos otros–, que puede ilustrar la fascinación que generan los libros. “Los soldaditos del genio, del amor o de la vanidad nos dan la espalda requiriendo de nosotros que les pongamos los dedos sobre el hombro para extraerlos de su silencio y mirarles el alma en la cara.” Durante cuatro intensas jornadas, los franceses les miraron el alma a muchos libros argentinos. Los más vendidos y agotados fueron, como se puede intuir, todo Cortázar y Borges. Mariano Ramos, de la librería Fnac, que tuvo su stand en el pabellón argentino, calcula una facturación aproximada de 100 mil euros, la más alta si se la compara con los 80 mil euros que facturó el año pasado, cuando Rumania fue el país invitado. Entre los que vendieron muy bien están Quino, Elsa Osorio, Selva Almada, Pablo De Santis, Laura Alcoba –quienes estuvieron en distintas actividades programadas por la Secretaría de Cultura en el salón–, y Ricardo Piglia.
“Se produjo un verdadero encuentro cultural –dice Rodolfo Hamawi, director Nacional de Industrias Culturales–. La cultura funcionó como el gran motivador. Cuando digo acercamiento, podemos ver lo que pasó. Tuvimos entre 58 y 60 conferencias, todas funcionaron a pleno.” Imposible contabilizar la cifra exacta de personas, pero Hamawi estima que hubo entre 6000 y 7000 espectadores franceses en las conferencias y mesas redondas que ofrecieron los narradores, ensayistas y poetas argentinos durante cuatro jornadas intensas. “La circulación por el stand es muy difícil de medir, pero siempre estuvo muy visitado, con gente sacándose fotos con Mafalda y en el mural de Rep. La librería de Fnac, un requisito que exige el Salón, fue una novedad. No-sotros no participábamos en ferias donde había una librería local vendiendo –explica el director de Industrias Culturales–. El público francés y el público latino que vive en París vinieron a enterarse de qué escriben nuestros autores.” El stand argentino –que simula una cinta de Moebius– fue muy elogiado por los franceses. El comisario de la construcción del Salón del Libro confesó que hacía mucho tiempo que un trabajo como el que hace no le despertaba “una inquietud creativa y estética”.
Hamawi plantea que, comparada con otras ferias en el mundo, el Salón del Libro de París es una feria “más austera”. Austeridad, en este caso, no es sinónimo de precariedad. Acá los protagonistas son los libros y los autores. En la mayoría de los stands de expositores franceses hay pequeñas salas donde los escritores participan de conferencias o presentan sus libros. “El eje en París está puesto en los escritores. No quiere decir que no sea un negocio; ellos quieren vender libros y hacer contratos, pero la materia prima, los autores y los libros, está garantizada.” El director de Industrias Culturales añade: “El libro es el gran puente que abre la puerta a un país. Si hablamos en términos económicos, es la puerta a todos los productos que un país pretende exportar. El dinero puesto en la producción del libro es siempre una inversión”.
¿Qué viene después de París? ¿Cómo trabajar para estrechar más un vínculo preexistente que se potenció con la participación argentina en esta feria de perfil netamente literario? Hamawi anticipa que “hay que hablar con los editores para tener una presencia regular en una feria en la que nos ha ido tan bien”. El futuro, además, estará signado por los contactos que tuvieron los escritores argentinos con las editoriales y traductores franceses. “Se viene una presencia institucional. Si los editores la consideran, nosotros vamos a apoyar –afirma–. Y vienen las negociaciones de autores y editores que han empezado en el salón. Se trata de encontrarse cara a cara y proyectar acuerdos. Para nosotros no termina hoy el salón con un informe positivo. El contacto está hecho. Hay muchos editores franceses que conocieron por primera vez autores argentinos, consagrados o no.” A la hora de afinar el balance, Hamawi advierte: “No vinimos a mostrar la cáscara de un contenido inexistente”. “La Argentina tiene qué mostrar como sistema editorial, que incluye la creación de los autores, el sistema de imprenta y apoyo público desde el Programa Sur. Hay un sistema editorial que te permite mostrar esto. Por más esfuerzo de diseño o de marketing que hagas, se nota cuando no hay sustento.”
