Martes, 2 de junio de 2015 | Hoy
CULTURA › MIGUEL REP INAUGURA SU MUESTRA BELLAS ARTES EN LA CIUDAD DE NUEVA YORK
A partir de mañana en el Consulado argentino, el humorista e ilustrador presentará la exhibición que ya pudo verse en el Museo Nacional de Bellas Artes. “Sirve para bajar los decibeles y desolemnizar la historia del arte, que es hermosísima”, explica.
Por Andrés Valenzuela
“Por los barrios de Buenos Aires no me van a convocar, pero la historia del arte siempre conmueve y los ojos están más familiarizados”, reflexiona Miguel Rep sobre la inauguración de un nuevo hito en el recorrido de su obra Bellas Artes, libro y exposición que circula desde 2004 (ahora con edición de Planeta) y que se mostró recientemente en el Museo Nacional de Bellas Artes. La muestra del humorista gráfico de Página/12 abre sus puertas mañana en el Consulado argentino en Nueva York, Estados Unidos. “Es lo mismo que en el MNBA, pero allá, y en septiembre en Londres también estará en un Open House de la embajada, pero ahí también estaré haciendo un mural en vivo”, explica. “Igual en Nueva York quiero intervenir bastante con los dibujos, porque con el tema de la traducción no quiero cartelitos, ¡si estoy en la cuna de la historieta, cerca de donde nació Yellow Kid!”, se ríe.
–Primero porque la van descubriendo. Supongo que porque es un tema universal. En todas partes el tema del trámite del arte es difícil y está apropiado por unos pocos, entonces que aparezca el humor y allane caminos, ayuda.
–Claro que sí. No sé qué va a pasar en Nueva York, pero siempre hay un público que va por inercia a los museos y está más o menos educado. Y otro que no. Seguramente el de NY está más educado que el de Caracas, pero mucha gente sigue yendo de manera careta.
–O porque es agradable. Muchas veces las muestras son como ir a un recital, del que guardás el ticket. Como los conciertos de música clásica. El que va escucha algo agradable. Salvo que te aparezca un cuadro jodido de Bacon o de Lucien Freud, no te vas a ir golpeadísimo de una exposición. Si tenés más sensibilidad, sí. Si tenés más conocimientos, sí. Pero si vas más lego el arte no te va a golpear. El año pasado yo veía a la gente. Del público, muchos no entienden una goma. Pero se ve que el humor les allanaba el camino, los hacía desolemnizar y luego podían recorrer el museo de otra manera porque alguien les había bajado del pedestal, le había faltado un poquitito el respeto a esa sacralidad que tiene. No sé bien cómo empezó la sacralización, pero supongo que el poder siempre la necesita. Por ejemplo, muchas de las anécdotas de la historia del arte tienen que ver con el drama: la oreja, el padecer, el borracho, la droga, que maltrataba a las minas, o su vida desgraciada. Ese martirologio que tienen los artistas en la historia oficial del arte hace que suban la valla.
–Sí, ¿no? Porque ni Warhol, que viene a cambiar un poco con todo eso. Jodones hubo recién en el siglo XX. Vitales como Picasso hubo pocos, pero al tipo cada vez que lo juzgan dicen que era malo, prepotente, que era un gran egoísta, un gran fauno. De Andy Warhol, que podríamos decir que era un lúdico, un tipo que no se tomaba en serio, que hizo de su vida casi una performance, murió de sida. Basquiat murió de sobredosis. Siempre hay como un final infeliz. ¿Por qué no cuentan eso mismo de los científicos? Siempre se necesita el dolor para sacralizar y aumentar el prestigio. Yo supongo que tiene que ver con esta civilización martirológica-religiosa... De alguna manera, si todos tienen un sacrificio, mejor las ventas del mañana. El arte argentino tampoco tiene tantos martirios, pero tampoco tantas ventas ni precios altos.
–No, pero el mundo sí. Siempre es mejor para el arte asociarse a la cuestión dramática. El humor baja un poquitito eso. Los artistas son gente que padece y disfruta como cualquiera, sólo que se los conoce y dejan una obra. Tiene que ver con su vida, pero no todo lo que hicieron tiene que ver con el padecimiento. Ya sé que Rembrandt perdió muchos hijos, pero en la obra no te está diciendo todo el tiempo “che, perdí tantos hijos, cómo sufrí”. Esos son los biógrafos. La historieta, como es tan jovencita, no tiene grandes martirologios. Tiene acá a Héctor Germán Oesterheld, que no sé en qué sentido debe haber colaborado en el establecimiento de El Eternauta como la gran historia del siglo XX, junto a Operación Masacre. Quizás eso tenga que ver con la desaparición de Oesterheld. En la historieta hay un trámite inconcluso con la tragedia. Está como frenada en la pubertad. Le cuesta ser adulta, al menos en este sentido. Es una lectura que se adquiere en la infancia o la pubertad, si no no la adquirís más. Hay gente con la que he hablado que no entiende la secuencia, no entran en el código. Es rarísimo, a mí no me cabe cómo es, pero es como quien no entra en la ópera. Las artes son otra cosa. La historieta es una narración y las artes son un cuadro único, un impacto visual, una instalación.
–Es que eso es lo interesante, no el cuadro desnudo sino lo que pasa alrededor. Me parece que sin que yo lo haya pensado, lo más interesante es el contexto de cada obra. No la burla de la obra, sino el ambiente que se recrea a partir de eso. La obra puede estar escondida, o ser parte de, pero está el autor sobrevolando, o quien la mira. Hay muchas situaciones. Pero definitivamente es para bajarle los decibeles y desolemnizar a la historia del arte, que es hermosísima.
–No tengo idea, porque en Madrid no fui a ver quién iba a mirarla. Fui a montarla y luego no estaba vigilante. En Buenos Aires sí porque esta es mi gente. Los domingos iba al museo, me ponía de perfil para verles las caras. Me gustaba ese monitoreo.
–Veía eso de que “uy, vine a un museo y entiendo”. También dudas, “¿quién es este? ¿Quién es Distefano?”... Si van acompañados se preguntan. O miran el cartelito. No todos los Bellas Artes son entendibles. Se requiere cierta información previa. Hay zonas muy difíciles de Bellas Artes, pero el abrigo del humor hace agradable y bello incluso el momento de lo ignorado.
–Hasta hacen un esfuerzo por incluirte. No es que pasás por el incendio de Goya o algo de Delacroix y si no entraste tenés que ver qué hacés o esperar al guía, que también es un propalador de lo que el poder quiere. Estas cosas son pequeños movimientos que subvierten el relato. A mí me gustaría hacer toda la vida Bellas Artes, por el placer que me dan. Ahora quiero avanzar con el arte contemporáneo, y es muy difícil graficar las performances sin burlarte, que es lo fácil. Porque no quiero burlarme, porque quiero hacer esto con cosas que me gustan. Tampoco voy a hacer concesiones con los lugares. Voy a poner arte argentino; en mi caso cuanto más me voy afuera, más me siento de acá. En todo caso, le dedico esta muestra al más grande humorista, el más veterano, el casi testigo del nacimiento del comic, el que rompió todas las reglas, el gran juez neoyorquino Griesa”.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.