Otra cuestión central tiene que ver con el nivel de exigencia que implica estar en París. “El mercado editorial francés debe ser el más internacionalizado en el mundo. Francia traduce todo. Un mercado editorial muy internacionalizado como el francés es muy difícil de conquistar. La Argentina ha dado un paso enorme; los resultados se van a ver en un tiempo”, augura Hamawi. “No existen estudios completos y recientes del sector de la traducción en Francia”, se lee en un extenso documento titulado “Estudio del sector de la Edición de Libros en Francia”, realizado por la Sección Económica y Comercial de la Embajada Argentina en Francia, en el marco de la participación argentina en el Salón del Libro. Según la Cámara Nacional de Empresas de Traducción (CNET), el mercado francés de la traducción representó entre 480 y 560 millones de euros en 2008. Entre 2011 y 2012 se registró una progresión del 55,1 por ciento de las adquisiciones de derechos extranjeros con 1962 títulos adquiridos. El inglés confirma su posición como mayor idioma comprado. El español está en quinto lugar con un 3,3 por ciento de las adquisiciones. La ficción representa un 37,2 por ciento de las compras de derechos; seguida por las historietas con un 20,5 por ciento y los libros para jóvenes, un 15,2 por ciento.
Francia es el primer país traductor del mundo, con traducciones de gran calidad. La literatura extranjera representa más de un tercio de las novedades cada ano. La literatura traducida representa un 18 por ciento de la producción editorial y un 22 por ciento de la participación de mercado. El Programa Sur, (Prosur) de subsidios a las traducciones, que depende de la dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería argentina, aprobó la traducción de 704 obras a 38 idiomas, cuya publicación comprende a 44 países en los cinco continentes. El presupuesto aproximado destinado desde 2009 ha sido de 1.555.000 dólares en la difusión de la literatura argentina en el mundo. Desde el inicio de Prosur, 81 obras fueron traducidas al francés, entre las que se encuentran títulos de Leandro Avalos Blacha, Guillermo Saccomanno, Washington Cucurto, Ana María Shua, Eduardo Sacheri, Norma Huidobro, Fernanda García Lao, Andrea Ferrari, Pablo Ramos, María Rosa Lojo, Alberto Laiseca, César Aira, Raquel Robles, Pablo Katchadjian, Perla Suez, Aurora Venturini, Hernán Ronsino, Ricardo Piglia y Félix Bruzzone, entre otros.
A Diana Bellessi la ovacionaron unos jóvenes franceses al final de una lectura que compartió con Silvia Baron Supervielle y Luisa Futoransky. “Siempre hay algunos jóvenes que aplauden con entusiasmo”, minimiza la autora del poemario Tener lo que se tiene, traducido al francés. “El salón estuvo bien por los paneles que compartí y algunas cosas interesantes que escuché. El stand, sin la menor duda, es muy bonito. Yo estuve firmando libros y me sentí muy cómoda.” Luisa Valenzuela celebra la presencia argentina de “muchas voces muy distintas, muy rica y variada”. “Todo fue muy vital. Entre los escritores hay siempre una camaradería, a pesar de las discrepancias políticas y literarias, una gran solidaridad cuando estamos en una feria del libro en el exterior, algo que quizá después no se refleja en la Argentina –reflexiona la escritora, que participó de un homenaje a Cortázar y está por publicar un libro que cruza las obras del autor de Bestiario y Carlos Fuentes–. El salón me pareció muy festivo, cosa que me asombró porque lo recordaba más solemne. Y me sorprendió la profusión de stands de libros infantiles. Evidentemente es una feria con eje en los escritores que firman o presentan sus libros y en cada stand dan una charla.”
Liliana Bodoc –que tiene La saga de los confines y El espejo africano publicadas en francés por Seuil– se alegra “profundamente” de que lo que se haya posicionado sea la literatura argentina. “Me sorprendió la presencia interesada de público francés en las mesas y charlas argentinas. Siempre había mucho movimiento, mucha participación y preguntas. Eso me impactó porque imaginaba, con cierto pesimismo, sillas vacías”, admite Bodoc. “Me parece que nuestra participación fue muy interesante, sin pretender que a partir de acá todos vamos a ser best seller en Francia, porque no va a pasar nada de eso. Uno sabe que la literatura, como todo, se construye de a poco. Esto ha sido un ladrillo en la construcción de la casa de la literatura, altamente beneficioso para todos.”
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